Abdul
Qadeer Khan, es el creador de la bomba atómica paquistaní y acaba de confesar –
sin mayor rubor – haber estado durante años a la cabeza de un mercado negro como
traficante de material nuclear. Entre sus clientes, estaban Irán y Libia, a uno
le vendía material de segunda mano, al otro material ultramoderno.
El
Doctor Khan, es desde hace años la personalidad más popular de Pakistán y es el
único civil que ha recibido condecoraciones militares en su país. Este brillante
Ingeniero metalúrgico, se formó y trabajó en un primer tiempo para el consorcio
europeo Urenco; y es de allí de donde el Dr. Khan habría sustraído los planos de
las mejores centrifugas del mundo – unos tubos metálicos que giran a gran
velocidad, para enriquecer el Uranio y transformarlo en combustible para bomba
atómica –
La
primera era nuclear, que comenzó en Hiroshima, con el tiempo se desvió hacia un
cara a cara entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, y entre
control respectivo de arsenales y tratados de no proliferación, trascendió la
guerra fría. Pero tras la desaparición de la Unión Soviética, las armas atómicas
han proliferado particularmente en naciones políticamente inestables.
La
segunda era nuclear, comenzó en 1998 con los ensayos nucleares que llevaron a
cabo primero la India, y quince días mas tarde su vecino Pakistán. Esta nueva
era, está compuesta por bombas de uso regional, manejadas con fines populistas y
religiosos. Libia, Irán, Corea del Norte e Israel son igualmente activos
participantes de dicha segunda era nuclear.
Libia, acaba de anunciar la intención de abandonar su naciente programa nuclear.
Irán, reconoció haber disimulado durante años a los inspectores de la ONU, su
programa de enriquecimiento de Uranio. Corea del Norte, tendría suficiente
Plutonio para fabricar varias armas nucleares. Israel, dispone de una gran
capacidad nuclear para usos militares.
Ante la multiplicidad de amenazas nucleares, el Tratado de No Proliferación
(TNP) que entró en vigencia en 1970, sigue siendo el escudo legal, con el que se
avanzaría para limitar la proliferación de armas nucleares. Pero en la
actualidad es un hecho – del que se habla poco – que tanto los secretos como los
ingredientes para la fabricación de bombas nucleares, circulan sin mayor control
a través del mundo.
Al
igual que organizaciones internacionales luchan – sin mayores resultados –
contra la pornografía infantil en Internet; la Agencia Internacional de la
Energía Atómica (AIEA), con sede en Viena y que preside el egipcio
Mohamed El Baradei, es la encargada de luchar – o mejor dicho, alertar – contra
la proliferación de armas de destrucción masiva. Formalmente serían 8 las
naciones con capacidad nuclear reconocida (Estados Unidos, Inglaterra, Francia,
Rusia, China, Israel, Pakistán y la India) y a la lista habría que agregar a
Corea del Norte. Sin embargo, el propio El Baradei, dice que aún no hemos visto
nada, en clara alusión a la amplitud que tendría hoy una amenaza nuclear, a
causa del audaz y peligroso mercado negro nuclear.
Visto que la incertidumbre nuclear se ha mundializado, cabe preguntarse – sin
necesidad de ser paranoico – cual será el papel de América Latina en éste nuevo
– si se puede llamar – orden nuclear. No olvidemos, que a finales de los 70,
principios de los 80 las respectivas dictaduras militares de Brasil y Argentina
dieron sus primeros pasos en la carrera nuclear. Pero antes, en 1962 en Cuba se
escenificó el episodio más caliente, de toda la guerra fría, con la llamada
crisis de los misiles.
Si
bien, en la actualidad en la región ya no proliferan las dictaduras, y con el
fin de la guerra fría Cuba es hoy tan solo una pieza de museo; podríamos pensar
que Latinoamérica estaría al abrigo de un ataque nuclear, gracias al inmenso
paraguas nuclear norteamericano.
Ahora bien, la otrora más estable y consolidada democracia regional que fue
Venezuela, fue capaz de parir en 1998 un modelo populista, militarista de esos
que creíamos descontinuados. Claro está, que las desgracias nunca vienen solas,
y el modelito, desde que diera sus primeros pasos, se comportó como el hijo de
Fidel Castro; y hoy dicho personaje, está atravesando por la típica crisis de
adolescencia política. Hugo Chávez, está en plena mocedad política, y eso lo
hace aún más peligroso.
Por lo pronto, la segunda era nuclear, se desarrolla en Asia, donde abundan
históricos litigios territoriales y orgullos nacionales, que
parecieran incontrolables. Algunos analistas, consideran que los Estados Unidos
son en gran medida culpables, del surgimiento de ésta nueva era nuclear. Son los
norteamericanos criticados, por su hipocresía, permisividad, imprudencia y falta
de atención, con sus propios aliados durante la guerra fría.
Sin embargo, volviendo a Latinoamérica, donde como diría Carlos Rangel, cada
político, cada intelectual está obligado a decir que todos nuestros males vienen
del imperialismo norteamericano. Cabe preguntarse, con los pies puestos sobre la
tierra, si la crisis de adolescencia política de Hugo Chávez, quien en estos
días y de manera reiterada catalogó al presidente George W. Bush de ser un
asesino, con injerencia directa en todo cuanto sucede en Venezuela; ¿no sería?,
mas de esa vieja película antiamericana que ya estamos cansados de ver. O por el
contrario, tratándose de un adolescente forrado de petrodólares, no estaría Hugo
Chávez disuadiendo – torpemente - a Washington, de que él también podría haber
accedido – o estar por acceder - al mercado negro nuclear.
Sin pretender ser obsesivo, ni mucho menos un primario e irreflexivo opositor de
Hugo Chávez, considero, sin embargo, que me pone a pensar el hecho que, visto
que desde un tiempo para acá el mercado nuclear se ha mundializado, y que ya no
existe un estricto control sobre la exportación de tecnología sofisticada, la
fuerza nuclear se ha convertido en una tecnología peligrosa de más, a la cual
hasta países no tan ricos podrían acceder.
La
realidad mundial es inquietante, personajes como el Dr. Khan – quien sigue libre
- gozan de gran popularidad, al tiempo que las armas atómicas vuelven a formar
parte de las doctrinas militares. La buhonería nuclear, podría provocar un
terrorífico desequilibrio y nadie está al abrigo de la incertidumbre que genera
ésta nueva era nuclear.
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