Bolivia Hoy
por Luis DE LION
miércoles, 19 sept 2003

¿Cual democracia para Bolivia? es una interrogante que se encuentra insertada desde hace ya varios años en el debate sobre la fragilidad democrática en América Latina; pero a pesar de dicha inconsistencia nadie puede negar, los importantes avances democráticos regionales, al menos en los últimos 20 años.

Entonces, ¿por qué suceden crisis como la del pasado mes de octubre? Tantas reformas, proyectos, elecciones, debates y consultas; todo en torno a la vida en democracia y mientras se avanza a cuenta gotas; ¿por qué ocurren? situaciones que degradan con tanta facilidad la democracia boliviana.

¿Es la democracia en sí misma el problema? Cuesta creerlo, por cuanto apenas el año pasado se produjo un transparente proceso electoral, que llevó por segunda vez al poder – solo 22% de los votos - a Gonzalo Sánchez de Lozada, seguido muy de cerca por el MAS del líder cocalero Evo Morales. Sin duda que el estrecho margen de votos con que accedía a la presidencia Gonzalo Sánchez de Lozada, lo obligaba de entrada a establecer acuerdos y alianzas que le garantizaran la gobernabilidad; practica corriente e inherente a todo régimen democrático.

Así las cosas, al expresidente Sánchez de Lozada se le criticaron sus directivas de corte neoliberal, así como su supuesta complacencia ante las sugerencias del FMI; mientras que del lado opositor nadie se interroga ante las arcaicas y nada progresistas ideas de la causa indígena que lidera Evo Morales.

Hasta ahora cualquier balance de las ideas y las políticas expuestas por las partes en conflicto, resulta inútil. El mal manejo por parte del gobierno de la crisis que comenzó el pasado 8 de octubre por una parte; y el populismo y la exaltación de la identidad étnica, que por otra parte, de manera colonial e irresponsable ejerce Evo Morales; son situaciones que presagian un oscuro porvenir para la democracia boliviana. La rigidez, y la falta de sensibilidad social de ciertas políticas neoliberales; junto al caciquismo, el autoritarismo y conservadurismo del movimiento que lidera Evo Morales, son situaciones que evidentemente terminan socavando a la frágil democracia boliviana.

En realidad, Bolivia atraviesa por una crisis de valores democráticos. Es decir una crisis en donde se reflejan los graves problemas sociales, económicos y culturales, de un país que quiere vivir en democracia, pero que por los momentos es prisionero de una derecha torpe e insensible, así como también de un indigenismo autoritario y ultraconservador.

En el futuro, podría darse que los vientos de una democracia progresista ventilen el escenario político boliviano. La reciente cumbre Iberoamericana realizada en Santa Cruz así lo presagia, así como también el hecho que los lideres regionales de la llamada democracia progresista, hayan decidido no asistir al autohomenaje de Evo Morales, organizado bajo el manto de un evento alternativo, son mensajes claros y directos, a esa izquierda populista y reaccionaria.