Cuando
el CNE convocó a los venezolanos al Referéndum Revocatorio, se
abrió una gran esperanza, pero al mismo tiempo, salía a flote -
entre otros vicios del CNE - el preconcebido plan de
automatización, que para los profetas del desastre, dicho novedoso
mecanismo de escrutinio prometía convertirse en la bestia negra
del Revocatorio, y que conste que para ese entonces no estaban en
el panorama las llamadas máquinas “cazahuellas”.
Campaña electoral, por demás desigual, de por medio, llegamos el
pasado domingo a la jornada de simulacro, donde se pondrían a
prueba las máquinas touchscreen que la joven e inexperta,
pero desde ya multimillonaria, sociedad Smartmatic, había traído
para la ocasión. La prensa nacional reseñó con matices lo sucedido
en dicha jornada; por una parte el presidente de la empresa en
cuestión señalaba que el simulacro había sido 100% satisfactorio –
ni espacio para el margen de error – y por otra parte la misma
prensa señalaba – no en titulares – que con retrasos ocasionados
por fallas eléctricas y problemas en las conexiones telefónicas,
se desarrolló el simulacro en el Zulia; en Táchira, hubo fallas
durante todo el proceso de simulacro. Voceros vinculados a la
dirección regional del CNE, los cuales pidieron mantener su nombre
en reserva, dijeron que en aproximadamente 25% de los centros de
votación hubo fallas
técnicas con la transmisión de datos. Las máquinas "cazahuella" no
llegaron a Valencia y en Bolívar abundaron quejas de oficialistas
y opositores. Dicho esto, cabría pensar que alguien está
mintiendo.
Pero
así son las cosas y así somos los venezolanos, nos encanta la
nueva tecnología, no importa si ésta es inoperante, impractica y
costosa, lo relevante es que es nueva y punto; y como escribe
Fausto Masó en Los Amantes del Tango: “En Venezuela se
imponían con facilidad, antes que en otros lugares del continente,
las últimas modas de consumo, todavía hoy los nuevos modelos de
celulares encuentran buen mercado”.
A
nuestros dirigentes también les atrae el tema, por cuanto
históricamente todo proceso de automatización, sea cual sea su
aplicación, trae consigo su respectiva comisión en dólares,
producto de licitaciones realmente digitales.
Así
el pasado domingo durante el simulacro – cuyos resultados no
fueron entregados en el tiempo previsto, a pesar del 100% de
efectividad – pudimos observar unas modernas máquinas, colocadas
en unas escuelas y liceos, en donde los pizarrones y los pupitres
están en mal estado, donde las bibliotecas brillan algunas por su
ausencia y otras por su desolación; centros educativos que carecen
de salones con computadoras debidamente conectadas a Internet –
equipos por cierto menos costosos que los gadgets que
contratara el CNE – y donde dejan mucho que desear tanto la
salubridad de las cantinas, así como el buen estado de las canchas
deportivas. En fin, el balance típico de la infraestructura de la
mayoría de nuestras escuelas y liceos.
Escena contrastante, pero ya habitual, en un país donde la
pantallería y el despilfarro, no es solo un defecto de los
dirigentes políticos, también es una costumbre de nuestros
empresarios privados. Recordemos recientemente cuando un
desprevenido banquero, invitó al país, para la inauguración de la
nueva sede de la entidad financiera que preside, al ex presidente
soviético Mijail Gorbachov, padre de la Perestroika, para que éste
hablara de democracia. Sin duda que el banquero en cuestión, no
leyó el libro Perestroika, si lo hubiera hecho habría descubierto
que Gorbachov no hace alusión al sistema democrático, por cuanto
el camarada Gorbachov, en su larga carrera política no conoció, y
mucho menos promovió, la democracia.
En ese mismo orden de
farandulerismo y derroche sostenido, una de las autoridades del
CNE, en días pasados señaló que Gorbachov – el nuevo icono tanto
del oficialismo como de la oposición – sería invitado, junto a
otras personalidades, como observador en el proceso refrendario
del próximo 15 de agosto.
¿Sabrá el rector en
cuestión, cual es la experiencia electoral del tovarish Gorbachov?
Igualmente dejó
entrever el mismo rector la posibilidad de invitar como observador
al pintoresco Michael Moore; en fin, vista la seriedad del
criterio de selección que se aplica en la elaboración de las
listas de invitados a observar el proceso, así como el despilfarro
en maquinitas que pasaran a la historia al igual que los
tinoquitos, nada nos extrañaría que se termine invitando a Don
King, Maradona, Pamela Anderson, Pedro Almodóvar y Walter Mercado,
entre otros potenciales observadores internacionales.
Como quiera que sea, ojalá y todo salga bien el próximo 15 de
agosto, y que los venezolanos podamos seguir viviendo en paz, en
medio de nuestras paradojas y contrastes, y que los profetas del
desastre no tengan razón alguna en sus vaticinios.