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Junto con
experimentar el extraño giro de opinión de los dirigentes
más destacados de nuestros más importantes partidos
políticos, quienes asumieron sus decisiones según dictaban
las encuestas y hoy, dado que les son adversas al
escogido, les restan toda credibilidad, experimento la
sorprendente constatación de que muchos electores no
votarán en estas Primarias por quien consideran el o la
mejor, sino por quien o quienes, según las encuestas, las
encabezan. El desconcierto que dejan entrever me trae a la
memoria el viejo refrán castellano: palos porque remas y
palos porque no remas.
Que un partido
haya decidido dejar la elección de su abanderado en manos
de las encuestas, y pueda salir con las tablas en la
cabeza según permiten colegir esas mismas encuestas, o
quien quisiera votar por Diego Arria, por María Corina
Machado o por Pablo Medina desista de hacerlo, aunque sus
discursos les parezcan los más coherentes, sólidos y
cónsonos con lo que demanda la circunstancia histórica que
vivimos porque según las encuestas ganarán Henrique
Capriles o Pablo Pérez, es, por decir lo menos, asunto muy
lamentable. El sentido de las Primarias radica
precisamente en la sana y muy razonable voluntad de
escapar al influjo extra político, mercantilista y
manipulador de los mecanismos de marketing comercial. Y
permitir que la voluntad del elector fluya y se exprese de
la manera más diáfana posible, según permita su propia
experiencia y reflexión. Sin secuestros mediatizadores.
Fue por cierto la reflexión que condujo a desestimar el
recurso de las encuestas y decidir por la realización de
Primarias.
Me he negado a
aceptar desde siempre la voluntad distorsionadora,
manipuladora, interesada y mercantil de las encuestas
porque se anteponen y tuercen la libre voluntad del
elector. A lo hora de decidir mi sagrado derecho a elegir,
no les reconozco méritos, sean favorables o desfavorables
a mis criterios electivos. Pues por lo menos en Venezuela,
inducen los resultados tanto en el muestreo como en el
análisis según los intereses de quien la encarga, diseña y
financia. Dicho en criollo: le aseguran al cliente que
pague y se dé el vuelto. Con la perversidad adicional de
que algunos inescrupulosos – los conocemos por nombre y
apellidos - trabajan tanto para la izquierda, como para la
derecha, o siguiendo la consigna de El Camaleón: por una
cantidad con el gobierno, y por otra cantidad y
simultáneamente con la oposición.
2
La irrupción del marketing
político ha ido acompañado, para mayor desgracia, por el
más nefasto de los fenómenos de la modernidad: la
conversión de la política en espectáculo. Una realidad
entrevista en los albores de los grandes fenómenos
políticos propiamente masivos: el fascismo y el nazismo,
asumida a plenitud por sus contrapartes, el estalinismo,
el maoísmo, el castrismo. Y hecho norma del debate en las
sociedades capitalistas mediante la industria cultural,
los medios masivos de comunicación y su pavoroso
resultado: el estrangulamiento del metabolismo político y
la entrega de las grandes decisiones de control político a
la veleidad y capricho del inmediatismo. Una sola
aparición pública de algunos segundos en la pequeña
pantalla puede montar un mito o derrumbar una leyenda. Sin
la televisión, ni Obama sería presidente de los Estados
Unidos ni Chávez autócrata de Venezuela.
Para nuestro caso, el
resultado de la farandulización del debate público ya nos
ha costado la devastación económica, el descalabro
político, casi doscientos mil muertos y la ruina y
hundimiento de una democracia trabajosa, denodadamente
construida. No ha sido ninguna casualidad que de entre los
cuatro comandantes felones que traicionaron el juramento
de lealtad a la Constitución y cubrieron de sangre la
realidad política del país, se haya apoderado del Estado
el más histriónico, el más desenfadado, el más circense,
el más escandaloso y el más inescrupuloso de ellos.
Siguiendo un guión prefijado en su momento por Adolfo
Hitler, el primer político en comprender la necesidad de
doblegar la voluntad de las masas mediante el escándalo,
las poses estudiadas, el irrespeto y la escenificación de
grandes espectáculos de masas. Desde el lenguaje soez y
estrepitoso, el recurso a los ídolos y símbolos del pasado
y hasta el abuso del color rojo y la violencia callejera:
todos los elementos del nazismo han sido calcados al
detalle por el habilidoso entertainer que ha hecho de la
política venezolana un remedo del circo romano. Hundiendo
su hocico con la misma animal sagacidad en el cuerpo
putrefacto de las élites.
El envenenamiento sistemático
de la opinión pública, el desorden, el caos y la
inseguridad, son todos elementos que han apuntado a
pervertir en su esencia moral el comportamiento de las
masas. Y hacerlas fácil presa del espectáculo permanente.
Del que ni siquiera se salva una dolencia de obligado
íntimo recogimiento. Si en función de ese uso sistemático
del escándalo como instrumento de dominación, hipnosis y
sometimiento, Chávez tuviera que desnudarse y exhibir sus
desnudeces, no dudaría en hacerlo. Es el clásico caudillo
prostibulario al servicio de un proyecto totalitario.
¿Era imaginable, en ese
contexto, que las encuestas pudieran servir de instrumento
serio, sensible, científicamente comprobado para decidir
la figura encargada de encabezar la necesaria cruzada
moral y política que deberá ponerse en práctica para
desplazar del poder a la camarilla gansteril que hoy lo
usurpa?
3
El mecanismo alterno, la
realización de un proceso de Primarias, pareció por ello
el mejor y más calificado expediente para resolver la
difícil escogencia del personaje. Aunque experiencias
históricas semejantes desechaban ambos mecanismos de
selección, recomendando a cambio la discusión de los
factores más decisorios de la sociedad hasta llegar por
consenso al personaje que mejor cumpliera con las
necesidades de la tarea. Fue lo que hicieron los chilenos,
que optaron con gran sabiduría por el nombre de Patricio
Aylwin. Fue lo que hicieron los españoles, inclinándose
por don Adolfo Suárez. Fue lo que nos recomendó Felipe
González, cuando en una conversación privada señalara que
“de un tirano no se sale por Primarias. Ni por encuestas.
Se sale por el consenso de los mejores”.
En Venezuela optamos por
Primarias, pero dejamos la malsana y pervertida actuación
de encuestadores, asesores y manipuladores de opinión al
libre albedrío de quienes tenían los medios y los
respaldos para imponerlos. Pienso por ello, en este
sentido, que la oposición venezolana ha incurrido en un
error de lesa política al permitir que el proceso de
Primarias, que debió constituir un acto de alta pedagogía
política y un adelanto en la práctica real de la sociedad
del futuro a que aspiramos, se viera distorsionado por el
influjo de las encuestas. Y creo, en consecuencia, que la
sagrada libertad del acto comicial – una papeleta en una
urna – no debiera verse empañada por ninguno de aquellos
vicios del pasado, como “el voto castigo”, “la economía
del voto” y otras taras de una democracia farandulizada
que se extravió en el laberinto del canibalismo político
antes de alcanzar su plena madurez.
Cuando escucho que mi
interlocutor votaría por tal o cual candidato, por ser el
mejor, pero que consciente del resultado que arrojan las
encuestas y urgido por la “economía del voto” votará por
el que goza aparentemente de las preferencias del
marketing, no puedo menos que descorazonarme. ¿Voto
castigo o economía del voto? ¿A quién se castigará en las
Primarias? ¿Economía de qué voto y de acuerdo a qué
criterios, si la verdadera justa recién comienza el 13 y
el adversario, por ahora, se llama Hugo Chávez?
Suficientemente reciclada a diario y de manera inclemente
por comunicadores ignaros, inescrupulosos y estúpidos –
también ellos favorecidos por el rating del espectáculo –
una lamentable matriz de opinión llevó a que los más
capacitados y experimentados políticos venezolanos se
hayan visto en la obligación de dejarle la contienda a
quienes se blindaron con bien pagados encuestadores. Con
un resultado que podría ser fatal para el futuro de
nuestra malherida democracia. Y de los mismo partidos que
no resistieron el embate y la presión de la demoscopia.
Nunca es tarde
para aprovechar cada circunstancia y hacer de ella lo
mejor a nuestro alcance. Por lo mismo aconsejo al
ciudadano que ejerza su sagrado derecho a elegir el 12 F
votando, masiva, entusiasta, multitudinariamente por quien
crea corresponde hacerlo de la manera más fiel y fidedigna
de acuerdo a sus propios criterios. Votemos por quienes
consideramos los mejores. No los más graciosos o
populares. Si así hiciéramos, quien gane estará seguro de
que lo hizo en buena lid. Y quienes pierdan, podrán
sumarse sin rencores ni mezquindades a la cruzada del
vencedor. De la generosidad y grandeza de unos y otros
depende nuestro futuro. La victoria del 7 de octubre de
2012.
sanchez2000@cantv.net