A Alejandro Peña Esclusa,
preso político del Foro de Sao Paulo
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A la diestra
de Lula da Silva, sentado a su vez a la diestra de Fidel
Castro, se sienta una pléyade de viejos trotskistas
latinoamericanos conducidos por un viejo paulista,
sociólogo sin sociología, cuyo atributo existencial, por
darle algún nombre a sus prejuicios de cófrades
medioevales, es el borgeano, insólito y escatológico
convencimiento de que la revolución es una entidad de
orden teológico al que nos condena el pecado original.
Bebieron en su infancia del elixir de la “revolución
permanente” de Leo Davidovich Bronstein, mejor conocido
como Trotsky, y desconociendo con tenacidad todas las
pruebas de la einsteiniana realidad, que con porfía ha
derrumbado todos los experimentos marxistas, siguen
postrándose ante Carlos Marx y su carnal Federico Engels,
apostando sus vidas al asalto al Poder por las buenas o
por las malas, para intentar demostrar inútilmente y por
enésima vez que llueve de abajo hacia arriba, la tierra es
plana y se encuentra en el centro del universo, la
dictadura del partido y su caudillo es la mejor democracia
imaginable y las privaciones un destino inexorable de una
humanidad que si quiere sobrevivir debe volver a los
tiempos de las cavernas. Todo sea en honor del
igualitarismo.
La idea de
montar esta cofradía de templarios trasnochados, llevada a
cabo desde comienzos de los noventa a pesar de la prueba
documental y viviente de que la revolución socialista es
un dislate, no hubiera sido realizable sin el aporte de
las viudas de la OLAS, la Organización Latinoamericana de
Solidaridad, montada por el castrismo recién triunfante, y
los despojos del esfuerzo imperial de la dictadura cubana
en los sesenta por sentar sus reales en Asia, África y
América Latina – la Trikontinental - mediante la
exportación del modelo guerrillero como nuevo instrumento
de asalto y conquista del Poder.
Derrumbado el
muro de Berlín y desmoronado el imperio soviético como un
castillo de naipes, extraviado el castrismo y condenada la
sociedad cubana a morir de hambre o enceguecer de
avitaminosis, mientras se avizoraba la reconstrucción de
las economías de los países que salían de las dictaduras
que provocaran con el guevarismo – Chile, Argentina y
sobre todo Brasil, sabiamente presidida por la
socialdemocracia brasileña y Fernando Henrique Cardozo –
nuestros trotskistas se prepararon al asalto del Poder ya
a fines del siglo pasado, dado el cambio generacional que
súbitamente ponía a los herederos del fracaso a pata de
mingo de conquistar el Poder. De hecho: todas las crías de
Castro alcanzaron el poder: desde Kirchner, el montonero,
hasta Pepe Mujica, el tupamaro. Sin hablar de Dilma, la
guerrillera urbana. Con un giro copernicano, aportado por
el reformismo ancestral de los trotskistas, súbitamente a
la vanguardia del nuevo proyecto: ya no por la violencia,
que una sociedad moderna no se conquista por los armas –
Hitler dixit – sino infiltrándose en los vericuetos de la
Hegemonía y cayéndole a saco a las democracias ingenuas,
víctimas de la decadencia de sus élites, como Venezuela.
De ese modo,
la joya de la Corona, principal depositaria de las más
grandes reservas de petróleo de Occidente, volvió a
privarle el sueño a quien saliera en los sesenta con las
tablas en la cabeza de Venezuela luego de dos intentos
invasores, una gigantesca inversión en armas y dólares y
el compromiso existencial de quien juró que Venezuela y el
petróleo serían suyos, así tuviera que subir al cielo
gateando.
2
Puede
que hoy, los entonces futuros tontos útiles de la sección
venezolana del Foro de Sao Paulo que con absoluta
ingenuidad y una irresponsabilidad rayana en el crimen de
Estado le extendieran en febrero de 1989 la alfombra a la
visita a Caracas de Fidel, quien ya traía in pectore
tanto la fundación del Foro como devorarse de una sola
zampada a la principal nación de Caribe y si fuera
necesario asesinar a su gentil anfitrión, Carlos Andrés
Pérez, sufran su arrepentimiento. Lo cierto es que
sirvieron voluntaria y decididamente a defenestrarlo con
una cayapa ante la cual la que le hizo la zancadilla al
paraguayo Lugo es digna de un orfelinato. ¿Sabrán nuestros
golpistas de salón que ayer le abrieron los portones a la
conspiración forista y hoy lloran lágrimas de sangre de
qué se trata cuando se menciona a los templarios paulistas
que nos visitarán el 4 y 5 de julio próximos?
Se trata de
quienes se confabularon a la sombra de la estupidez de las
democracias alcahuetas, comenzando por la de nuestros
fiscales, prohombres mediáticos, militares, editores,
jueces, empresarios, filósofos y politicastros de fines de
siglo, para coronar con la joya petrolera a un teniente
coronel golpista, zafio, brutal, asesino y decidido a
liquidar nuestra República y montar el régimen totalitario
que le garantice gobernar de por vida, siguiendo el modelo
que inspira a los foristas que nos visitan: la tiranía
castrista. Se trata del ELN y las FARC de Colombia -
¿olvidar el discurso de Raúl Reyes en el sexto encuentro
del Foro? -, de todos los partidos, grupos y grupúsculos
de la ultraizquierda latinoamericana, y de aquellos que a
la sombra del chavismo y contando con el financiamiento
del petróleo venezolano y jugosos maletines
contrabandeados en esta última década montaron los
gobiernos de Lula, de Kirchner, de Evo Morales, de Rafael
Correa, de Daniel Ortega, de Pepe Mujica, de Dilma Roussef.
Se trata, en consecuencia, de
quienes salieron de la oscuridad de las covachas
conspirativas, los secuestros, las guerras de guerrillas y
los asaltos de bancos para adquirir certificados de buena
conducta y lucir ante el mundo como ejemplares tribunos
democráticos: el PSUV venezolano, el PT brasileño, los
montoneros y tupamaros rioplatenses, los Elenos
bolivianos, los sandinistas nicaragüenses, entre muchos
otros que estarán a la espera de asaltar el poder, como
los comunistas, los miristas, los socialistas chilenos de
la ultra. Que ya lanzan sus nuevos rostros para la
ofensiva desde las universidades chilenas. Y que estarán
decidiendo sus acciones futuras desde Caracas a partir de
este 4 de julio.
Se trata de
los embaucadores de oficio que al amparo de la idiotez de
la progresía europea reciben premios nobeles y jugosos
estipendios en Euros, como Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez
Esquivel, que maculan la compañía de la Madre Teresa de
Calcuta y Willy Brandt. Estafadores de la nueva izquierda
que acompañan la danza con lobos de las abuelas de Mayo,
mecheras de profesión dignas de un tango de Enrique Santos
Discépolo.
3
La insólita
irresponsabilidad de las democracias occidentales y del
Departamento de Estado al pensar que desaparecida la Unión
Soviética desaparecía la conspiración de la izquierda
castrista en América Latina y confiados en que la región
se enrumbaba por la senda de la reconstrucción de las
democracias y la modernización de sus sistemas políticos y
la globalización de sus economías, se ha saldado con un
trágico saldo: la destrucción de las bases sociopolíticas
y económicas venezolanas, uno de los principales bastiones
de la democracia en la región, y el asalto al poder por
parte del golpismo de izquierdas en sus países más
importantes.
Primer
ganancioso de este grave descuido ha sido el imperialismo
brasileño, que juega con dos cartas: la de la
consolidación de su poderío económico estratégico – ya es
la sexta potencia del mundo - y la del control de la
región con la mano izquierda del Foro. El trotskismo sabe
manejar a la perfección el juego de la conspiración.
Comprendió la nueva fase del desarrollo capitalista en
medio de la crisis mundial: fortalece su burguesía
nacional – un clásico ejemplo de política trotskista de
alianzas -, se apodera de la interlocución de la región
con la progresía norteamericana y favorece el desarrollo
de autocracias dispuestas a asumir las satrapías de sus
intereses.
En esa
política, el Foro sirve a la perfección a sus intereses
regionales. De allí la pregunta: ¿a qué viene a Venezuela
la tribu del castro-lulismo? ¿Qué se traen entre manos
estos querubines de la revolución, que tienen en Hugo
Chávez al gran heresiarca y a los intereses imperialistas
de la neo burguesía brasileña su magno propósito?
Mueve al Foro
de Sao Paulo un propósito esencial e irrenunciable:
impedir la caída del régimen de Hugo Chávez, con la cual
se dislocaría todo su ajedrez imperial. Impedir que el
títere de Castro y del lulismo deje la escena y las
principales reservas petrolíferas vuelvan a manos de sus
legítimos propietarios: nosotros, los venezolanos.
Cerrarle el paso a la democratización de América Latina,
como lo han pretendido ayer en Honduras, como hoy lo
pretenden en Paraguay. Pues de la ominosa y repudiable
intervención del ministro de relaciones exteriores de Hugo
Chávez en la Asunción queda claro el papel de gendarmería
que el Foro le asigna a nuestro país. Que usa el garrote
petrolero como el Departamento de Estado utilizara en el
pasado la Quinta Flota, los boinas verdes y el sebo
financiero del FMI.
La salida de
Chávez constituiría un golpe mortal a las pretensiones de
la izquierda radical del continente por volver a la edad
dorada del castrismo. Priva de recursos financieros a
quienes sin ellos estarían arrinconados sin poder y sin
gloria. Gran parte de los fastuosos ingresos petroleros,
escamoteados a nuestros sectores más desvalidos, han ido a
satisfacer la insaciable voracidad del castro chavismo
latinoamericano. Alimentando grupúsculos de ultra
izquierda, campañas de gobiernos corruptos, cruzadas de
quienes no distinguen entre causas e intereses personales.
Ha permitido la sobrevivencia de quienes, sin el auxilio
castro chavista, se alumbrarían con velas.
De allí mi
asombro cuando escucho las quejas de aquellos sectores que
respaldan al candidato de la democracia venezolana porque
el PT respalde a Hugo Chávez. Todavía se fían del crédito
que hace cincuenta años tuvieran los Castro y en la
natural bonhomía del comunismo internacional. Son ciegos
ante lo obvio: Lula, Dilma y su cohorte foropaulista
van a lo suyo. Liquidar a las democracias
latinoamericanas, montar el caudillismo autocrático
castrista y sentar el poderío del neo imperialismo
brasileño. A eso vienen: a examinar las condiciones del
campo de batalla en que posiblemente este 7 de octubre se
jugará el destino de Latinoamérica. Esconden
el puñal con que pretenden asestarnos una puñalada. No lo
permitamos
sanchez2000@cantv.net