Sólo un miope, un imbécil o un
social-fascista rojo-rojito podría desvincular los hechos
que hoy se suceden en Honduras de la mano y bajo la batuta
del golpismo castro-chavista de los titiriteros del
Caribe: obedece a un guión perfectamente pre establecido,
probado y aprobado desde el 4 de febrero de 1992 y puesto
en vigencia durante los diez años de neo dictadura
venezolana, así en este caso se encuentre al final del
camino del gobierno constitucional de Manuel Zelaya y no
en los prolegómenos de su asalto al Poder, como sucediera
con Evo Morales. Los actores son otros, el guión el mismo:
introducir la pata golpista en el dintel antes de que las
instituciones, siguiendo la correspondiente Constitución,
cierren la puerta a las aventuras y las mantenga abiertas
a un proceso electoral. Tras la aparente inocuidad de una
“mera encuesta” – como hoy afirma el cariacontecido Zelaya
desde Costa Rica - se trata de entrarle a saco a la
constitución y secuestrar el espacio de la
institucionalidad democrática, vaciar sus instituciones de
todo contenido y montar una faramalla fascistoide mediante
la obertura de una constituyente y la coda de un
gobernante entronizado.
Es una comedia en varios actos
de la que en Venezuela hemos presenciado y vivido varios
desenlaces. Aquí con la intromisión cubana, allí con la
mano peluda del teniente coronel. Quien primero puso en
práctica el esquema castro-chavista fue Evo Morales, quien
defenestró al gobierno legítimamente electo del presidente
Sánchez de Lozada y puso suficientes zancadillas a sus
sucesores como para que el poder le cayera como una pera
madura en sus manos. Nadie puso el grito en el cielo por
Sánchez de Lozada como hoy lo pone por el oligarca
terrateniente y chavista de última hora, Manuel Zelaya. Ni
la OEA, ni el Parlamento Europeo movieron un dedo,
mientras la dupla Chávez-Castro le alfombraba al dirigente
cocalero el ingreso al trono del altiplano. Allí está: hoy
tamborilea en una disyuntiva hamletiana, mientras busca
manera de darle una patada al tablero e imponer lo que ya
constituye apetencia de los gobernantes de débiles
convicciones democráticas en América Latina: hacerse
reelegir cuantas veces lo estimen apetecible. No es el
caso de Lula ni de Michelle Bachelet, demócratas
ejemplares: es el caso de Chávez, de Evo Morales, de
Rafael Correa y ahora de Manuel Zelaya. Caimanes de un
mismo pozo. Se pone de moda gobernar de manera vitalicia y
en el colmo del descaro y la hipocresía: de manera seudo
constitucional y seudo legalista. El viejo modelo de
Adolfo Hitler, ahora en short, de alpargatas y maracas.
Quien jugó al rompimiento del
hilo constitucional en Honduras fue Zelaya, inspirado y
apalancado por Hugo Chávez. Los aviones con materiales
para la “inofensiva encuesta” eran militares y salieron de
Maiquetía o La Carlota. Posiblemente llevaban no sólo
urnas y papeletas, sino armas, operadores y expertos. Y su
misión era de una llaneza sorprendente: a través de una
seudo consulta crear las condiciones plebiscitarias para
entorpecer el próximo proceso electoral, cambiar violenta
aunque subrepticiamente las reglas del juego y permitir la
reelección de Manuel Zelaya. Un golpe a la Constitución
hondureña, que lo prohíbe y castiga expresamente. Un golpe
al Congreso, que no lo permite. Una burla a la Corte
Suprema, que no lo legitima. Un desprecio a todos los
partidos políticos, incluido el de Zelaya, que no lo
respaldan.
Que ahora Zelaya no se queje:
fue él el inspirador de este Golpe al Golpe. Que Chávez no
se rasgue sus vestiduras: detrás de Zelaya se ven sus
colmillos imperiales y su insaciable sed de dominio. Que
Insulza aproveche la circunstancia para aplicar una Carta
Democrática que lleva años negándole al pueblo venezolano.
Y que gracias a ella se restablezcan en Honduras la
Constitución y las Leyes, impidiéndole a Zelaya burlarse
de la institucionalidad democrática de su patria.
Fuera Cuba y Venezuela de
Honduras. Honduras para los hondureños. Que se restablezca
cuanto antes la vigencia plena de la Constitución y se
celebren las próximas elecciones sin interferencias ni
afanes vitalicios. Y que Zelaya siga el consejo de otro
demócrata ejemplar, Ricardo Lagos, que recomienda aprender
a hacer las maletas. Le llegó la hora de decir adiós. Que
no lo obliguen a decirlo.
sanchez2000@cantv.net