A Luis Ayala
Lejos, muy lejos los tiempos de Willie
Brandt y Carlos Andrés Pérez, cuando la Internacional
Socialista corría en auxilio de España y Portugal para
que salieran del horror del Franquismo y del Salazarismo
y pudieran transitar seguros de la mano de la
socialdemocracia hacia los regimenes de libertad y de
prosperidad de que hoy disfrutan. Lejos, muy lejos los
tiempos en que la Venezuela de Acción Democrática armaba
al comandante Cero y galvanizaba las fuerzas
democráticas nicaragüenses para que salieran de Somoza y
del somocismo.
Era en los tiempos en que los presos
políticos chilenos podían contar con el respaldo de los
gobiernos venezolanos, que abrieron sus fronteras para
recibir a los condenados de Pinochet y enviaron a
Santiago a sus ministros de relaciones exteriores para
arrancarle de las mazmorras a sus condenados a muerte.
Así fue como Diego Arria salvó a Orlando Letelier, ex
canciller de Salvador Allende y Ramón Escobar Salom a
Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista
chileno.
¿Cómo olvidar el gesto magnífico de Carlos
Andrés Pérez, contrabandeando al joven Felipe González
en el avión presidencial venezolano para que se sumara a
la gesta libertadora del Partido Socialista Obrero
Español en tiempos de la dictadura de Francisco Franco?
Era en los tiempos en que la Internacional
Socialista cumplía a cabalidad los principios que la
llevaran a su fundación en Londres al finalizar la
Segunda Guerra Mundial: contribuir a la democratización
del planeta y fomentar gobiernos verdaderamente
respetuosos de la separación de poderes y los derechos
humanos. Principios que serían cumplidos fiel y
plenamente en la Venezuela de Acción Democrática,
entonces partido rector de la IS y factor de respaldo
incondicional a los perseguidos de Chile, de Argentina,
de Uruguay, hundidos en feroces dictaduras militares.
Para nuestra inmensa desdicha, esa
Internacional Socialista ya no existe. La que sobrevive
permite que integren su organización partidos,
movimientos y países que están muy lejos de respetar los
principios fundacionales. La que hoy sesiona está
incapacitada para ponerle un tapabocas y frenar sus
ímpetus dictatoriales a caudillos demagógicos y
populistas, despóticos y atrabiliarios como el teniente
coronel Hugo Chávez. ¿Qué hace la izquierda argentina o
la izquierda brasileña en una Internacional Socialista
que ampara los delitos de lesa humanidad cometidos a
diario en Venezuela por un gobierno que pisotea su
propia constitución y arrastra el país a su ruindad y
miseria?
Jamás la Internacional Socialista de Willy
Brandt o de Carlos Andrés Pérez hubiera tolerado
regímenes como el que hoy aplasta la institucionalidad
democrática en la atribulada Venezuela. ¿Qué diferencia
hoy por hora a la Internacional Socialista del Foro de
Sao Paulo? ¿Cómo puede el PSOE, como pueden el Partido
Socialista alemán y el Partido Socialista francés
hacerse cómplices de la solicitud de Lula da Silva ante
el demócrata Barack Obama a favor de un régimen de facto
como el venezolano? ¿Aceptará Obama aproximarse a un
gobierno de facto, represivo y dictatorial como el
gobierno militar de Venezuela, ante el silencio y la
complicidad de la Internacional Socialista? ¿Nada tiene
Alan García, presidente honorario de la IS, que decir
ante el fujimorismo caribeño que hoy campea en nuestra
patria? ¿Nada que decir los dirigentes del socialismo
chileno que encontraran cobijo, trabajo y respaldo
político, material y financiero en la Venezuela
gobernada por nuestra socialdemocracia, hoy perseguida,
humillada y escarnecida por el teniente coronel en la
figura del presidente de UNT, miembro con plenos poderes
de la IS que hoy resiste los embates de la policía
política y la justicia del horror del régimen imperante?
¡Qué lejos los tiempos de la IS de Willie
Brandt y de Carlos Andrés Pérez!