Dará juego a especulaciones de
toda índole durante el tormentoso futuro por venir.
Provocará desmentidos y silencios. Y hasta puede que algún
desaprensivo estudiante de ciencias políticas de alguna
universidad nórdica, bien calefaccionado con el petróleo
del Mar del Norte, escriba una tesis de grado. Tema: Las
FARC y el Socialismo del Siglo XXI. Historia de una
conspiración planetaria.
Pues las revelaciones que contiene la carta del que
llegaría a ser el guerrillero más viejo del mundo, muerto
en marzo pasado en extrañas circunstancias – “nosotros
decimos que murió de un infarto”, dijo el Mono Jojoy,
dejando sembrada la duda acerca de la verdadera causa -
tras una seguidilla de derrotas y catástrofes infringidas
por el ejército colombiano a su semi centenaria tropilla
revolucionaria, vienen a confirmar todos los rumores,
sospechas y acusaciones que circulan en el mundo político
latinoamericano desde hace diez años: Hugo Chávez es la
agresiva, poderosa y financiera avanzada seudo legal de un
vasto movimiento insurreccional que ha ido extendiéndose
como una mancha de aceite, abarcando Venezuela, Ecuador,
Bolivia y Nicaragua, países ya directamente bajo su
control. Otros, como algunas repúblicas centroamericanas
de las que Honduras sería la joyita de la corona, habrían
resbalado al fondo de su esfera de influencias. Y los
últimos, desde Brasil y Chile hasta Uruguay y la Argentina
de los Kirchner, aliados cómplices o silentes,
perfectamente enterados de los propósitos subversivos del
teniente coronel, heredero y epígono dilecto de Fidel
Castro, pero maniatadas sus autoridades de gobierno por
viejas querencias e inveteradas inclinaciones políticas o
el compromiso fundacional del llamado Foro de Sao Paulo.
Algunos de ellos – y ellas - militaron en la izquierda
revolucionaria de los años sesenta, se exilaron en países
comunistas o en la Cuba castrista, asaltaron bancos y
secuestraron empresarios y hoy manejan sus países por
causa y honra del simple relevo generacional. Con la OEA –
vaya sorpresa - reconvertida gracias a un birlibirloque
digno de una novela de política ficción, en la Quinta
Internacional del Socialismo del Siglo XXI o,
parafraseando a los pujos cubanos de los sesenta, en la
OSPAL de los nuevos tiempos: Organización de Solidaridad
de los Pueblos de América Latina. Con Irán, Afganistán,
Corea del Norte, Bielorrusia, Rusia y otras perlas
dictatoriales como aliados planetarios.
A confesión de partes relevo de pruebas. He aquí algunas
de estas estremecedoras revelaciones: el acceso a la
presidencia de Rafael Correa, quien saltara al primer
plano de la política luego del defenestramiento de Lucio
Gutiérrez - que no causara la más mínima preocupación de
la OEA a pesar de constituir un guión con los mismo
ingredientes que la salida de Manuel Zelaya - fue
financiado por las FARC con los dineros obtenidos del
narcotráfico y del secuestro de colombianos y venezolanos,
fuentes financieras de que viven desde hace décadas. El
amigo Hugo Chávez es el aliado privilegiado al que hay que
proteger y con quien mantener y fortalecer los lazos que
existen desde antes que asumiera la presidencia de la
república. También contó con el financiamiento de las
narco guerrillas. Las FARC son tan bolivarianas como el
PSUV venezolano o el MAS boliviano, partidos de gobierno
en ambas naciones. Todos esos gobiernos, hoy hegemónicos
en la OEA forman parte del bloque de fuerzas
revolucionarias caro a las FARC y su viejo proyecto
insurreccional. Todo lo cual dicho por Marulanda, no por
los dirigentes de la oposición venezolana. O por Don Mario
Vargas Llosa.
Son tan contundentes y tan estremecedoras, tan insólitas y
graves todas estas afirmaciones testamentarias, que cabe
preguntarse si bajo las actuales circunstancias cabe
alguna posibilidad de revertir los hechos que revelan. A
saber: que Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua son
Estados forajidos, según la famosa definición de J. Rawls
(The Law of Peoples, 1993). Esto es: Estados en los que no
se respeta la voluntad de los gobernados – el caso Ledezma
termina por confirmar el desprecio del gobierno venezolano
a los procesos electorales, que están suspendidos, y a sus
resultados, violados pública y notoriamente -; las
instituciones se encuentran secuestradas por una voluntad
autocrática y totalitaria; los derechos humanos no son
respetados y se contravienen todas las normas de la
convivencia internacional, según los tratados y acuerdos
que los rigen. En el caso venezolano cabe incluso
preguntarse si su sociedad corresponde hoy por hoy a la
categoría de las sociedades democrático occidentales o ya
es una sociedad jerárquica, religiosa y militarizada, como
la Irán, su principal aliado en el Medio Oriente.
El testamento de Marulanda constituye una base documental
suficientemente amplia y prolija como para demostrar que
Venezuela, bajo la presidencia de Hugo Chávez, se ha
convertido en un Estado Forajido y en un Narco Estado, es
decir, en un Estado que viola sistemática y sistémicamente
los derechos humanos y mantiene vínculos asimismo
sistemáticos y sistémicos con el narco tráfico. El
ingrediente de la asociación con la criminalidad de las
guerrillas termina por darle consistencia a las
acusaciones de la oposición venezolana ante los foros
internacionales y a su requerimiento de darle trato
especial, urgente y categórico al tema de la
gobernabilidad en Venezuela.
En el caso hondureño, la comunidad internacional ha
solapado consciente y deliberadamente el proceso de
internacionalización de la subversión propiciada por los
estados mencionados, particularmente de parte del gobierno
venezolano, y del derecho a la legítima defensa
constitucional ejercido por las instituciones democráticas
hondureñas, manteniéndose rígidamente prisionera de viejos
y caducos preceptos de derecho internacional. Ello
manifiesta la crisis insoluble de la OEA, objetivamente y
estructuralmente incapacitada para hacer frente a los
objetivos que le dieran origen a mediados del siglo
pasado. El propio Secretario General lo ha reconocido al
señalar que su Carta Democrática prescribe claramente los
principios de defensa de sus presidencias, de manera
alguna las de sus pueblos. Y lo que es muchísimo peor: los
de sus instituciones.
De allí la incapacidad del organismo multilateral para dar
lectura a las confesiones testamentarias de Marulanda y
actuar en concordancia con los principios de su Carta
Democrática. La presión de los pueblos por revertir el
grave peligro que corren – como lo hiciera el hondureño –,
y que se manifiesta ya en las derrotas electorales de
importantes aliados del Club de los forajidos, la
emergencia de nuevos gobiernos en países hoy controlados
por esta pervertida comunidad de estados y las necesidades
de policía internacional de Europa y los Estados Unidos
llevarán irrevocablemente a la crisis de la OEA. Sus días,
como los de su Secretario General, están contados.
sanchez2000@cantv.net