A Marcel Granier y
Guillermo Zuloaga, ejemplos de resistencia
Aún resuena en la conciencia
crítica del judaísmo la quemante requisitoria de Hannah
Arendt: el mayor y más grave error de las comunidades
judías en la Europa sometida a la bota totalitaria del
nazismo – la misma de cuyos hedores comenzamos a disfrutar
en la Venezuela del gas del bueno y la justicia del horror
de doña Luisa Estela Morales – fue haber aceptado con
mansedumbre la bestialidad hitleriana y no haber
respondido desde un comienzo, incluso desde antes de la
Noche de los Cristales Rotos, con virilidad, con fiereza,
con hidalguía.
Es un tema
espinudo que aún remueve esos polvos lejanos, convertidos
en cenizas en los crematorios de la brutalidad nazi,
cuando se desparramara sobre seis millones de inocentes de
toda edad, sexo, clase, nacionalidad y condición, el mejor
de los mejores “gases del bueno”: primero monóxido de
carbono de los tubos de escape de los propios furgones de
exterminio – método lento y poco “productivo” -, para
pasar al asesinato masivo mediante la construcción de
cámaras con aspersores para la irrigación del gas Zyklon
B, una forma de cianuro de hidrógeno, de comprobada
eficacia en Auschwitz y luego en todos los centros de
exterminio construidos por los nazis a escala industrial.
Para llegar a ese
punto de inflexión en la historia de la humanidad, pues
los ochocientos mil o más años de historia del que
llegaría a ser el hombre contemporáneo deben dividirse
entre antes y después de Auschwitz, los judíos de la
Europa nazi habían ido aceptando su persecución y
arrinconamiento, su represión y confinamiento, con la
voluntad y la aquiescencia de las ovejas. Salvo honrosos
ejemplos, la pauta fue aceptar en silencio y acomodarse a
la situación, creyendo ingenuamente evitar lo peor. Según
Hannah Arendt está comprobado que allí donde hubo una
resistencia firme y decidida desde un comienzo los
sufrimientos fueron infinitamente menores o inexistentes.
Allí en cambio en donde las comunidades judías llegaron al
extremo de montar sus propios aparatos parapoliciales para
secundar a las tropas de asalto nazis seleccionando y
deteniendo a los candidatos al traslado a los campos de
exterminio, la aniquilación fue total. Recordemos como
honrosa y magnífica excepción la heroica insurrección del
Ghetto de Varsovia.
Desde entonces y
ante la invasión de la barbarie – interna o externa,
endógena o exógena – no valen más que dos posibilidades y
una sola disyuntiva: arrodillarse o resistir. Lo recuerdo
no sin sorpresas y hasta con exasperación viendo el avance
de la barbarie rojo-rojita de nuestro Hitler tropical ante
la complacencia, las concesiones y debilidades de quienes
privilegian un acomodo con el terror del estado chavista
- creyéndolo meramente circunstancial – antes que la viril
reacción de la negativa y la protesta, la denuncia y el
reclamo.
Se equivocan de
cuajo: muestran la debilidad de sus principios y algo
muchísimo peor, la tonta ingenuidad de falsas esperanzas.
Quien le da la mano a los esbirros del régimen – sean
jueces o policías, carceleros o ministros, fiscales o
administradores – está hipotecando el brazo. Pronto se
quedará sin ellos. Y amputado en lo que fuera su propia
esencia, puede que sobreviva, pero al precio de haberse
convertido en una piltrafa humana.
Pasan por alto
estos acomodados de la oposición que nada es eterno, que
el régimen comienza a entrar en la dinámica hitleriana
porque no tiene más remedio, y que su sobrevivencia
depende de que nos arrodillemos o resistamos. Es la hora
de pasar a la resistencia, sin concesiones a
consideraciones cuantitativas como las de quienes
consideran que resistir no es el mejor modo de crecer.
Patraña: hoy la mejor manera de crecer es fortaleciendo
nuestro rechazo y dando testimonio vital de nuestra
entrega a la lucha por la libertad y la democracia. No por
casualidad los venezolanos que ya están en la primera fila
de la resistencia – Antonio Ledezma, César Pérez Vivas,
Pablo Pérez, Henry Ramos, Ismael García, Leopoldo López y
todos quienes dirigen nuestras luchas de resistencia a lo
largo y ancho de la república - son o serán los líderes
del presente y los constructores del futuro.
Avergüenzan
quienes corren a entregar las cabezas de sus mejores
comunicadores a la voracidad de Hugo Chávez. Cometen el
más grande error de sus vidas.
sanchez2000@cantv.net