Hugo Chávez comienza a
descender del pedestal de los semidioses y a convertirse
en un patético y lamentable presidente de opereta. Como al
personaje de la farsa castellana, sus gracias se le
convierten en morisquetas. Y los fantasmas que invoca en
sus esfuerzos de aprendiz de brujo se niegan a regresar a
las botellitas de las que él mismo las extrajera. Inventor
de todos los radicalismos y propulsor de todos sus
desmanes, ahora, cuando ve el resultado de sus sahumerios,
pretende echar pie atrás y recoger velas. No logrará más
que el desprecio de sus radicales y la desconfianza de sus
seguidores. En cuanto a la oposición, hoy mayoritaria en
el país y pronto a darle su merecido, dejó hace mucho
tiempo de creer en sus golpes de pecho. Que asuma las
consecuencias de sus actos y reciba el castigo que se
merece. El 15 tendrá la cosecha de su siembra. El NO
arrasará con sus pretensiones vitalicias.
Diez años de
provocaciones, de violencia desatada y de cantinela
revolucionaria no se borran con una lamentación de última
hora. No hace un mes ordenó gas del bueno contra el
movimiento estudiantil y cárcel a sus dirigentes. Un
estudiante de la UDO murió asfixiado. Hay decenas de
universitarios detenidos y sometidos a la justicia del
horror. Un embajador de un país amigo expulsado y como
resultado directo de esa acción, una Sinagoga ultrajada.
Bombas lacrimógenas producidas en sus arsenales han sido
lanzadas por sus radicales contra la Nunciatura, en donde
un joven dirigente universitario lleva más de un año sin
obtener el salvoconducto que las normas del derecho
internacional harían perentorio. Tras de esa aberración se
esconde una política exterior enemiga del Vaticano y de
las normas de entendimiento que han regido décadas de
amistad.
Periodistas han
sido agredidos moral y físicamente por sus radicales,
obedeciendo a las andanadas verbales suyas. Es la mano que
tira la piedrita y esconde la mano. Vocifera desde sus
maratónicas cadenas y asalta RCTV, le roba sus antenas y
la saca de la señal abierta a la que tiene derechos
adquiridos. ¿Alguna sorpresa si uno de sus
"revolucionarios" decide completar el trabajo asesinando a
su propietario? Los mismos que hoy quisieran llevar a cabo
el trabajo sucio que insufla con sus peroratas siguen sus
deseos lanzando cócteles molotov y bombas lacrimógenas
contra Globovisión. Su fiscalía se encarga de los aspectos
procesales. Sus policías aduanales del terror burocrático.
Hay decenas de
presos políticos a los que se les niegan los más
elementales derechos procesales. ¿Quién, cómo y cuándo
correrá con la reparación a los años perdidos por
venezolanos decentes en las oscuras mazmorras chavistas?
¿Quién compensará el dolor de las esposas y los hijos de
esos policías honorables humillados y ofendidos por la
canalla que sigue sus órdenes?
Avergüenza y
ofende el desparpajo y el caradurismo con los que hoy el
presidente de la república pretende limpiar la obscenidad
de su comportamiento antidemocrático. El es el cerebro del
odio y del rencor que mueven a Santana y a Lina Ron. Él el
autor intelectual del ultraje a los templos de cristianos
y judíos. Él el promotor del odio que destila La Hojilla.
Él el dedo que apretó el gatillo que puso fin a la vida de
19 venezolanos el 11 de abril.
Sembró esos
vientos. Que por lo menos tenga el coraje de enfrentar
estas tempestades. Si tuviera un ápice de decencia, no
hubiéramos perdido estas navidades empujados a un
enfrentamiento estéril y estúpido, sólo por complacer su
gigantesca y monstruosa vanidad. Si tuviera una mínima
capacidad de autocrítica y no estuviera consumido por esta
sociopatía que lo devora, megalómano insaciable como es,
hubiera renunciado hace mucho tiempo a sus delirantes
pretensiones. Que tanga el coraje de defender como hombre
lo que provocó con su intriga y su maldad. No traicione a
los suyos. Asuma, junto a ellos, sus consecuencias. Todo
lo demás es cobardía.
sanchez2000@cantv.net