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Antonio Ledezma
por Antonio Sánchez García
 
viernes, 10 julio 2009


            Habrá un antes y un después en la historia de nuestra atribulada Venezuela democrática: con un gesto nacido de su inspiración y llevado a cabo hasta sus últimas consecuencias, Antonio Ledezma ha partido en dos la historia de esta década turbia y ominosa. Sin consultarlo sino con su conciencia, sin consideraciones de tiempo ni espacio y sin parar mientes en el grave riesgo vital en que incurría sentó un precedente inédito en la historia de la Venezuela post chavista. Es el primer venezolano que pone su vida consciente y deliberadamente en el tablero político. En un juego del todo o nada. Por razones estrictamente éticas y morales. Convencido de la justicia de sus reivindicaciones y de la nobleza de la causa que representa.

            Un gesto como ese hacía falta, una inmensa falta. Ya olvidados en Venezuela los tiempos en que la política se libraba en el candelero del sacrificio y se pagaba con la sangre el derecho a reclamar la libertad y la justicia. Aquellos tiempos extraordinarios en que la política era una causa y la causa un testimonio sudado con sangre. Los tiempos de Antonio Paredes, de José Rafael Pocaterra, de los jóvenes universitarios del 28, de tantos y tantos combatientes desaparecidos en las sentinas de abyectas dictaduras, como Ruiz Pineda y tantos de sus compañeros. Los tiempos incluso de un Jorge Rodríguez, muerto en las mazmorras de la Digepol y hoy maculado y escarnecido en su frágil y aterida memoria por quien no ha sabido estar a la altura de su legado convirtiéndose en un represor del régimen imperante.

            Pues Venezuela comienza a tocar fondo. El fondo turbio y cenagoso de la inmoralidad, de la inescrupulosidad, de la absoluta carencia de principios. El fondo del enriquecimiento a costa de la sangre de decenas y decenas de miles de asesinados. De acaudalados uniformados y politicastros que medran con el hambre de justicia de un pueblo nuevamente traicionado. El fondo de generales y prevalidos, de oportunistas y ladrones, de mafiosos y forajidos. El fondo de nietos e hijos de ladrones que establecen un vínculo de continuidad entre la dictadura de Gómez y la neo dictadura autocrática de Hugo Chávez. El fondo del estupro, la grosería y el irrespeto. El fondo de la prepotencia cuartelera y la insolencia prostibularia de las armas. El fondo pantanoso del caudillismo.

            De allí el asombro ante un gesto aparentemente incomprensible. Mientras la Venezuela rumbera y consumista, petro santificada  y rojo rojita se preparaba a bajar a la playa y tostarse el ombligo, Antonio Ledezma caminó decidido por las calles de Caracas  a la cabeza de un puñado de sus trabajadores, entró a las oficinas de la OEA y decidió desafiar la ruindad de su Secretario General con un gesto suicida. Desnudando de una sola plumada la orquestación circense del truhán hondureño. Mientras Celaya recibía el respaldo mil millonario de PDVSA, incluido maletines, armas y aviones, jugando a la invasión teledirigido desde Miraflores en una payasada rastrera y sinvergüenzona, nuestro Alcalde Metropolitano levantaba el estandarte de la dignidad   en su absoluta soledad.

            Ha quedado claro y espero que sea una enseñanza definitiva de estos nuevos tiempos de lucha: la POLÍTICA con mayúsculas, la de los POLÍTICOS con mayúsculas, no anda pidiéndole permiso a las malandras y malandros del CNE y a los truhanes institucionales para expresar sus angustias. Para echar a andar la historia basta con echarla a andar. Antonio Ledezma la ha echado a rodar por los caminos buenos de la VENEZUELA con mayúsculas.

            Que nada ni nadie la detenga.

sanchez2000@cantv.net

 
 

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