No existe otro personaje más esquilmado, malversado,
atropellado, tironeado y escarnecido que el pobre don
Simón Bolívar. Sus innumerables citas pululan en
cualquier cajón de sastre y han servido a los
politicastros venezolanos de todo tiempo y condición
como el hilo negro para coser cuanta impostura se les
ocurra. Lo adivinó a pocos años de su muerte y se lo
dijo lleno de aflicción al joven Antonio Leocadio Guzmán
en 1827, cuando el hijo de la Tiñosa, como llamaban a su
madre, andaba haciéndole la corte a una de las jóvenes
Blanco, sobrina y protegida del Libertador, a la caza de
un buen braguetazo. Se salió con la suya el ambicioso
joven, dando a luz en 1830 al propio Guzmán Blanco. Así
escriben los aventureros la historia de Venezuela: entre
golpes de fortuna, braguetazos y asaltos armados al
Poder.
"No puedo evitar que se haga en mi nombre
cuanta tropelía se le ocurra a los aprovechados", dijo
palabras más palabras menos el más poderoso
latinoamericano de su tiempo, cuando ya se enfilaba a su
inevitable ruina. Ni se imaginaba que el hijo del
ambicioso Antonio Leocadio le elevaría cincuenta años
después un altar y echaría andar el culto que mayores
desgracias le ha traído a la república. El culto a
Bolívar. Convertido en cruento sainete de estos malos
tiempos.
La culpa es suya, pues fue el dueño del
garrote. Sirve el pobre Don Simón para la ultra derecha
y la ultra izquierda, para monárquicos y republicanos,
para desaforados y sensatos, para pacificadores y
guerreros, para conservadores y revolucionarios. En fin:
para lo que a usted más le acomode. Fue arbitrario y
consensuado, aristócrata y popular, rico y pobre,
monárquico y republicano, imperialista y antimonárquico,
demócrata y despótico. Y ya al borde de la muerte hasta
llegó a echar en falta el gobierno colonial, cuando se
disfrutaba de esa paz perdida por causa de sus
delirantes sueños de grandeza. Sin duda, el venezolano
más complejo, rico en matices, culto, contradictorio y
desenfadado de todos los tiempos. Si tiene usted
ambiciones políticas agarre, manque sea fallo: algo
encontrará que le sirva a sus propósitos.
Como que el libro que acaba de escribir
Enrique Krauze para desvelar los delirios bolivarianos
del teniente coronel comienza con una cita que demuestra
cuán atrabiliario resulta el intento del soldado de
Sabaneta de Barinas por apropiárselo. Dice el epígrafe
del libro en cuestión: “La continuación de la autoridad
en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término
de los gobiernos democráticos (…). Un justo celo es la
garantía de la libertad republicana, y nuestros
ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo
magistrado, que los ha mandado mucho tiempo, los mande
perpetuamente.” ¿Afirmar bajo esta premisa que encabeza
el extraordinario libro de Krauze que Bolívar, que
detestaba los reinados vitalicios, de revivir votaría
por el teniente coronel en su TERCER intento por
apropiarse de la presidencia de la república?
Dudo muy seriamente que Krauze lo haya dicho
y por lo tanto descreo de la Agencia France Presse que
lo ha echado a rodar por el mundo. Los dos aliados más
importantes con que contó Krauze para desnudar al
teniente coronel fueron Carlos Marx y Simón Bolívar. De
la lectura de su hermoso libro se derivan dos
afirmaciones concluyentes: Chávez es una aberración de
la izquierda marxista y un atentado contra el pobre don
Simón Bolívar. Pero como Enrique Krauze estará este
próximo viernes 5 de diciembre presentando su libro en
el Centro Cultural Chacao, de Caracas, tendremos
oportunidad de escuchar su propia y personal versión de
los hechos.