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Clodosvaldo, un hombre sin atributos
por Antonio Sánchez García  
lunes, 21 julio 2008


De la excelsa y muy variada fauna de personajes sin atributos que han copado los altos cargos públicos del Estado bolivariano sirviendo de manera perruna e incondicional al teniente coronel, el más irrelevante, insignificante, taciturno y despistado, mediocre, pusilánime y de contornos más imprecisos e indefinidos es, sin lugar a dudas, ese personaje deletéreo, difuso, transparente e inasible llamado Clodosvaldo Russian. Si el apellido se confunde con un sustantivo tan ominoso de llevar, como rufián, el nombre es una verdadera incógnita. He intentado encontrarlo en el santoral, hojeado en la Biblia, visitado Wikipedia, hurgado en los entresijos de Google y en todos mis diccionarios y enciclopedias, de las que poseo una extensa y rica colección, desde la afamada Brockhaus alemana hasta la Británica en una edición que fue la consulta obligada de Jorge Luis Borges, y no aparece Clodosvaldo alguno. En Google, una de las mejores guías de consulta de la actualidad, figuran más de 10 páginas dedicadas a tal nombre, inexorablemente vinculado al apellido Russian. Varias centenas de entradas dedicadas casi exclusivamente a relatar la única proeza con la que se le conocerá a la hora de su último suspiro: inhabilitar a varias centenas de opositores por orden del presidente de la república. Encuéntranse Clodoaldos, Clodoveos, Clodomiros. Merovingios fundadores de estirpes, santos, compositores de fados y jugadores de fútbol que rondan el inefable nominativo de nuestro contralor moral. Estoy tentado a pensar que Clodosvaldo hay sólo uno, es venezolano, de origen posiblemente eslavo, albino como una cucaracha de panadería y tan difuminado y levítico que pareciera un fantasma de la saga hollywoodense de sus famosos cazadores.

El Russian nos da más luces acerca de la genética política del funcionario melancólico e inexpresivo que esconde su nadería detrás de la nada de su atribulada figura. Es el adjetivo, por lo menos en inglés, de la nacionalidad rusa. Posiblemente el único aporte del vasto imperio zarista al socialismo del siglo XXI. Una larva mongol en la avinagrada leche del PSUV. Un mosco transiberiano a la orden de escarbar las deposiciones del teniente coronel y leerle su futuro, ayudándole a apartar a quienes le estorben la digestión. Por ahora dos centenas y media de opositores que amenazan y congestionan sus humores. A eso vino a dar el otrora militante del PCV, hoy atornillado en un cargo de altísimo salario con la única y exclusiva función de limpiar el escusado principal del palacio de Miraflores.

Será tristemente famoso por haber cerrado los ojos ante el robo más descomunal de dineros de Nación alguna en el mundo – la única ejecutoria que le hubiera dado sentido a su cargo -, mientras llenaba diez años de funcionarato escogiendo los nombres de aquellos enemigos de su amo a los que había que apartar de toda competencia, para facilitarle sus iniquidades.

Pobre Clodosvaldo: el alcahuete mayor de un lenocinio sin nombre.

sanchez2000@cantv.net

 
 

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