La
primera visión que el mundo tuviera del Brasil brasileño
la obtuvo por influjo de Walt Disney y una maravillosa
película de animación de los años cincuenta en que el pato
Donald y toda su pandilla hacen un maravilloso paseo de
aventura por las pintorescas tierras calientes y
exuberantes de América Latina. De entre sus personajes más
fascinantes, un loro parlanchín, desenfado y extrovertido
llamado Pepe Carioca, icono representativo del Brasil
profundo. Y Carmen Miranda, una cantante que hiciera las
delicias de los Estados Unidos de la post guerra.
Pepe Carioca y Carmen Miranda representan a la perfección
la imagen que me ha pasado por la cabeza al leer las
extravagantes declaraciones de Lula da Silva, antes de Evo
Morales la cenicienta de la política latinoamericana.
Precisamente a pocas horas en que la adusta y sobria
señora Merkel, canciller de Alemania, pusiera al teniente
coronel Hugo Chávez Frías en su justo lugar, a saber: la
de un golpista armado hasta los dientes sentado sobre la
mina de oro negro que le permite sus desaguisados pero no
le autoriza a sentirse dueño de América Latina, viene el
buen tornero mecánico convertido por el sino del tiempo en
presidente constitucional de la octava potencia del
planeta a mostrar sus dotes de profundo conocedor de la
historia de una república llamada Venezuela. Se ha
permitido decir públicamente, ante importantes
representantes del empresariado alemán y la prensa
mundial, sin que se le arrugue el semblante que “Hugo
Chávez es el mejor presidente que ha tenido Venezuela en
los últimos cien años” (sic).
La indudable exageración, seguramente producto de un
corazón demasiado agradecido por los crematísticos favores
de su amigo – maletines a granel que financiaron la última
década del Foro de Sao Paulo y, me apuesto la cabeza, la
campaña presidencial que llevara al líder sindical nada
más y nada menos que al Palacio de Planalto, sede del
gobierno – me hizo recordar no sin cierta indulgencia la
época en que – allá por los años sesenta – se decía que
los brasileños eran tan exagerados que a las ladillas
llamaban “panteiras do culo” y que cuando encaballaba un
barquito titulaban en primera página: “trasatlántico
embistió el continente”. El propio estilo Pepe Carioca.
Es conocida la tremenda incultura del tornero mecánico
convertido en primer magistrado del Brasil. Habrá que
tomárselo con indulgencia, como de quien viene ¿Por qué
habría de conocer la historia de una modesta república del
Caribe quien, siendo un comunista de corazón como todos
los miembros de su familia decidió probar suerte en un
partido de su invención para tomar más fácilmente el cielo
de la política por asalto democrático? Puede que esa
incultura explique la preponderancia adquirida por su
asesor Marco Aurelio García, licenciado en sociología y
devoto trotskista. Hombre capaz de leer, escribir y hablar
en francés y suficientemente instruido como para evitarle
al actual presidente del Brasil pasar malos ratos que lo
muestren en toda su orfandad cultural.
¿No estuvo Marco Aurelio a su lado en Hamburgo? ¿O es que
él, el correo privilegiado entre Lula y Chávez en tiempos
en que todavía no llegaba a la presidencia del Brasil y
seguro conocedor de las deudas en dólares adquiridas con
el teniente coronel, tampoco ha oído nombrar a Rómulo
Betancourt, a Rafael Caldera, a Raúl Leoni, incluso a Luis
Herrera Campins y a Jaime Lusinchi, por no mencionar a
Carlos Andrés Pérez, simple bachiller pero hombre que supo
ceñirse a las exigencias de una democracia moderna? Pues
Chávez no sólo no es el mejor presidente de Venezuela de
los últimos cien años: es el peor de toda su historia.
¡Una poquito de sentido de las proporciones, señores de la
izquierda brasileña! ¿Qué dirá su embajador en Caracas?
Bochornosas las declaraciones de Lula da Silva. Ha
mostrado, para decirlo en buen criollo, el bojote. Una
vergüenza para Brasil. Como sus palabras han de reflejar
lo que piensan los Kirchner, es de imaginar lo que los
demócratas venezolanos podemos esperar de la izquierda
latinoamericana, de su OEA y del Sr. Insulza. Malos
tiempos para la democracia.
sanchez2000@cantv.net