Se
ha equivocado el presidente Hugo Chávez: creyó que luego
de la eventual derrota de su movimiento en las elecciones
regionales de noviembre próximo la oposición venezolana
iría a por él. Y que la victoria en Miranda, Caracas o
Carabobo no sólo descabezaría esos importantes estados y
alcaldías de sus liderazgos impuestos a dedo por la
majestad presidencial, pasando a manos de los candidatos
del frente unitario de los partidos que integran la
alianza opositora. Sino que sería, además, la señal de
partida de una cacería inclemente contra su persona.
No faltaron quienes creyeron que así sería, pensando que
la crisis venezolana se mueve sobre los cómodos y
acolchonados rieles del enfrentamiento electoral. Hemos
oído reiteradamente a los líderes políticos, columnistas y
editores de la oposición democrática de izquierda hablar
del 2012 cómo la meta a alcanzar para sacar a Chávez luego
de la victoria electoral de las presidenciales. Sin
siquiera advertir que el ritmo y la velocidad de la crisis
harían saltar por los aires todas esas acomodaticias
previsiones. Enfrentar los próximos procesos electorales
fuera del contexto de la grave crisis de gobernabilidad
que sacude al país y resquebraja las bases de sustentación
del régimen supone no sólo ceguera, sino irresponsabilidad
y crasa estulticia.
Todos los indicios apuntaban a lo que ahora mismo está
sucediendo. Hugo Chávez padece de una enfermedad
irremediable, pues los trastornos de personalidad que lo
aquejan no tienen cura. Su carácter lo empuja
indefectiblemente al abismo y sus pulsiones más profundas
a la autodestrucción. Es incontinente, violento e
irreflexivo por naturaleza. Carece de los más elementales
mecanismos de autocontrol y dejado a su suerte es su peor
y más letal enemigo. Particularmente en momentos en que –
narcisista sociopático - todos sus sueños e ilusiones
chocan contra la realidad y sus aspiraciones de gloria y
majestad se ven severamente truncados. Como le está
sucediendo precisamente en estos momentos.
Está llegando al llegadero. Acosado por sus gigantescos
errores y la absoluta inoperancia suya y la de su entorno.
Sumido en una crisis económica, social, política y
jurídica sin precedentes. Y acorralado internacionalmente
por las más graves acusaciones que recibiera presidente
alguno en la historia de América Latina, con la sola
excepción de Augusto Pinochet. La justicia internacional
irá a por él como lo hiciera con el dictador chileno o con
los criminales de guerra de los Balcanes. Su error: creer
sinceramente que la escandalosa impunidad de que ha
disfrutado en un país desencajado política y moralmente,
humillado y escarnecido por su barbarie podía extenderse
al mundo entero, convertido en campo de despliegue de sus
napoleónicas ambiciones. Tal ha sido la sumisión de la
izquierda latinoamericana, tal la rufianesca disposición
de peronistas, marxistas, lulistas, frentistas y
castristas de toda suerte y condición a estirar la mano y
enriquecerse o financiarse a costa de la gigantesca,
criminal y monstruosa irresponsabilidad del teniente
coronel, que finalmente llegó a creer seriamente en un
poderío sobrenatural y saberse tan impune como un semi
dios. Exactamente lo mismo creyeron Pinochet, Videla y
Fujimori. Siguiendo a Hitler y a Mussolini, sus
ancestros.Lo han pagado muy caro.
Ninguna de las acusaciones que deberá enfrentar en la
Corte Penal Internacional son novedosas para la oposición
venezolana. Todos sus vínculos con las FARC, con el
narcotráfico, con los traficantes de armas, con los grupos
subversivos e insurgentes de América Latina, con las
mafias políticas argentinas o los movimientos de
piqueteros, cocaleros e indigenistas han sido reseñados a
su tiempo por nuestros medios de comunicación. Ni Rafael
Correa ni Evo Morales ni Daniel Ortega, y muy posiblemente
ni Lula ni Kirchner, ni Tabaré Vásquez ni la Sra. Cristina
Fernández tienen las manos limpias del corruptor dinero
puesto a la disposición de sus comandos de campaña por la
chequera del teniente coronel. De los maletines que fueron
a dar a Ollanta Humala, Evo Morales o la Sra. Fernández
hay suficiente testimonio policial. En La Florida se
ventilan precisamente ahora. Ya saldrán a la luz pública
las relaciones financieras de Chávez con los restantes
presidentes de la llamada izquierda democrática.
Y saldrán a la luz pública los tortuosos negociados con el
tráfico de estupefacientes, con los peculados de su
entorno, con el saqueo a manos llenas de nuestros fondos.
El suyo es un régimen que se pudre a ojos vistos. Su
poderío se desmorona a pasos agigantados. ¿Aguantará hasta
noviembre para vivir su histórica derrota en libertad? Es
una pregunta que muchos venezolanos han comenzado a
hacerse.
sanchez2000@cantv.net