Han
bastado las dos últimas intervenciones de Hugo Chávez
para que el mundo descubra escandalizado lo que la
oposición venezolana carga en el corazón desde hace ocho
años: que el teniente coronel es un autócrata que
desprecia la democracia, pretende entronizarse de por
vida en el Poder y para hacerlo no trepida en flamear
las banderas de un viejo y trasnochado socialismo. En
el que no cree nadie, salvo las viudas de la Unión
Soviética. Y la nomenklatura cubana.
Ya era hora. Una campaña internacional
orquestada desde Miraflores y los centros mediáticos
multinacionales manejados desde La Habana establecieron
una matriz de opinión que le permitió avanzar tanto como
quiso en el escenario nacional: liquidar a la oposición,
manipular los registros y dominar sobre procesos
electorales trucados, ante el aplauso de las buenas
conciencias del mundo. Para quienes basta con exhibir un
50, 01 por ciento de votos - no importa de dónde ni cómo
- para obtener un pase libre a todo tipo de tropelías.
Sin preguntarse jamás por los entretelones de tales
procesos ni darle crédito a una oposición desacreditada
por esos mismos gestores mediáticos.
De pronto Hugo Chávez deja caer la máscara,
decide cerrar RCTV, haciendo uso de su característico
lenguaje procaz e irrespetuoso las emprende contra el
Secretario de la OEA y suelta la verdad
“revolucionaria” de su proyecto, para que todas las
alarmas se enciendan y caiga el velo acomodaticio que
contentaba a los centros mundiales de la moral pública.
Para The Economist brilla de pronto la verdad como un
diamante: Chávez se escora hacia viejos y desfasados
modelos autocráticos. El País, de España, arquetipo de
la conciencia española de izquierdas, reconoce asombrada
que Chávez revela su naturaleza dictatorial y
autoritaria. Le Monde se entera de la orgía corruptora
que ha permitido el avance del régimen sobre los hombres
y las instituciones. Ni un solo medio ha dejado de
marcar distancia y advertir el grave peligro que se
cierne sobre Venezuela. El viejo y estúpido grito de
“socialismo o muerte” muestra las vísceras del
autócrata. ¿Quién no le tiene miedo al lobo?
Y hete aquí que saltan las válvulas de
seguridad de la Izquierda bienpensante mundial y se
acaban las vacaciones del autócrata, precisamente cuando
se aprestaba a halar de la cuerda que ahorcará a la
precaria y ya desfallecida democracia venezolana:
Kirchner asegura no tener nada que ver con el modelo de
socialismo que auspicia el teniente coronel y Lula,
quien apenas hace un suspiro viniera a darle su
bendición se espanta ante tanta sorpresa: “Chávez
coquetea con el autoritarismo”.
Escuchemos las afirmaciones de la
prestigiosa Fohla de Sao Paulo, tan
cercana a los círculos de Itamarati: “El
presidente Luiz Inácio Lula da Silva considera que su
colega venezolano, Hugo Chávez comete errores políticos
y económicos al anunciar su plan de estatizaciones y
también al patrocinar una enmienda constitucional que le
permitirá la reelección ilimitada”. Para Lula “Chávez
está ultrapasando los límites de la democracia y perderá
el apoyo de los sectores moderados de la izquierda
mundial. Coquetea peligrosamente con el autoritarismo”.
En pocos días se
derrumba el mito y nace el monstruo. Ya era hora.