AP- Moscú-.El portavoz del Kremlin, Yuri Skodiogov
ratifico hoy en Moscú que la vista del Presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, es una visita privada, que
corre por su cuenta y que solo será recibido por el
Presidente Putin de manera ceremonial.
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Una bofetada en el rostro ha recibido
el presidente de la república a su llegada a Moscú. La
declaración del portavoz del Kremlin, Yuri Skodiogov,
reportada por la agencia internacional de noticias
Associated Press, se vio obligada a precisar que
nadie invitó a Chávez a visitar al presidente Putin. Que
ha llegado hasta las puertas de la vieja fortaleza
imperial por sus propios pies y en plano absolutamente
personal. En otras palabras: sin haber sido invitado por
nadie. Por lo tanto no será recibido como huésped de una
nación amiga en visita de Estado, sino como un buen
cliente al que no conviene desairar cerrándole las
puertas. Por lo tanto, Putin lo recibirá de manera
estrictamente ceremonial.
Eso explica los comentarios de Hugo Chávez
en torno a su interés por adquirir nueve submarinos
rusos, un negocio que podría reportarle a la industria
naval del ex imperio soviético varios miles de millones
de dólares, en momentos más que difíciles para la
economía de la ex potencia comunista. Mostrar la punta
de un negociado de tantos quilates abre puertas en
cualquier lugar. Pero la reacción del Kremlin demuestra
la crueldad que rige las relaciones entre naciones.
Contrariamente a lo que cree Hugo Chávez, dichas
relaciones se rigen por mezquinos intereses nacionales,
no por la buena voluntad de las ideas y los propósitos
de amistad y entendimiento de trasnochadas ideologías.
Tanto más grave ha sido el desaire que esa
declaración deja entrever, cuanto que el partido del
presidente Putin se negó de plano a permitir que el
inesperado huésped accediera al hemiciclo y se dirigiese
a los miembros del parlamento. De modo que ha resuelto
la incómoda situación planteada por quien no es
bienvenido, altera los propios proyectos de la política
internacional rusa y puede generar más conflictos y
desagradables consecuencias que algún beneficio a la
política internacional de Putin, remitiéndolo a un
encuentro formal con la fracción más conservadora y
retardataria de la Duma: la del partido comunista.
Que Putin y su gobierno tenían toda la razón
en temer la encendida e irreflexiva palabra de un
teniente coronel que se pasea por los predios de la
diplomacia internacional como un elefante en una
cristalería lo demostraría el propio Chávez en dicha
reunión privada con los carcamales del bolchevismo. Se
permitió la insólita afirmación de echar en falta a la
Unión Soviética y lamentar su desaparición. Algo sólo
imaginable en Fidel Castro o en quienes permanecen
anclados en los más viejos resabios y resentimientos de
hace un siglo. Sin comprender que el mundo ha dado un
giro de 180º y que en el planeta tierra ya no hay
espacio para el rancio totalitarismo. ¿Imaginable quien
de visita en Alemania declare su nostalgia por el Tercer
Reich y eche en falta a Adolfo Hitler?
Un lamentable, un muy patético espectáculo
la de este caribeño caudillo errante. Sólo al nivel de
quienes hace nada repudiaran en Caracas al juez Garzón:
Rodríguez, Maduro y la jueza Morales. O de sus
fablistanes: las inefables Desirée Santos y Helena
Salcedo. Darían risa o lágrimas de compasión si no
estuvieran al frente de una nación que fuera otrora
lumbre de tinieblas. Que Dios se apiade de Venezuela.
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La bofetada rusa es doblemente hiriente,
pues viene a poner las cosas crudamente en su sitio a
pocos días de la visita que el presidente Putin le
dispensará al presidente de los Estados Unidos George W.
Bush en su residencia familiar de Kennebunkport.
Recibir a Chávez por la puerta de servicio deja de
manifiesto el lamentable estado de descrédito en que ha
caído el presidente venezolano luego de enfrentarse a
las democracias occidentales y volverle la espalda a sus
tradicionales aliados en la región. Es el precio de un
acto irreflexivo, precipitado e inmaduro como el que
llevara al cierre de RCTV y a los anuncios de
modificaciones esenciales en el texto constitucional que
ponen a nuestro país a las puertas de una dictadura
militar. Es la primera señal del precio que se paga
cuando se pierde el respaldo de la opinión pública
internacional y se asume el feo rostro del autoritarismo
caudillesco que ya asoma sus garras en nuestro país.
Así, un gesto de menosprecio se convierte en
boomerang que viene a castigarlo en pleno rostro. Pues
es imposible no tener presente que este viaje, tan
irreflexivo y caprichoso como todo lo que viene haciendo
Hugo Chávez desde el 3 de diciembre del 2006, sirve de
excusa para no presentarse en la reunión de presidentes
del MERCOSUR, echando por la borda un paciente y
esmerado trabajo de lobby y esfuerzos internacionales
que han estado a punto de rendir los deseados frutos: la
integración plena de Venezuela en dicha comunidad de
naciones.
La inasistencia se explica por el temor a
enfrentar las críticas de sus pares ante sus
desafortunadas declaraciones respecto de los medios de
la región y los parlamentos que le han criticado sus
atropellos frente a la libertad de expresión. La ofensa
inferida a los senadores brasileños sólo puede ser
reparada mediante una excusa pública, como lo solicitara
el canciller del Brasil Celso Amorim, encontrando el más
frontal rechazo de los responsables de nuestra política
exterior. Y así, al abandono de la CAN, nuestro natural
escenario internacional, al retiro del G-3, que nos
permitía interactuar con Colombia y México en asuntos de
vital importancia regional, se agrega ahora el portazo
del MERCOSUR en Asunción.
La fuite en avant – huida
hacia delante - , perfecta expresión francesa para
indicar el derrotero hacia el abismo al que empuja la
insensatez presidencial termina fijando la dialéctica de
las ambiciones del caudillo. Ante los fracasos en el
ámbito inmediato pretende subir la apuesta y elevarse a
las alturas de quienes están dispuestos a soltar todas
las amarras del entendimiento internacional, jugar las
cartas del terrorismo y la amenaza nuclear y apostar al
Apocalipsis, como lo hace el integrismo musulmán desde
Irán.
¿Qué tiene que buscar la Venezuela
democrática, latinoamericana y progresista en un
vecindario que no corresponde a nuestra cultura ni a
nuestra idiosincrasia? ¿Qué provecho pueden obtener
nuestros ciudadanos de obedecer las movidas del
castrismo agonizante, dispuesto al holocausto para
satisfacer el delirio y la megalomanía de un anciano al
borde de la muerte?
3
Ningún país serio puede mirar con
buenos ojos el derrotero autocrático y la deriva
totalitaria que se trasuntan en las acciones del
chavismo. Ni Chile, ni Brasil, ni México pueden
respaldar acciones absolutamente delirantes y fuera de
contexto como la alianza de la Venezuela petrolera con
Irán y Bielorrusia. Sus parlamentos ya han expresado su
palabra de condena: es definitiva. Tampoco puede ser una
política grata a España, que ha recibido el menosprecio
de Hugo Chávez en las figuras de Moratinos, su
canciller, y Baltasar Garzón, uno de los más reputados
jueces de la Audiencia Nacional.
A este aislamiento internacional, que las
asociaciones con Bolivia, Ecuador y Nicaragua apenas
encubren, debemos sumar la pérdida de prestigio
internacional debido al cierre de RCTV. No hay un medio
de jerarquía internacional – desde O Globo y Fohla de
Sao Paulo, en Brasil, hasta The Guardian, en Londres;
desde La Nación de Buenos Aires y El Mercurio de Chile
hasta el New York Times y Le Monde, los dos más
prestigiosos y populares periódicos del mundo – que no
haya manifestado su más enérgica protesta por el cierre
de RCTV y la deriva totalitaria que expresa. Chávez
perdió el respaldo de la opinión pública internacional,
que hace algunos pocos meses lo convirtiera en el hombre
del año. Una auténtica catástrofe, visto el esfuerzo en
trabajo y dinero empleados en conquistar esa opinión
pública mundial. Sólo en trabajo de lobby para
conquistar una silla en el Consejo de Seguridad – otro
propósito frustrado – se calcula una inversión de más de
mil millones de dólares. Todo para tirarlo al tacho de
la basura en pocos meses. Una catástrofe de inmensa
magnitud, cuyo único responsable es el propio Hugo
Chávez.
Si a ese patético aislamiento internacional
se suma el dramático giro de la situación interna, que
ha sumado al movimiento estudiantil, a periodistas y
comunicadores sociales con el pueblo llano para montar
el más ingente operativo de opinión jamás constituido en
Venezuela – con excepción de la campaña que lo elevara a
él mismo al Poder – se pueden prever muy difíciles
tiempos para el régimen. La matriz de opinión, en las
férreas manos del chavismo durante ocho años, ha sufrido
un vuelco sin precedentes. Hoy Chávez tampoco cuenta con
la opinión pública nacional. Salvo sus serviles y
obsecuentes comunicadores – que han abandonado el
periodismo para convertirse en empleados públicos y
nomenklatura del régimen – el presidente Chávez no tiene
perro que le ladre. Ha perdido toda auténtica
legitimidad. Su gramsciana “hegemonía” yace echa trizas
por el suelo.
¿Qué nos espera? Tiempos extraordinariamente
difíciles. La fuga hacia delante sólo provocará
radicalización; el aislamiento, autoritarismo represivo;
la soledad, afanes de guerra civil. Vivimos en estado de
excepción. La política ha sido degradada a la mortífera
dialéctica amigo-enemigo. Y mientras más se hunde en el
pantano de su inoperancia y su soledad, más absurdo,
ciego y sordo es el mensaje de Hugo Chávez. Sólo ve
agentes de la CIA, mercenarios del imperio e
insurrección empresarial donde no hay más que un pueblo
en pie decidido a luchar hasta su última gota de sangre
por la libertad amenazada.
En verdad: el régimen comienza a vivir un
patético aislamiento. Sólo presagia vendavales.