Existe un
lugar en lo más profundo de todos nosotros que podríamos pensar
como una fortaleza, pero muchas veces se convierte en casa tomada.
Supuesto a ser espacio solitario y aplomado, bien ubicado para
lograr una panorámica de los días, en ocasiones las corrientes
subterráneas socavan sus cimientos y por peso propio se
desbarranca a las profundidades de un cañón ciego. Es así como ese
lugar deja de ser faro propio y se transforma en farola opaca, o
peor, en reflejo de otras luces, un espejo que nos devuelve una
imagen que no es la nuestra sino la que nos piden que seamos.
La conciencia,
como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende.
Tan libre como el
miedo es el arrepentimiento, si este resulta honestamente libre.
Usted está en pleno derecho (y es un deber con su conciencia) de
retractarse de aquella acción que considere errada o impropia. No
va cambiar las páginas del pasado, pero quizás altere del curso
del futuro. La pregunta que tiene que hacerse en este presente es
¿doy el paso atrás por convicción o por miedo? Si la respuesta es
la segunda, piense una cosa: uno de los peores efectos del miedo
es la costumbre. Por temor a perder lo que tiene ahora en sus
manos, quizás considere que vale la pena ceder, y con eso, se irá
haciendo inmune al pánico. Acomodarse a las circunstancias es de
humanos, pero llega el momento cuando el puesto se hace pequeño y
el escritorio se convierte en un corral. Y allí estará usted,
explicándose su pavor día tras día.
Resulta triste la
libertad de quien vive espantado y arrepentido.
Quien ha gozado
de cierto poder sabe que de no ejercerlo este se le atrofiará en
las manos. Además del placer que significa detentar una cuota de
poder, hay una necesidad de conservación que lleva a defenderlo a
capa y espada, por lo tanto, cualquier acción se justifica. Si
además se considera que sobre el apego e interés personal, lo que
priva es un compromiso y convicción hacia un ideal noble, entonces
lo que podría resultar simple ambición se transforma en justa
aspiración. Usted que tiene un cargo de poder e influencia esta en
su pleno derecho (y es un deber con su conciencia) de expresar y
debatir sus ideas con sus subordinados con la intención de
convencerlos. La pregunta que debe hacerse es ¿uso para ello la
razón o la fuerza? Si la respuesta es la segunda, entonces ¿qué
tan noble resulta un ideal que necesita de la coacción? Amarrarse
al poder es de humanos, pero atar o amordazar a nuestros
congéneres con la soga del poder que se detenta (y que como todo
en esta vida es temporal) es sometimiento. Por el deseo de
mantenerse en su puesto o de sostener su ideal, lo primero mucho
más mezquino que lo segundo, quizás piense que presionar vale la
pena. Con eso se irá haciendo inmune a los excesos y llegará el
momento cuando nada será suficiente. Llegará el día cuando obligar
se le convierta en sinónimo de convencer, y allí estará usted,
explicándose sus abusos con palabras complacientes.
En nombre de la
patria es posible esconder barbaridades que tienen nombre propio.
Hoy se inician
los reparos para activar el revocatorio presidencial. En lugar de
balas, bolígrafos. Es fácil leer estos años como una lucha de
buenos contra malos, pero creo que hay algo más: la confrontación
entre distintas maneras (no solo dos) de pensar al ciudadano y al
país. Sobre esto giran los discursos, los argumentos y las
amenazas. Todo para llegar a un punto que no es solo la expresión
democrática de la voluntad popular a través de una firma o un
voto, sino algo más profundo: la formación de una conciencia
plena, crítica e independiente. Saber por qué actuamos y cuáles
son las consecuencias de nuestros actos es posible si nos regimos
por la conciencia. Podemos adormecerla, distraerla o acallarla.
Pero siempre volverá para decirnos la verdad. Nuestra verdad.
Ya lo dijo Bob
Marley: estás huyendo lejos... debes haber hecho algo que no
quieres que la gente sepa... ¿por qué no puedes hallar el lugar al
que perteneces? ...cada hombre piensa que su carga es la más
pesada, quien lo siente, lo sabe...estás huyendo lejos, pero no
puedes huir de ti mismo
