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Arrepentidos y Arrepentidores
por Eli Bravo

viernes, 28 mayo 2004


            Existe un lugar en lo más profundo de todos nosotros que podríamos pensar como una fortaleza, pero muchas veces se convierte en casa tomada. Supuesto a ser espacio solitario y aplomado, bien ubicado para lograr una panorámica de los días, en ocasiones las corrientes subterráneas socavan sus cimientos y por peso propio se desbarranca a las profundidades de un cañón ciego. Es así como ese lugar deja de ser faro propio y se transforma en farola opaca, o peor, en reflejo de otras luces, un espejo que nos devuelve una imagen que no es la nuestra sino la que nos piden que seamos.

            La conciencia, como el cariño verdadero, ni se compra ni se vende.

            Tan libre como el miedo es el arrepentimiento, si este resulta honestamente libre. Usted está en pleno derecho (y es un deber con su conciencia) de retractarse de aquella acción que considere errada o impropia. No va cambiar las páginas del pasado, pero quizás altere del curso del futuro. La pregunta que tiene que hacerse en este presente es ¿doy el paso atrás por convicción o por miedo? Si la respuesta es la segunda, piense una cosa: uno de los peores efectos del miedo es la costumbre. Por temor a perder lo que tiene ahora en sus manos, quizás considere que vale la pena ceder, y con eso, se irá haciendo inmune al pánico. Acomodarse a las circunstancias es de humanos, pero llega el momento cuando el puesto se hace pequeño y el escritorio se convierte en un corral. Y allí estará usted, explicándose su pavor día tras día.

            Resulta triste la libertad de quien vive espantado y arrepentido.

            Quien ha gozado de cierto poder sabe que de no ejercerlo este se le atrofiará en las manos. Además del placer que significa detentar una cuota de poder, hay una necesidad de conservación que lleva a defenderlo a capa y espada, por lo tanto, cualquier acción se justifica. Si además se considera que sobre el apego e interés personal, lo que priva es un compromiso y convicción hacia un ideal noble, entonces lo que podría resultar simple ambición se transforma en justa aspiración. Usted que tiene un cargo de poder e influencia esta en su pleno derecho (y es un deber con su conciencia) de expresar y debatir sus ideas con sus subordinados con la intención de convencerlos. La pregunta que debe hacerse es ¿uso para ello la razón o la fuerza? Si la respuesta es la segunda, entonces ¿qué tan noble resulta un ideal que necesita de la coacción? Amarrarse al poder es de humanos, pero atar o amordazar a nuestros congéneres con la soga del poder que se detenta (y que como todo en esta vida es temporal) es sometimiento. Por el deseo de mantenerse en su puesto o de sostener su ideal, lo primero mucho más mezquino que lo segundo, quizás piense que presionar vale la pena. Con eso se irá haciendo inmune a los excesos y llegará el momento cuando nada será suficiente. Llegará el día cuando obligar se le convierta en sinónimo de convencer, y allí estará usted, explicándose sus abusos con palabras complacientes.

            En nombre de la patria es posible esconder barbaridades que tienen nombre propio.

            Hoy se inician los reparos para activar el revocatorio presidencial. En lugar de balas, bolígrafos. Es fácil leer estos años como una lucha de buenos contra malos, pero creo que hay algo más: la confrontación entre distintas maneras (no solo dos) de pensar al ciudadano y al país. Sobre esto giran los discursos, los argumentos y las amenazas. Todo para llegar a un punto que no es solo la expresión democrática de la voluntad popular a través de una firma o un voto, sino algo más profundo: la formación de una conciencia plena, crítica e independiente. Saber por qué actuamos y cuáles son las consecuencias de nuestros actos es posible si nos regimos por la conciencia. Podemos adormecerla, distraerla o acallarla. Pero siempre volverá para decirnos la verdad. Nuestra verdad.

            Ya lo dijo Bob Marley: estás huyendo lejos... debes haber hecho algo que no quieres que la gente sepa... ¿por qué no puedes hallar el lugar al que perteneces? ...cada hombre piensa que su carga es la más pesada, quien lo siente, lo sabe...estás huyendo lejos, pero no puedes huir de ti mismo

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