Por si no lo
sabían los profesores felones, Héctor Navarro y Luis Acuña,
verdugos de la UCV, quienes se acogieron a la frase infeliz
en la Asamblea ¡El claustro ha muerto! -del diputado Earle
Herrera, docente también de la Central- y al pavoroso
llamado de Chávez a los venezolanos para que opten por la
muerte, sin incluir la suya, si el socialismo no es aceptado
en el país, nada tienen que envidiar a quienes aplaudieron
el ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! -del fascista
Millán Astray- ante al rector de la Universidad de Salamanca
Miguel Unamuno, en el preludio del oscurantismo franquista.
Elogio a la
barbarie que estremeció al mundo en 1936, adoptado por estos
profesores enemigos de la universidad, que ahora pretenden
apuñalarla en nombre de un bolivarianismo ramplón, con la
aprobación de una Ley Orgánica de Educación que niega el
legado de Simón Bolívar, nuestro Libertador, quien junto con
el sabio José María Vargas en 1827, transformó a la
Universidad de Caracas en la UCV actual, convirtiéndola en
la primera universidad republicana autónoma de Venezuela.
Dando muestras de su ejemplar civilismo, Bolívar decretó que
nuestra primera casa de estudios es libre de elegir sus
autoridades sin la injerencia de ningún mandón sin brillo,
ni de cualquier cretino que decrete la muerte del claustro.
Sin romper
definitivamente con la universidad colonial, al lado de sus
reglas tradicionales, se consagró el principio de autonomía
universitaria –sancionado por el rey Carlos III, en Cédula
Real del 4 de octubre de 1784- que disponía que el rector
fuera elegido por el Claustro Pleno, sin la participación de
los empleados, estudiantes ni obreros, como es la pretensión
actual de los verdugos universitarios y del jefe que los
manda.
Para robustecer
la autonomía de la UCV se asignaron varias de las haciendas
más ricas del país, se aumentó el sueldo a los docentes y el
número de cátedras. “Y para rematar este noble conjunto de
innovaciones, se puso fin a la odiosa barrera étnica que
convertía a la enseñanza universitaria en patrimonio
exclusivo de los niños blancos de las familias pudientes”.
Verdad histórica que escupe en la cara de los docentes
felones y en la del militar -que confunde el aula con un
cuartel- cuando acusan a la UCV de racista.
Ref. Leal,
Idelfonso, Historia de la UCV