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Después del Super Martes 
por Aníbal Romero  
miércoles, 6 febrero 2008


          La jornada electoral del día de ayer en Estados Unidos puso de manifiesto, entre otras tres cosas. Primero, el vigor de la democracia norteamericana sigue estando fuera de duda. Segundo, los dos grandes partidos del sistema todavía deben avanzar un trecho para definir sus candidatos de manera definitiva, aunque John McCain parece tener las de ganar del lado republicano. Tercero, la ausencia de una definición sugiere que el electorado todavía se siente confuso sobre las propuestas y rasgos personales de las principales figuras en la contienda. En particular pienso que estas dificultades son particularmente relevantes en el bando demócrata. Si bien Hillary Clinton tiene gran apoyo entre la militancia del partido, el electorado independiente preserva grandes dudas sobre ella; además, es bien sabido que su figura polémica, asociada inevitablemente a la de su esposo, es intensamente repudiada por los republicanos en todo el país. De modo que Hillary Clinton encuentra  serios obstáculos para ir mas allá de su propio partido, conquistar el centro independiente y hasta morder un poco del electorado republicano. 

De su lado, el senador Obama demostró en términos concretos, triunfando en buen número de estados, que el entusiasmo que ha generado su candidatura en diversos sectores es real, y no es en modo alguno descartable que pueda convertirse eventualmente en el candidato presidencial demócrata. No obstante su proyección política sufre de algunas limitaciones. El hecho de ser un afroamericano con verdaderos chances de luchar por la presidencia le genera adhesiones y resistencias. Su personalidad fresca, excelente oratoria y habilidad para despertar el idealismo de los jóvenes suman a su favor, pero la inmensa novedad que significaría un presidente de color en Estados Unidos es quizás aún difícil de asimilar para muchos. Es de hacer notar que al senador Obama pareciera resultarle bastante complicado obtener el apoyo de los latinos en los Estados Unidos. Es igualmente cierto que su discurso se mueve en un plano bastante abstracto, y su competencia en materias como la política exterior y de defensa nacional deja bastante que desear. 

Con relación al partido republicano, el evento sin lugar a dudas más significativo es la resurrección política de John McCain, que no ha ocurrido por obra de azar. McCain se ha convertido en el favorito para ganar la nominación republicana solo pocos meses después que la mayoría de los observadores y comentaristas anunciaran su defunción política. El retorno de McCain tiene que ver en parte con su coraje al haber exigido al presidente Bush un cambio de estrategia militar en Irak. A lo anterior se suma el hecho que esa estrategia está dando resultados positivos. Debemos añadir igualmente su voluntad de mantener siempre una posición política autónoma, a pesar de que en ocasiones ello le ha ocasionado roces con sus aliados en el partido republicano. Un ejemplo de esto último ha sido la línea personal de McCain en materia de inmigración. En este terreno el senador de Arizona no ha temido unirse a conocidos izquierdistas como Ted Kennedy para buscar una reforma en las leyes de inmigración, que sea a la vez compasiva, razonable y eficaz. Esta línea independiente tiene sus costos, pues los sectores mas conservadores del republicanismo siguen cuestionando severamente a McCain. 

Ahora bien, creo que si el partido republicano selecciona a McCain como su abanderado para las elecciones de noviembre será capaz de ofrecer una gran pelea a los demócratas. Al menos por los momentos el viento sopla a favor de una victoria demócrata en noviembre, pero estoy muy lejos de darla por segura. Como casi siempre ocurre, las elecciones de decidirán en el centro político. La militancia demócrata, los apasionados de la política, los grupos jóvenes idealistas y emotivos se apegan a Hillary Clinton y Barack Obama, mas la mayoría que finalmente decide medirá las cosas con criterios pragmáticos. Ciertamente hay un deseo de cambio, hay insatisfacción con la administración Bush, hay incertidumbre sobre la economía; pero el electorado norteamericano tendrá meses para ver y escuchar a estos políticos discutir sobre la sustancia de los desafíos que este país enfrenta. Es fácil criticar pero no es tan fácil presentar opciones viables a los problemas, los demócratas quieren retirarse de Irak pero el pueblo norteamericano no quiere rendirse en Irak. Los demócratas desean llevar a cabo grandes programas de reforma social, pero nadie tiene muy claro como financiarlos. Por su parte McCain tiene una posición inequívoca sobre Irak: lograr la victoria, aún si ello implica mantener a las tropas americanas en ese país por el tiempo necesario. Con respecto a la economía McCain no parece haber desarrollado aún una propuesta creíble, pero es obvio que su trayectoria de servicio al país, su figura franca y su valentía para decir siempre lo que piensa le ganan el respeto de muchos más allá del partido republicano. 

         En conclusión, los resultados del Super Martes apuntan hacia McCain como portaestandarte republicano y dejan a Hillary Clinton y Barack Obama en la necesidad de proseguir su combate por la nominación demócrata, en un marco de creciente incertidumbre. El desafío que le está planteando el senador Obama a Hillary Clinton la tomó por sorpresa. No obstante, se trata de una mujer de gran temple que ahora se ve forzada a utilizar todos sus recursos. Pienso que para ella sería excelente que Bill Clinton procurase mantenerse un poco mas al margen.

 
 

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