La
verdad es que nadie lo sabe. Sería un atrevimiento
pronosticar con alguna certidumbre lo que pudiese ocurrir
el martes 05 de febrero en las elecciones primarias en los
Estados Unidos. Se trata de un proceso complejo que está
ocurriendo en medio de una atmósfera nacional
caracterizada por la desazón con respecto al actual rumbo
de las cosas. A ello se suman factores novedosos como la
presencia de un hombre de color y de una mujer del lado
demócrata, así como la reciente y poderosa resurrección de
John McCain del lado republicano.
No obstante todo lo anterior, vale la pena precisar
algunos puntos y adelantar ciertas opiniones más bien
cautelosas acerca del significado que podría alcanzar el
Super Martes. En primer término hay que enfatizar, aunque
parezca innecesario, que se trata de elecciones primarias
para escoger a los candidatos de los partidos, y no de las
elecciones presidenciales. Estas últimas, es decir, las
elecciones presidenciales como tales, tendrán lugar en
noviembre próximo; por lo tanto falta un largo camino por
recorrer y son incontables las variables que pudiesen
intervenir para moldear el resultado final en el otoño. En
segundo lugar es bastante claro que en Estados Unidos se
vive actualmente un clima de insatisfacción, desasosiego y
deseo de cambio. Ahora bien, nada garantiza que la
venidera elección de noviembre dará origen efectivamente
al tan ansiado cambio. No pocas veces la historia toma
senderos imprevistos y siempre conviene recordar que los
dioses de la tragedia griega castigaban a la gente
complaciéndoles en exceso. Algunos hablan de que la
elección de noviembre será “histórica” por la magnitud de
los cambios que generará. Mi percepción es que eso está
por verse.
Presencié los debates republicano y demócrata en
California esta pasada semana. De los mismos saco varias
conclusiones: Por una parte, es palpable que al menos por
los momentos, el mayor entusiasmo, compromiso y
determinación están del lado demócrata; por otra parte hay
que resaltar la calidad de los intercambios en ambas
ocasiones, aunque el debate entre Clinton y Obama fue mas
lucido y sustancioso que el republicano, entre otras
razones porque fue un debate entre dos contendores y no
entre cuatro, lo cual contribuyó a focalizar mas
intensamente los puntos de vista de cada personaje. Causa
cierta sana envidia contemplar personalmente este proceso
de elecciones primarias norteamericanas, pues el mismo
pone de manifiesto el gran vigor de esta democracia
fundada hace mas de dos siglos, así como la categoría de
varios de los principales políticos que ahora buscan la
Presidencia del país.
Es innegable que el período de gobierno de George W. Bush
es hoy visto por muchos con ojos muy críticos; pero mas
allá del hecho que el significado de su legado será
definido mas adelante por los historiadores, en el
presente lo que hizo, ha hecho y ha dejado de hacer Bush
dibuja los contornos de la actual competencia electoral.
En ese orden de ideas, la sociedad norteamericana
pareciera estar ansiando y esperando una especie de
segundo “nuevo trato” (New Deal), que diseñe otra vez el
pacto social estadounidense a favor de las mayorías.
Además la polémica sobre la guerra de Irak también está
produciendo una exigencia, todavía abstracta e indefinida
pero real, de reconsideración de la política exterior y de
defensa de los Estados Unidos.
Dado el natural desgaste luego de casi ocho años de
gobierno republicano, sumado al carácter controversial de
la figura política de Bush, así como también la guerra de
Irak y la creciente crisis económica, llama la atención
que todavía la ventaja demócrata en las encuestas no sea
tan avasallante y decisiva como podría pensarse. Esto
podría cambiar y en lo personal no me sorprendería una
contundente victoria demócrata en noviembre; sin embargo,
ello no se ve aún del modo prístino que algunos imaginan.
Por ahora, tanto Clinton como Obama están trasmitiendo un
mensaje con fuerte contenido social, énfasis sobre las
dificultades de la economía, y repetidas promesas, mas
bien imprecisas, en torno a la retirada de las tropas
norteamericanas de Irak. En cuanto a los republicanos el
mensaje es todavía fluido, y será una vez que el candidato
resulte escogido cuando dicho mensaje obtenga mayor
precisión.
El Super Martes podría aclarar muchas cosas en la medida
que ambos partidos logren definir su candidato. En el caso
de los demócratas cualquiera que sea el seleccionado
representará una importante innovación en la política de
los Estados Unidos. La posibilidad de que una mujer o un
hombre de color se conviertan por vez primera en
abanderados de uno de los grandes partidos del sistema
constituye un gran cambio y un desafío, demostrando
ciertamente la salud esencial de una sociedad que admite
con sinceridad el pluralismo. Ahora bien, estas
innovaciones también producen resistencias, y en los meses
que restan los republicanos no van a quedarse con los
brazos cruzados.
Acerca del tema de Irak Hillary Clinton ha sido bastante
cautelosa. Se ha negado con valentía a pedir disculpas por
su voto inicial que autorizó al presidente Bush a usar la
fuerza, así como en relación a sus votos posteriores para
financiar las tropas. Ha afirmado que en su momento, y con
base a la información disponible entonces, ella hizo un
juicio razonado y tomó una decisión ponderada. Lo que la
senadora Clinton parece perder de vista es que lo mismo
podría decir el presidente Bush. Clinton ha aseverado que
a los dos meses de alcanzar la presidencia ella empezará a
retirar las tropas de Irak, mas a la vez afirma que la
estrategia de salida debe ser llevada a cabo de manera
equilibrada y exitosa. De su lado el senador Obama afirmó
en el debate que el haría un retiro rápido de las tropas,
pero al mismo tiempo buscaría una “salida honorable”,
manteniendo una fuerza militar norteamericana en la zona
(“strike force”) para impedir el restablecimiento de bases
terroristas en Irak y Afganistán. Me temo que ambos
candidatos demócratas están haciendo promesas sobre Irak
que no podrán cumplir si llegan a la presidencia. En lo
que toca al senador McCain, repite con razón que el
cuestionó la estrategia inicial en Irak, fue un promotor
de la nueva estrategia llamada “la oleada” (“surge”), que
está arrojando resultados positivos, y finalmente que
Estados Unidos debe permanecer en Irak hasta lograr una
clara victoria. De tal forma que al menos McCain estará
dispuesto a decir verdades con respecto a las perspectivas
de los Estados Unidos en el Medio Oriente.
El senador Obama insiste en presentar las venideras
elecciones como una lucha entre el futuro y el pasado; no
obstante, el peso del pasado siempre se hace sentir en el
presente y el futuro. Estados Unidos se encuentra viviendo
una etapa política de extraordinario interés y grandes
implicaciones para el mundo entero. La propia sustancia
del pacto social americano está siendo debatida, en
función de una mayor justicia. La proyección de Estados
Unidos en el mundo también esta siendo sujeta a discusión,
aunque no siempre de manera esclarecedora. El Super Martes
será un paso mas en la creación del contexto de este
debate. Mi impresión, hasta el momento, es que el viento
histórico favorece a los demócratas, pero “una semana es
un largo tiempo en política”, y varios meses son una
eternidad.