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La orfandad de la derrota
por Angel Rivero
viernes, 2 mayo 2008


La noche de aquel domingo de diciembre de 1998, en la que Chávez se adueñó del poder con miras a no soltarlo más nunca, le calzó las botas a que lo apoyaron y puso correr a trepadores, oportunistas, ex adecos y adecos, ex copeyanos y copeyanos y toda suerte de vividores, refugiados en el chiripero, porque habían olfateado el final de una era; la desaparición de 40 años de democracia y de gobiernos civiles.

A muchos de estos oportunistas, se les encalambró el dedo llamando a viejos ex guerrilleros retirados, para comprarles sus aventuras izquierdosas para adosarlas a su prontuario revolucionario y estar presentes con credenciales a la hora del reparto de cargo, como Roy Chaderton, copeyano devenido embajador rojo, en México o, Adelso Sandoval, adeco y periodista guisador de toda la vida, ahora chavista furibundo como otros reptantes. Qué decir de rajados como, Iván Padilla Bravo, flamante director del Conac -responsable de la captura y muerte de Jorge Rodríguez; padre; en el secuestro de Niehaus- y del mirista delator, Juan Antonio Aldazoro, periodista, ahora vice ministerio de Información, también premiado por los rojos, finalmente, otros mimetizados, olvidados de su pasado puntofijista, y la guinda militar que recién descubrió el doloroso comunismo petrolero dolarizado.

Mas el cambio de color político no es nuevo en Venezuela. El país conoce de otra desvergüenza como la de ahora, registrada en la historia con la llegada de Cipriano Castro a la Casa Amarilla, el 23 octubre de 1899: “Como ayer fue domingo, en la Plaza Bolívar se reunió la multitud para oír la retreta y mirar el iluminado interior de la Casa Amarilla a la cual fueron llegando los más altos personajes civiles y militares del liberalismo amarillo para felicitar al nuevo Jefe. El pobre Presidente Andrade era el único caído y en su camino de desterrado no lo acompaña nadie sino el coronel Orihuela. Sus colaboradores y subalternos de hace tres días aplauden frenéticos esta noche del 23 de octubre la frase del general Castro: “el último tirano va camino del destierro”. Ramón J. Velásquez en: “La caída del Liberalismo Amarillo”.

¿Cuántos acompañarán al Jefe actual cuando el uh, ah. Chávez no se va, se acalle y el golpista tenga que tomar las de Villa Diego?


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