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Bush y Petraeus
por Aníbal Romero  
viernes, 1 febrero 2008


En enero de 2007 el Presidente Bush anunció el "oleaje" ("surge"), su cambio de estrategia en Irak, y a la vez dio a conocer el nombre del jefe militar responsable de llevarla a cabo, el General David Petraeus.

Un año más tarde la situación en Irak ha experimentado cambios positivos fundamentales, las pérdidas de civiles iraquíes y de soldados norteamericanos se han reducido más de la mitad, y a pesar de las enormes dificultades el proceso de estabilización política del país continúa avanzando.

La verdad, aunque les duela a los profesionales del odio anti-Bush, es que Estados Unidos está anotándose una victoria con impacto geopolítico global en el Medio Oriente, luego de haber derrocado dos de las peores tiranías en la zona: la de Saddam Hussein en Irak y la de los talibanes en Afganistán. La mejor prueba de la transformación del panorama en ambos países es que el electorado norteamericano considera el tema económico como prioritario en las actuales elecciones primarias, y los precandidatos republicanos y demócratas han relegado a Irak en su lista de tópicos. Cabe tan sólo imaginar cuál sería el caso si la estrategia de Bush hubiese fallado.

El arquitecto de este triunfo militar es el General David Petraeus, un experto en contra-insurgencia que dignifica la profesión castrense y que está asestando a Al Qaeda una derrota de incalculables proporciones. Petraeus es una figura singular, que ha resistido con paciencia y sentido del honor todos los ataques que la fanatizada prensa de izquierda norteamericana ha lanzado en su contra. Los progresos que ha alcanzado en tan corto tiempo y de manera tan dramática deberían suscitar la admiración de sus compatriotas. En lugar de ello, la revista Time, en otra manifestación de miopía anti-patriótica y odio visceral hacia Bush, otorgó su premio al "hombre del año" 2007 al tiranuelo ruso Putin. ¡El déspota ruso es considerado preferible a un héroe nacional para las élites "liberales" (de izquierda) en Estados Unidos!

En tal sentido, cabe anotar que en noviembre de 2007 fue publicado un estudio producido por la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, en el que una vez más se demostró inequívocamente la parcialización izquierdista de la inmensa mayoría de los medios de comunicación norteamericanos. Esta noticia nada tiene de original, pero lo interesante es que la respalde un estudio realizado por un bastión del sectarismo anti-Bush y del "progresismo" norteamericano como Harvard.

La pregunta que jamás se hacen los que siguen repitiendo la narrativa predominante sobre Irak, al estilo del peronista de izquierda Tomás Eloy Martínez, es la siguiente: ¿Sería mejor que Saddam Hussein aún gobernase Irak, y que Osama bin Laden y Al Qaeda continuasen controlando Afghanistán, utilizando este último país para instalar sus bases de operaciones y centros de entrenamiento terrorista? Si la respuesta es no, entonces las decisiones de Bush han contribuido a la seguridad de Estados Unidos y Occidente. Si la respuesta es sí, entonces los críticos deben admitir que aceptan que Saddam y bin Laden en el poder, cinco años más tarde, serían una buena nueva.

Vivimos en un mundo de medias tintas, de relativismo, de superficialidad disfrazada de sentimentalismo. Lo que realmente molesta de Bush a la izquierda es que ha tenido el coraje de sus convicciones, y ha proseguido su rumbo sin doblegarse ante el odio de quienes le adversan.

A diferencia de los ambivalentes "líderes" que tanto gustan a la izquierda, Bush no escoge el centro entre el bien y el mal.

 
 

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