Después
de los azarosos días del referendo del 2D, devenido derrota
para el SI, y cuando el país se apresta para celebrar la
navidad, tradición cuyo arraigo se remonta al origen nuestro
mestizaje, algunos altos funcionarios estúpidos del gobierno
asumieron el derrumbe del absurdo proyecto con el lloriqueo
del marido más cornudo del mundo. Un despecho que ni el
padre del nonato llegó a manifestar público y si acaso soltó
apenas un lastimero “por ahora”, que todavía no logra
despertar el entusiasmo de cuando, por fortuna, se le cayó
de los labios al acobardado rendido del 4F del 92 frente a
las cámaras de la TV.
Tal vez aconsejados por asesores
cubanos, estos funcionarios cornudos quisieron ser más
chavistas que el mismo bolivita -entre ellos- el brillante
ministro de la Defensa Francisco Rangel Gómez, el otro genio
de la estrategia roja rojita Rafael Ramírez en PDVSA y el
bien pronunciadito de la Información y Comunicación, Willian
Lara, quienes arremetieron contra el inocente arbolito de
navidad para cobrarle los platos rotos del SI, por la
sospecha de ser un agente de la CIA y como tal fue
erradicado de las oficinas públicas, en los despachos de
estos funcionarios, pesar de ser un también un símbolo con
más de cien años de haberse incorporado de nuestras
costumbres navideñas.
Además de dejar en evidencia el
despecho, por los cuernos que les puso la militancia
chavista aliándose con la oposición para rechazar la
reelección infinita, estos funcionarios dejaron al
descubierto su ignorancia en materia de conocimiento de la
idiosincrasia y de las raíces históricas del venezolano, al
expulsar al arbolito de navidad de de nuestras costumbres.
Una estupidez que ya la habían intentado los cultores del
hombre nuevo en Cuba a principios de la revolución y
salieron con las tablas en la cabeza, con la creación de Don
Feliciano -un mítico personaje de guayabera blanca y tabaco
apretado entre los dientes- para desterrar del corazón de
los niños cubanos al Papá Noel, o San Nicolás, de rugosa
nariz y traje rojo porque el rollizo viejito del trineo era
un agente del imperialismo.
Como siempre, tanto los
camaradas cubanos como los venezolanos, intentaron repetir y
reinciden en imitar al ignorante Stalin, quien borró tres
mil años de la historia de Rusia, en un esfuerzo inútil para
construir el hombre nuevo soviético, que sucumbió en el
derrumbe de la URSS en 1989.
Para suerte de la tradición, la
ignorancia de los camaradas cubanos, no pudo desterrar a
Noel porque su jalada de mecate no encontró eco en la Isla,
como tampoco lo lograron los altos funcionarios del
jalabolismo oficial en su cruzada contra el arbolito, porque
aquí hasta el chavista más modesto le tiró una trompetilla a
la cara de ogro, del ministró Rangel y montó su arbolito, de
luces titilantes como manda la tradición para que, el
camarada ministro evangélico les miente la madre delante de
su estado mayor y quien quita pierda la entrada en el cielo
por pecador.
En 50 años, los camaradas
cubanos no han terminado con la tradición de Noel y los
ñángaras criollos después de 10 años de cabezazos chavistas
no encuentran cómo apagar las luces del arbolito, por lo que
se conforman con atacar al hombrecito del trineo y prohíben
la entrada del arbolito en sus despachos, por estar incursos
en delitos que no cometieron porque ellos no son creaciones
gringas ni tienen negocios con la CIA.
En el caso de Papa Noel -San
Nicolás- hace miles de años cuando se encuentran la primera
y la última estación del ciclo de la tierra , su nombre se
asocia a la esperanza en Francia y en Italia al nombre de
Natale, a algo que nace y en Alemania el nombre Weinhnacht
significa Noche Bendita. A Cuba llegó como Noel, pero nunca
vinculado al tenebroso imperialismo norteamericano.
En lo que respecta a los
camaradas criollos es recomendable que sepan que, tanto el
pino como el abeto, se tienen universalmente como los
árboles emblemáticos de la Navidad y su simbolismo arribó a
nuestras tierras de la mano de la Legión Británica en el
fragor de la lucha por la independencia en 1818.
Por esos tiempos, nadie pensó
jamás que las velas del arbolito emitieran mensajes
antipatrióticos, ni dieran vivas al imperio español como lo
hubiera sugerido para ganar puntos -de haber vivido en esa
época- el inteligente ministro Pedro Carreño a quien no se
le va una y ahora al ver el fracaso de sus colegas de
gabinete en su lucha contra el arbolito de navidad, es de
esperarse que tenga bajo la manga algún plan para erradicar
al pesebre de la tradición porque lo trajeron los
conquistadores españoles 400 años antes que al arbolito de
los ingleses.
Razones más que justificadas que
cualquier cortesano aproveche para contentar a bolivita,
después de la inmensa arrechera que cogió cuando el rey Juan
Carlos lo puso en ridículo con su oportuno “¡Por qué no te
callas! Un boche, que el genial Carreño no debe pelar para
levantarle el ánimo a su jefe, después del entierro del SI,
el sapeo de Antonini y lol más reciente, el atrevimiento de
Nicanor Duarte recomendándole a bolivita que no hablara
tantas pendejadas en la Cumbre de MERCOSUR.