Inicio | Editor | Contáctenos 
 

¡Águila no, líder carne de gallina!
por Angel Rivero
martes, 16 octubre 2007


A Isabel.

Si algo enfurece al Tartarín de Tarascón barinés, es la sola mención de su parecido con Antonio Leocadio Guzmán -aquel populista del siglo 19, de piel de gallina como la suya- que explotó en su provecho la ignorancia de los desposeídos y sembró el odio entre venezolanos al desatarse la espantosa guerra federal en nombre del Libertador. Algo que pretende hacer hoy, el irresponsable el Tartarín  de Barinas sin arriesgar el pellejo.

En su tiempo, Guzmán, también acarició la gloria, al imaginar frente al  espejo su testa coronada con el laurel del Libertador, después que un acólito lo bautizó como El nuevo Bolívar. Locura que en 1846, lo llevó a desafiar a Páez al frente de una horda de asesinos que sembró la muerte en los caminos, pero el hombre se enculilló con el olor de la pólvora, que no era el de los fuegos artificiales. Un presagio de lo que ocurriría ciento cincuenta años después, en una situación similar, a otro loco cobardón que también se cree otro Bolívar.

Más Páez no fue un blandengue como si lo fue el presidente Caldera – también a más de cien años de aquellos sucesos y Guzmán dio con sus huesos en el Convento de San Jacinto donde esperaba su ejecución, por su responsabilidad en los crímenes que promovió y allí escuchó la descarga del fusilamiento de Calvareño, uno de sus secuaces más sanguinarios. Descarga que disolvió en sus excretas el poco valor que le quedaba y la locura de creerse el nuevo Bolívar. Otro presagio del derrame  involuntario de los esfínteres del bolivita de utilería, que incurrió en la misma locura en los combates,  del 4 de febrero, de 1992 y en el del 11 de abril, de 2004.

Conmutada la pena de muerte por el destierro perpetuo, Guzmán se fue a Curazao. Exilio que duró apenas unos meses, pero el líder defraudó a sus seguidores al negarse a regresar, escarmentado por el miedo, al descubrir que la guerra no era un juego de niños. Venezuela entera, se enteró que El nuevo Bolivar -su líder- era un cobarde y Antonio Leocadio Guzmán pasó a la historia despreciado por sus contemporáneos y las generaciones futuras,  con el remoquete de líder carne de gallina.

Razones más que suficientes para que el Tartarín de Sabaneta cuando habla de la guerra federal, ignore al viejo Guzmán –cobarde, pero inteligente- y escoja al asesino e ignorante Ezequiel Zamora como paradigma, de un coraje del cual él adolece.

Sin embargo, el viejo fantasma de Guzmán no se resignó a ser el único caudillo con coraje de relumbrón y cada vez que el Tartarín barinés se encuentra con Daniel Ortega o Fidel Castro -caudillos con testículos de verdad- le recuerda al oído lo de sus pantalones mojados el 4-F y el 11-A.

En el 40 aniversario de la muerte del Ché, se produjo la última travesura del fantasma cuando, en medio de tantos héroes, el Tartarín criollo fanfarroneó “no quedarse de brazos cruzados si la burguesía boliviana derroca a Evo”.

Jorge Quiroga, ex presidente boliviano, quien también sabe del poco guáramo del Tartarín criollo, le soltó este misil al día siguiente: “Venga usted por delante - le dijo- recordando que el Presidente venezolano se rindió mientras camaradas suyos entregaban su vida en los golpes del 4-F  y el 11- A” y agregó que el 11-A, Tartarín confesó que lo único que quería era que lo dejaran ir a Cuba, para salvar su vida”.          

Desarmado y a la defensiva, Tartarín se burló de Quiroga con su trillado:

 “Águila no caza moscas”.

Simpleza, que el fantasma de Antonio Leocadio replicó por Quiroga con un foetazo en la cara del Tartarín vernáculo:

-¡Tú no eres águila! ¡Tú eres tan líder carne de gallina como yo! – dijo el fantasma de Antonio Leocadio causando la hilaridad de Fidel y Ortega.


© Copyright 2007 - WebArticulista.net - Todos los Derechos Reservados.