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¿Totalitarismo light?
por Aníbal Romero  
martes, 9 enero 2007



No ha sido fácil caracterizar el régimen venezolano. Se le tilda de fascista y comunista. Otros destacan sus rasgos personalistas. Prevalecen la confusión y los epítetos y existe un vacío teórico acerca del tema. Hace poco se sugirió el término "totalitarismo light" para definir el modelo político encarnado por Hugo Chávez.

El concepto de totalitarismo es de uso relativamente reciente. Fue utilizado al inicio por sectores antifascistas italianos con referencia a Mussolini. Luego adquirió aceptación para explicar el nazismo y el comunismo stalinista. Tales regímenes, a diferencia de tiranías anteriores, han combinado el mando absoluto de pocos con un riguroso control sobre todos los ámbitos de la existencia individual y colectiva. Este tipo de control, más extenso y profundo del ejercido otras épocas, se hizo factible en nuestros tiempos gracias a los mecanismos de dominación que proporciona la técnica moderna, así como a la difusión de ideologías mesiánicas como el nacionalsocialismo y el marxismo-leninismo.

Ahora bien, la expresión "totalitarismo light" para referirse a la Venezuela chavista me parece errada por dos razones. En primer lugar porque es teóricamente desatinada, ya que el totalitarismo no existe a medias. En otras palabras, no hay totalitarismos ligeros sino plenos.

Con el empleo de esa frase se buscó seguramente distinguir el autoritarismo chavista de sistemas de control más severos de la vida ciudadana, como el vigente en la Cuba castrista. No obstante, y en segundo lugar, hablar de "totalitarismo light" banaliza lo que acontece en Venezuela, pues si es "light" no es demasiado serio. La Venezuela actual no es la Cuba socialista, pero también es claro que el régimen tiene una vocación de dominio insaciable sobre los espacios sociales, y le mueve una dinámica de intensa intolerancia, evidenciada por la situación de RCTV.

En el juicio sobre la naturaleza del régimen son desaconsejables las exageraciones, así como los intentos de banalizar la gravedad de lo que ha venido ocurriendo y puede ocurrir. ¿Evolucionaremos hacia un sistema totalitario? La interrogante es pertinente y la respuesta abierta.

Posiblemente la más adecuada caracterización del régimen chavista, según hoy le observamos, es la de autocracia, entendida como el gobierno de un individuo que concentra el poder efectivo y lo ejerce de manera arbitraria, bajo la cobertura de una Constitución y leyes que el autócrata puede moldear y desobedecer. La base sociológica de este esquema es el cesarismo democrático, es decir, el apoyo de masas a un caudillo "providencial". Tanto los mitos ideológicos de la revolución como las ambiciones de su líder, a los que se suma el miedo de las nuevas élites a perder el poder, les empujan con fuerza en una dirección represiva y excluyente. Más no nos hallamos todavía bajo un totalitarismo.

Es inevitable que ciertos conceptos de la sociología política, como el de totalitarismo, fascismo y comunismo, tan ensombrecidos por su historia, hayan devenido en adjetivos esgrimidos para insultar a contrincantes políticos de turno. ¿Es Chávez comunista en lo que toca a sus convicciones más hondas? Lo que puede afirmarse por los momentos es que el Socialismo del siglo XXI, arrastrado por una gran pobreza teórica, apunta en su delirio hacia una especie de sociedad arcaica, semejante a lo que Marx definía como "comunismo primitivo". Pero en sus realidades presentes la autocracia chavista patentiza un caso patológico de caos conceptual, abuso de poder, incompetencia y corrupción. No es socialismo, es infamia.

Cabe cuidarse de calificar esta autocracia de fascista, pues ello podría conducirnos a perder de vista que Chávez y su régimen se proclaman de izquierda (y lo son), enarbolan el socialismo marxistoide, y reciben el apoyo de buena parte de la izquierda irredenta venezolana, y de la moderada y radical a nivel global. De manera que a la hora de establecer responsabilidades y atribuir culpas, tarde o temprano, deberá tocarle a esa izquierda su dosis, a raíz de lo que ha tenido y tendrá lugar en Venezuela. Hablar de fascismo refiriéndose a Chávez es un atajo destinado a eludir la responsabilidad de la izquierda en el drama venezolano. Pese a que a algunos les cueste admitirlo, Chávez representa tendencias fundamentales de la izquierda mundial, de una izquierda que se define por aquello contra lo que lucha (Estados Unidos, el capitalismo, la democracia liberal), y no por lo que propone, y que está dispuesta a aliarse con quien resulte necesario para promover sus quimeras.

 
 

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