En
días recientes leí declaraciones de uno de los dirigentes
universitarios de oposición, según las cuales el problema
de la venidera reforma constitucional impulsada por Hugo
Chávez se encuentra en que el Presidente venezolano
"pretende imponer en el país un socialismo autoritario,
que dista de los verdaderos valores de la izquierda".
Semejante punto de vista llama la atención por tres
razones: En primer término luce evidente que lo que el
estudiante critica a Chávez no es su proyecto socialista,
sino sólo su vocación autoritaria. Es claro que el líder
estudiantil desconoce por completo la historia del
socialismo, y el hecho clave que el socialismo siempre,
sin excepción, ha estado acompañado del autoritarismo
político. Tal resultado no es casual, pues el socialismo
implica y exige la socialización de los medios de
producción y la propiedad colectiva sobre los mismos, lo
cual en la práctica concentra el poder económico en manos
de los que controlan el gobierno, y en consecuencia les
concede también dominio político sobre los ciudadanos.
En segundo lugar sorprende que un dirigente universitario
pierda de vista que la izquierda ha estado históricamente
asociada a las más brutales formas de represión política,
en Rusia, China, Cuba, y tantas otras partes. Por lo
visto, el estudiante cae en la trampa según la cual la
izquierda es buena por definición, y la derecha mala, por
lo tanto si Chávez es "malo" no puede ser calificado de
izquierda. Mas me temo que todo esto no pasa de ser una un
ardid mediante el cual la izquierda internacional procura
eximirse de su terrible historia, mostrándose ahora como
adalid de la democracia y la libertad a la par que
prosigue su irresponsable y miope promoción del sistema
socialista, socialismo que siempre será receta inexorable
de ruina económica y opresión política.
En tercer lugar resulta lamentable que la oposición
venezolana —incluidos aparentemente no pocos estudiantes—
claudiquen de una manera tan fácil frente a Chávez en el
terreno ideológico. La oposición venezolana pierde de
vista que Chávez ya ocupa en su totalidad el terreno de la
izquierda en Venezuela, que por más esfuerzos que se hagan
jamás será posible distinguir el socialismo de Chávez del
presunto socialismo "bueno" que pregonan nuestros ingenuos
universitarios, y que a pesar de sus tropelías y
disparates Chávez representa la más nutrida y eficiente
izquierda contemporánea, una izquierda que no ha asimilado
las lecciones de la debacle socialista, que sigue
encerrada en el reino de la utopía, que es virulentamente
anti-yanqui y anti-capitalista, y que perdió la brújula en
el pantano del fracaso.
Quizás el único resultado positivo que pudiese arrojar la
tragicómica experiencia chavista es enterrar por mucho
tiempo a la izquierda y la ilusión socialista en
Venezuela. Esa coyuntura de un futuro previsible podría
ser aprovechada por las nuevas generaciones para sacar al
país de la ciénaga paralizante de la cultura de izquierda;
pero las posturas ideológicamente atrasadas que expresan
algunos universitarios venezolanos sugieren que es posible
que esa oportunidad —si es que efectivamente se presenta—
se perderá de nuevo. Durante los años sesenta y setenta
del siglo XX era en alguna medida comprensible que los
jóvenes sucumbiésemos ante el espejismo socialista, por
idealismo e ignorancia; pero ya en nuestros días, después
de lo que sabemos, resulta imperdonable que nuestros
universitarios continúen atrapados en esa cárcel del
pensamiento.