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Victoria para Al Qaeda
por Aníbal Romero  
miércoles, 2 mayo 2007


Esta pasada semana la mayoría Demócrata en el Congreso estadounidense aprobó un proyecto de ley, destinado a retirar las tropas norteamericanas de Irak el próximo 1 de octubre. De ese modo los parlamentarios han enviado a Al-Qaeda, con seis meses de antelación, un deleznable pliego de rendición. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué pretenden ganar con ello? ¿Tiene sentido semejante actitud, a sabiendas que todas las informaciones confiables indican que el retiro de las tropas estadounidenses, lejos de traer concordia a Irak, desatará una carnicería aún peor de la que ahora llevan a cabo los terroristas y sus carros-bombas, estimulados por la debilidad de sus enemigos?

Una vez más, como en Vietnam, los adversarios de Estados Unidos y Occidente pierden militarmente sobre el terreno de batalla, pero triunfan sicológica y políticamente en Washington. La guerra contra el extremismo islámico, que tiene en Irak su epicentro, es asumida por el partido Demócrata como mero instrumento de desgaste Republicano y reconquista de la Presidencia en 2008. Con una miopía indigna hasta de ellos mismos, cuyo derrotismo ha sido siempre proverbial, los Demócratas ponen de manifiesto ante Osama Ben Laden y sus discípulos que no tienen agallas para una guerra prolongada (en verdad, para ninguna guerra). Una vez más, como en Vietnam, Washington se apresta a traicionar a quienes se la juegan contra el totalitarismo.

Es cierto, el Presidente Bush vetará responsablemente el proyecto de ley impulsado por la mayoría Demócrata, pero ya el daño está hecho. Los Demócratas actúan en función de un cálculo cortoplacista. Movidos por su incontenible odio a Bush, preferirían la resurrección de Saddam Hussein a perseverar en busca de una salida positiva al conflicto iraquí. Dicen creer que el fin de la presencia norteamericana pacificará el Medio Oriente, mas lo que ocurrirá será una profundización de la crisis política y guerras aún más intensas, con un Irán envalentonado y poseedor de armas nucleares, y una Al Qaeda convencida de que Estados Unidos es, en efecto, un tigre de papel.

No pocos han olvidado las consecuencias de la derrota en Vietnam: los millones de asesinados, torturados y expulsados, las matanzas comunistas en Camboya, la expansión soviético-cubana desde Afganistán hasta Grenada y desde Angola hasta Nicaragua. ¿Creen los Demócratas que su rendición en Irak será gratuita? ¿Cómo perciben Mahmoud Ahmadinejad, Hugo Chávez, Osama Ben Laden y Fidel Castro a un Congreso estadounidense dominado por un partido derrotista, que promueve con júbilo la humillación de su propio país? ¿Es acaso difícil adivinarlo? Los Demócratas dan vergüenza.

 
 

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