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Apostando contra la abstención 
por Lucy Gómez

sábado, 12 junio 2004


Los votantes venezolanos modernos tenemos una interesante relación con la abstención.  

Durante 25 años a partir de 1958,   hubo en Venezuela una alta participación en elecciones. La participación política crecía desde 1936. Baste con imaginarse cuántos ciudadanos podían hablar bien o mal de sus líderes públicamente, manifestar o votar a la muerte de Juan Vicente Gómez y cuantos podían hacerlo en 1960. Inclusive la lucha contra el gobierno de Marcos Pérez Jiménez que la oposición condujo hasta el Pacto de Punto Fijo, llevó hasta el último barrio de las grandes ciudades venezolanas a elementos politizados de la oposición, que se habían unido contra la dictadura militar y conservaron tiempo después sus hábitos de organización.

 

En ese  proceso de modernización política  se  normalizaron  recursos como el clientelismo, que  se  masificó y se volvió  mucho más urbano y funcional para los grandes partidos .Así como en el pasado se  recompensaba con cargos políticos a los caciques locales  para que garantizaran una montonera, o a los  abogados para que blindasen   procesos a favor del gobierno, hoy  se trataba de cuadricular  empleados públicos , activistas rurales  favorecidos por contratos menores o mayores para que realizaran  obras sentidas en cada pueblo o a líderes locales, que  obtenían materiales para hacer escaleras, llevar agua a los barrios o luz, en Caracas, Valencia o Maracaibo a cambio de votos..

 

Ese modelo al principio logró una incorporación real a las urnas en las elecciones de 1958, 1963, 1968, 1973, 1978 y 1983, con porcentajes de abstención respectivamente de 6,58%, 7,79%, 3,27%, 3,48%, 12, 45% y 12, 25 %. Pero se quebró. Para la segunda presidencia de Pérez, la abstención fue de 18,08 %.  Para las de 1993, después del golpe de Chávez llegó a 39,84%. Parecía no haber demasiado interés en votar entre Caldera, Claudio Fermín y Álvarez Paz. .Cuando ganó Chávez en 1998, la abstención alcanzó a 36, 55 % y en el 2000, para su relegitimación alcanzó a 43,69 %.

 

Analistas políticos, que piensan que en Venezuela hay una "abstención histórica" hacen creer que es un fenómeno que siempre sucedió y se prolongará en el tiempo de manera lineal. Por eso interpretan que en el revocatorio volverá a producirse y   en las mismas proporciones. De acuerdo a esa visión, el universo electoral posible   quedaría reducido a la mitad. De 13 millones de personas movilizables, solo 6 millones y medio  votarían, con lo cual ( segunda afirmación de inamovilidad  política ) Chávez ganaría  con un  electorado  intacto de  3.757 773 personas, sus mismas cifras  de hace  cuatro años.

 

Cuando escupimos a los políticos

 

Pero ¿por qué cambió el electorado venezolano en los últimos años de la década del setenta?

¿Por qué escupió a la política y a sus líderes, se consideró engañado y se alejó no sólo de las urnas, sino de las calles? ¿Acaso no fue un resultado del agotamiento del sistema económico y del sistema político?  La cantidad de dinero que entró por el petróleo por el alza de precios del 73 al 74 garantizó una actividad económica boyante, pero sólo en manos del Estado, que capitaneó simultáneamente un endeudamiento feroz. Ya no se podía destinar mas dinero a mantener una Venezuela clientelar que nunca desarrolló salidas de supervivencia propia, se fuese empleado público o empresario. El gobierno tuvo que empezar a pagar los intereses de su deuda gigantesca, los ingresos petroleros se estancaron o disminuyeron y poco a poco se deterioró el país por dentro y por fuera. El desengaño fue atroz, porque a la mala, ineficiente o inexistente conducción económica se sumó el robo, que empezó a denominarse corrupción. Todo eso  alimentó un inmenso rechazo, convencidos como estábamos los abstencionistas que era imposible cambiar nada  en Venezuela, mientras se estuviera enredado en una telaraña de  trampas consensuadas con el poder,  incluyendo las electorales ¿. ¿Por qué convalidar las mascaradas de los partidos de entonces? El resultado se evidenció en las elecciones regionales de diciembre de 1989, cuando el porcentaje de abstención fue cercano al 50%.

 

Cuando los métodos de exterminio se probaron con el hombre común

 

Los votantes después experimentaron votando por los propulsores del golpe de estado del 92. A ver si cambiaban las cosas borrando el sistema pendular AD-COPEI.  Y para el 2000, a los 2 años de gobierno del presidente Chávez,   cuando se empezó a confirmar su desmedida vocación autoritaria, comenzó   a catalizar una actitud inversa entre los ciudadanos ante la participación política. Lo que se inició como una táctica para demoler antiguas estructuras partidistas de "la cuarta», en un principio fue aplaudido por todo el mundo. No fue enfrentado ni siquiera por los afectados, como la destrucción de la Corte Suprema en complicidad con su presidenta Cecilia Sosa Gómez o la destrucción del Congreso Nacional, que los adecos y copeyanos vieron pasar con el rabo entre las piernas. Pero el gobierno   terminó por llevar los métodos de exterminio a todos quiénes no estuvieran cuadrados con el proceso revolucionario: periodistas, militares, trabajadores petroleros y empresarios. Se trató de aplastar toda disidencia y la respuesta llegó rápido. La polarización se hizo completa después del 12 de abril y el paro petrolero.

 

Nadie puede negar la absoluta polarización venezolana de hoy. Nada parecido el revocatorio a aquellas elecciones donde aparentemente no estaba en juego el destino del país. En procesos con más de veinte candidatos, donde todo el mundo sabía que el ganador estaba entre AD y COPEI, donde nadie se jugaba el pellejo, donde se palpaba una espesa apatía. Todo el mundo fue a votar en 1958 para apoyar a la democracia contra la dictadura perezjimenista. En 1963, se venía de cuatro intentos de golpe: el alzamiento de Castro León y el Barcelonazo en 1961y el Carupanazo y el Porteñazo en 1962., además de un paro armado el día de las elecciones. Los votantes pasaron por encima de rollos de alambres de púas para llegar a las mesas en la avenida Urdaneta en Caracas. A las urnas ametralladas en la mañana, se volvió en la tarde. Hubo una abstención de 7,79 %.

 

Luego se montaban fiestas electorales basadas en el supuesto antagonismo adeco copeyano, a lo que hizo juego el MAS. La emoción de 1968, cuando hubo 3,27 % de abstención estuvo relacionada con la división de AD. Fue cuando ganó Caldera a Gonzalo Barrios, los dos con un poquito más de un millón de votos. Luis Beltrán Prieto dividió al electorado adeco y obtuvo 719 461 votos. También compitió entonces Miguel Angel Burelli Rivas, con 826. 758 votos.

 

El antagonismo AD -COPEI volvió a copar la atención en 1973, dando lugar a la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez, en 1978 cuando la pelea fue entre Luis Herrera y Piñerúa y en 1983 entre Lusinchi y Caldera. Mantuvo algo de su magia aún en 1988, cuando la abstención llegó a 18% y   Carlos Andrés Pérez a su segunda presidencia.

 

Vuelvo a preguntarme si en la vida política son posibles los automatismos, sin relación con el contexto histórico.

 

Venezuela no es la misma de hace cuatro años. Tras la relegitimación y seis años después de la llegada de Chávez al poder ningún venezolano de a pie puede decir que le es indiferente el resultado del referéndum, se cuentan con los dedos de la mano los venezolanos que no han visto de cerca una franela roja o no han oído el grito de "se va, se va, se va". Que no han oído o participado en un cacerolazo o en una marcha a favor o en contra., para no hablar de quiénes en el Zulia, Falcón o Anzoátegui puedan tener una relación cualquiera con alguna de las 20 000 familias de los petroleros despedidos por Chávez. Cualquier tachirense está ferozmente a favor o en contra de dejar un año sin juicio y vejar a los que el 11 de abril de 2002 atacaron al gobernador chavista. Los votantes del revocatorio, han ido a firmar tres veces, se han enfrentado al peligro de bandas armadas en las urnas y fuera de las urnas al inmovilismo y a la carrera de obstáculos que le ha puesto el gobierno.

 

El voto duro de 2 millones y medio de personas no es una encuesta sobre 1200 personas " en cinco ciudades», es la demostración viva del corazón del voto opositor, de un voto a prueba de bomba. En todo plebiscito, como realmente resultará el revocatorio, se le sumará el voto de aquellos que ya no tienen que dar la cara públicamente aunque sean votantes convencidos en contra de Chávez y aún el de los indecisos., en una proporción de 80% a favor de la oposición y 20% a favor del gobierno, según estimaciones, entre otros   de Félix Seijas en sus investigaciones electorales.

 

Por eso no creo imposible que Venezuela se devuelva de su histórica e inamovible abstención de 40 % y produzca una avalancha de votantes que echen por tierra la idea de que el venezolano de hoy no se ha conmovido en contra o a favor de la revolución y no crea que en el revocatorio de agosto nos estamos jugando algo más que una recomendación para un puesto de trabajo ¿Cual es su apuesta?    Imprima el artículo Subir Página