Los
votantes venezolanos modernos tenemos una interesante relación con
la abstención.
Durante 25 años a partir de
1958, hubo en Venezuela una alta participación en elecciones. La
participación política crecía desde 1936. Baste con imaginarse
cuántos ciudadanos podían hablar bien o mal de sus líderes
públicamente, manifestar o votar a la muerte de Juan Vicente Gómez
y cuantos podían hacerlo en 1960. Inclusive la lucha contra el
gobierno de Marcos Pérez Jiménez que la oposición condujo hasta el
Pacto de Punto Fijo, llevó hasta el último barrio de las grandes
ciudades venezolanas a elementos politizados de la oposición, que
se habían unido contra la dictadura militar y conservaron tiempo
después sus hábitos de organización.
En ese proceso de
modernización política se normalizaron recursos como el
clientelismo, que se masificó y se volvió mucho más urbano y
funcional para los grandes partidos .Así como en el pasado se
recompensaba con cargos políticos a los caciques locales para que
garantizaran una montonera, o a los abogados para que blindasen
procesos a favor del gobierno, hoy se trataba de cuadricular
empleados públicos , activistas rurales favorecidos por contratos
menores o mayores para que realizaran obras sentidas en cada
pueblo o a líderes locales, que obtenían materiales para hacer
escaleras, llevar agua a los barrios o luz, en Caracas, Valencia o
Maracaibo a cambio de votos..
Ese modelo al principio logró
una incorporación real a las urnas en las elecciones de 1958,
1963, 1968, 1973, 1978 y 1983, con porcentajes de abstención
respectivamente de 6,58%, 7,79%, 3,27%, 3,48%, 12, 45% y 12, 25 %.
Pero se quebró. Para la segunda presidencia de Pérez, la
abstención fue de 18,08 %. Para las de 1993, después del golpe de
Chávez llegó a 39,84%. Parecía no haber demasiado interés en votar
entre Caldera, Claudio Fermín y Álvarez Paz. .Cuando ganó Chávez
en 1998, la abstención alcanzó a 36, 55 % y en el 2000, para su
relegitimación alcanzó a 43,69 %.
Analistas políticos, que
piensan que en Venezuela hay una "abstención histórica" hacen
creer que es un fenómeno que siempre sucedió y se prolongará en el
tiempo de manera lineal. Por eso interpretan que en el revocatorio
volverá a producirse y en las mismas proporciones. De acuerdo a
esa visión, el universo electoral posible quedaría reducido a la
mitad. De 13 millones de personas movilizables, solo 6 millones y
medio votarían, con lo cual ( segunda afirmación de inamovilidad
política ) Chávez ganaría con un electorado intacto de 3.757
773 personas, sus mismas cifras de hace cuatro años.
Cuando escupimos a los
políticos
Pero ¿por qué cambió el
electorado venezolano en los últimos años de la década del
setenta?
¿Por qué escupió a la
política y a sus líderes, se consideró engañado y se alejó no sólo
de las urnas, sino de las calles? ¿Acaso no fue un resultado del
agotamiento del sistema económico y del sistema político? La
cantidad de dinero que entró por el petróleo por el alza de
precios del 73 al 74 garantizó una actividad económica boyante,
pero sólo en manos del Estado, que capitaneó simultáneamente un
endeudamiento feroz. Ya no se podía destinar mas dinero a mantener
una Venezuela clientelar que nunca desarrolló salidas de
supervivencia propia, se fuese empleado público o empresario. El
gobierno tuvo que empezar a pagar los intereses de su deuda
gigantesca, los ingresos petroleros se estancaron o disminuyeron y
poco a poco se deterioró el país por dentro y por fuera. El
desengaño fue atroz, porque a la mala, ineficiente o inexistente
conducción económica se sumó el robo, que empezó a denominarse
corrupción. Todo eso alimentó un inmenso rechazo, convencidos
como estábamos los abstencionistas que era imposible cambiar nada
en Venezuela, mientras se estuviera enredado en una telaraña de
trampas consensuadas con el poder, incluyendo las electorales ¿.
¿Por qué convalidar las mascaradas de los partidos de entonces? El
resultado se evidenció en las elecciones regionales de diciembre
de 1989, cuando el porcentaje de abstención fue cercano al 50%.
Cuando los métodos de
exterminio se probaron con el hombre común
Los votantes después
experimentaron votando por los propulsores del golpe de estado del
92. A ver si cambiaban las cosas borrando el sistema pendular
AD-COPEI. Y para el 2000, a los 2 años de gobierno del presidente
Chávez, cuando se empezó a confirmar su desmedida vocación
autoritaria, comenzó a catalizar una actitud inversa entre los
ciudadanos ante la participación política. Lo que se inició como
una táctica para demoler antiguas estructuras partidistas de "la
cuarta», en un principio fue aplaudido por todo el mundo. No fue
enfrentado ni siquiera por los afectados, como la destrucción de
la Corte Suprema en complicidad con su presidenta Cecilia Sosa
Gómez o la destrucción del Congreso Nacional, que los adecos y
copeyanos vieron pasar con el rabo entre las piernas. Pero el
gobierno terminó por llevar los métodos de exterminio a todos
quiénes no estuvieran cuadrados con el proceso revolucionario:
periodistas, militares, trabajadores petroleros y empresarios. Se
trató de aplastar toda disidencia y la respuesta llegó rápido. La
polarización se hizo completa después del 12 de abril y el paro
petrolero.
Nadie puede negar la absoluta
polarización venezolana de hoy. Nada parecido el revocatorio a
aquellas elecciones donde aparentemente no estaba en juego el
destino del país. En procesos con más de veinte candidatos, donde
todo el mundo sabía que el ganador estaba entre AD y COPEI, donde
nadie se jugaba el pellejo, donde se palpaba una espesa apatía.
Todo el mundo fue a votar en 1958 para apoyar a la democracia
contra la dictadura perezjimenista. En 1963, se venía de cuatro
intentos de golpe: el alzamiento de Castro León y el Barcelonazo
en 1961y el Carupanazo y el Porteñazo en 1962., además de un paro
armado el día de las elecciones. Los votantes pasaron por encima
de rollos de alambres de púas para llegar a las mesas en la
avenida Urdaneta en Caracas. A las urnas ametralladas en la
mañana, se volvió en la tarde. Hubo una abstención de 7,79 %.
Luego se montaban fiestas
electorales basadas en el supuesto antagonismo adeco copeyano, a
lo que hizo juego el MAS. La emoción de 1968, cuando hubo 3,27 %
de abstención estuvo relacionada con la división de AD. Fue cuando
ganó Caldera a Gonzalo Barrios, los dos con un poquito más de un
millón de votos. Luis Beltrán Prieto dividió al electorado adeco y
obtuvo 719 461 votos. También compitió entonces Miguel Angel
Burelli Rivas, con 826. 758 votos.
El antagonismo AD -COPEI
volvió a copar la atención en 1973, dando lugar a la primera
presidencia de Carlos Andrés Pérez, en 1978 cuando la pelea fue
entre Luis Herrera y Piñerúa y en 1983 entre Lusinchi y Caldera.
Mantuvo algo de su magia aún en 1988, cuando la abstención llegó a
18% y Carlos Andrés Pérez a su segunda presidencia.
Vuelvo a preguntarme si en la
vida política son posibles los automatismos, sin relación con el
contexto histórico.
Venezuela no es la misma de
hace cuatro años. Tras la relegitimación y seis años después de la
llegada de Chávez al poder ningún venezolano de a pie puede decir
que le es indiferente el resultado del referéndum, se cuentan con
los dedos de la mano los venezolanos que no han visto de cerca una
franela roja o no han oído el grito de "se va, se va, se va". Que
no han oído o participado en un cacerolazo o en una marcha a favor
o en contra., para no hablar de quiénes en el Zulia, Falcón o
Anzoátegui puedan tener una relación cualquiera con alguna de las
20 000 familias de los petroleros despedidos por Chávez. Cualquier
tachirense está ferozmente a favor o en contra de dejar un año sin
juicio y vejar a los que el 11 de abril de 2002 atacaron al
gobernador chavista. Los votantes del revocatorio, han ido a
firmar tres veces, se han enfrentado al peligro de bandas armadas
en las urnas y fuera de las urnas al inmovilismo y a la carrera de
obstáculos que le ha puesto el gobierno.
El voto duro de 2 millones y
medio de personas no es una encuesta sobre 1200 personas " en
cinco ciudades», es la demostración viva del corazón del voto
opositor, de un voto a prueba de bomba. En todo plebiscito, como
realmente resultará el revocatorio, se le sumará el voto de
aquellos que ya no tienen que dar la cara públicamente aunque sean
votantes convencidos en contra de Chávez y aún el de los
indecisos., en una proporción de 80% a favor de la oposición y 20%
a favor del gobierno, según estimaciones, entre otros de Félix
Seijas en sus investigaciones electorales.
Por eso no creo
imposible que Venezuela se devuelva de su histórica e inamovible
abstención de 40 % y produzca una avalancha de votantes que echen
por tierra la idea de que el venezolano de hoy no se ha conmovido
en contra o a favor de la revolución y no crea que en el
revocatorio de agosto nos estamos jugando algo más que una
recomendación para un puesto de trabajo ¿Cual es su apuesta?