Circula por INTERNET una
nota sobre el femenino de “presidente” que crea
confusión. Dice que “presidente” no tiene femenino, y
condena el uso de “presidenta”. El argumento es que
“presidente” es el participio activo de “presidir”, y
que se forma con la raíz de dicho verbo, “presid-” más
el también participio pasivo de “ser”, que sería
“ente”.
Error. “Presidente” es el antiguo participo activo del
verbo “presidir”. Pero no se forma con la raíz de este y
el participio activo de “ser”, sino con dicha raíz y el
sufijo “-nte”, definido por el DRAE de la siguiente
manera: “-nte. 1. suf. Forma adjetivos verbales,
llamados tradicionalmente participios activos. Toma la
forma -ante cuando el verbo base es de la primera
conjugación, -ente o -iente, si es de la
segunda o tercera. Significa 'que ejecuta la acción
expresada por la base'. Agobiante, veraneante,
absorbente, dirigente, dependiente, crujiente.
Muchos de estos adjetivos suelen sustantivarse, y
algunos se han lexicalizado como sustantivos y han
generado, a veces, una forma femenina en -nta.
Dirigente, dependiente, dependienta”.
Los participios activos, como se ve, son adjetivos, pero
muchos se sustantivan y actúan como sustantivos. Cuando
se refieren a persona asumen el género correspondiente
al sexo de la persona que mencionan: “dependiente,
dependienta”; “asistente, asistenta”; “intendente,
intendenta”... Por tanto, si la acción de “presidir” es
ejercida por un varón, se le llama “presidente”; pero si
es por una mujer, se dice “presidenta”.
Ahora bien, “presidente”, por su terminación en “e”
permite que se le aplique también, opcionalmente, el
género común, el que se usa indistintamente para varón y
hembra. De ahí que sea tan válido decir “el presidente”
o “la presidente”, como “el presidente” o “la
presidenta”. La tendencia mayoritaria es a usar el
femenino, forma que terminará por generalizarse.
No es cierto que “ente” sea participio activo del verbo
“ser”, aunque en su evolución etimológica, “ente”, que
es de origen latino, tuviese relación con “on, ontis”,
participio del verbo ser en Griego. En Castellano el
participio activo de “ser”, hoy en desuso, es “eseyente”.
Su desuso es tal, que puede decirse que el verbo “ser”
no tiene participio activo.
MEOLLO
Son comunes frases como
“El meollo está en la actitud de los electores”. O
también: “He ahí el meollo de la cuestión”. La palabra
“meollo” se refiere a lo sustancial, lo más importante
de algo. “Meollo” equivale a “mèdula” o “medula”, que
de las dos maneras puede decirse y ambas aparecen en el
DRAE. “Meollo” es sinónimo de “quid”, que también suele
usarse en frases como las arriba enunciadas: “Veamos
cuál es el quid del asunto”; “He ahí el quid de la
cuestión”. Esta última palabra se pronuncia “cuid” o “kid”.
Según el DRAE “meollo” significa: “1.
m. seso
(‖ masa contenida en el cráneo).
2.
m.
médula (‖ sustancia interior de los
huesos). 3.
m.
fondo (‖ lo principal y esencial de
algo). 4.
m. Juicio o entendimiento”.
Esta palabra deriva del vocablo “medullum”, del Latín
vulgar, tomada del Latín culto “medula”. Originalmente
se pronunció “medula”, grave o llana, y a partir del
siglo XVII empezó a usarse como esdrújula, “médula”, que
aunque se tuvo como irregular, terminó por imponerse.
En cuanto a “quid”, el DRAE registra: “1. m.
Esencia, punto más importante o porqué de una cosa.
(…)”. Se origina en la palabra “quid”, que significa
“qué cosa”. Originariamente “quid” se usaba sólo en el
ámbito de la filosofía, pero con el tiempo el uso fue
imponiendo un significado más general, referente a
cualquier asunto que no sea de carácter material.
ANZOATIGUENSE / ANZOATEGUIENSE
Muchas veces he hablado y
escrito sobre el gentilicio de los oriundos del Estado
Anzoátegui. La última fue hace dos semanas. Todas he
dicho que el gentilicio natural, de acuerdo con las
normas de la derivación del Castellano, es “anzoatiguense”.
Sin embargo, algunas personas persisten en decir que es
“anzoateguiense”, porque el nombre del estado es
Anzoátegui, y no Anzoátigue.
Están equivocados. Insisto en que el gentilicio de un
lugar es el que sus habitantes deciden, y no el que
caprichosamente se quiera imponer. Pero al formarse el
gentilicio, como en todo derivado, rigen ciertas normas
fonéticas.
Recientemente recibí un mensaje de un amable lector,
quien, después de advertirme que él es profesor de
Castellano, dice lo siguiente: “enseño a mis alumnos que
el Gentilicio (sic) de los habitantes del Estado
Anzoátegui es "Anzoateguiense" y no Anzoatiguense como
dicen y escriben la mayoría inclusive en los periódicos.
Creo que algún día la academia (sic) acepte "Anzoatiguense"
A pesar de que el estado es "Anzoátegui" y no "Anzoátigue".
Tal vez el uso tan repetido por la mayoría la Academia
acepte tal gentilicio (sic). Espero una respuesta”.
El colega profesor está equivocado. En el caso de
“anzoatiguense” no se trata de que el nombre del que
deriva sea Anzoátegui, por lo que debiera ser
“anzoateguiense”. En “anzoatiguense” la raíz es “anzoat-”,
a la cual se agrega el sufijo “-iguense”. No estamos
ante una deformación del nombre primitivo, sino de la
formación de un derivado según las normas fonéticas de
ese fenómeno. En los gentilicios lo común es que no esté
completo el nombre del que derivan, salvo excepciones.
El gentilicio de los nativos de Venezuela no es “venezuelano”,
sino “venezolano”; ni el de Coro es “coroano”, sino
“coriano”, con debilitamiento de la vocal “o”, hasta
convertirla en “i”. Ni el de los nativos en España es “españaoles”,
sino “españoles”. Y así sucesivamente.
No obstante, “anzoateguiense”, pese a su artificialidad,
es un derivado formado apropiadamente. Y como tal la
Real Academia Española lo aceptó desde hace tiempo, y
aparece registrado en el DRAE desde su edición de 1984.
En la 22ª edición también aparece “anzoatiguense”.
LA LETRA
“W”.
Recientemente un amable
lector quiso enmendarme la plana, diciéndome que yo
estaba equivocado al señalar que el alfabeto castellano
tiene 29 letras, pues, según él, la “w” no pertenece a
nuestro idioma.
Aunque, a petición suya, le respondí directamente, cosa
que no acostumbro, creo conveniente hacer pública la
respuesta, pues el error puede ser también de muchas
otras personas. En efecto, muchos creen que la “w” es
letra propia del Inglés, y extraña al Castellano.
Tal idea está equivocada. El DRAE define la “w” de la
siguiente manera: “Vigésima sexta letra del idioma
español, y vigésima tercera del orden latino
internacional, usada en voces de procedencia extranjera.
(…)”. Nada más claro y concluyente. Si el amable lector
hubiese consultado el diccionario antes de escribirme,
se hubiese ahorrado la molestia y mi corrección.
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