A
propósito de mi artículo anterior
recibí un amable mensaje del señor José Villasmil que
transcribo a continuación:
“Muchas gracias por la aclaratoria y al ver su respuesta
consulté con varias personas sobre el tema y debo decir
que tiene usted toda la razón, apreciado profesor. Lo que
pasa es que a veces me dejo llevar por los
fundamentalismos del idioma y no tomo en cuenta que este
es un ente vivo, dinámico y que en ocasiones tiene
variantes regionales. De nuevo gracias y debo decirle que
no dejo de leer sus artículos por esta vía”.
Agradezco al señor Villasmil sus palabras, sobre todo
porque demuestran que mi empeño de tantos años en divulgar
asuntos relacionados con el uso de la lengua no es inútil
ni estéril. Lo felicito, además, porque su mensaje revela
un espíritu abierto, honesto y sincero, capaz de
rectificar cuando es necesario, actitud nada común entre
la mayoría de los mortales. Y destaco también que sus
argumentos están muy acordes con las modernas corrientes
de las ciencias del lenguaje.
Igualmente he recibido, en privado, otro mensaje de un
amable lector, en que discrepa razonadamente de lo dicho
por mí sobre la palabra “estadal”, y niega mi afirmación
de que dicha palabra en las acepciones que incluye el DRAE
no es usual en Venezuela, ni nunca lo ha sido, y que en la
misma España ha dejado de serlo y hoy es una antigualla.
Para tratar de demostrarlo cita un texto sobre Topografía
en que se usa dicha palabra como medida de longitud, y
otro de una entidad eclesiástica en que se la menciona en
su acepción de “Cinta bendecida en algún santuario…”.
Ambas citas son sacadas de INTERNET y no se refieren
específicamente a nuestro país, lo cual deja en pie, o al
menos no desmiente mi afirmación. En cuanto a que
“estadal” ha dejado de usarse en España y demás países
hispanohablantes en las acepciones del DRAE, creo que lo
comprueba el hecho de que no aparezca en ninguno de los
modernos diccionarios de nuestro idioma, ni siquiera en el
Diccionario esencial de la legua española, de la
Real Academia.
Sobre el empleo de “estadal” para referirse a los
“estados”, y “estatal” para referirse al “Estado”, es una
cuestión de orden práctico, cuya utilidad es indiscutible.