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Marramucia
por Alexis Márquez Rodríguez
domingo, 28 octubre 2007


Otra de esas palabras que se usaron  mucho en el pasado y han caído en desuso es “marramuncia” o “marramucia”. En los lejanos tiempos de mi infancia y adolescencia, años 40, eran frecuentes. Hoy pocos la usan, y muchos ni siquiera la conocen.

Ninguna de las dos está en el DRAE. Tampoco en el “Diccionario de americanismos” de Marcos A.  Morínigo. Sí, como “marramuncia”, en el diccionario  “Americanismos”, de Sopena, que, sin ubicarlo en ningún país,  lo define como  “Marrullería,  astucia con que se halaga a quien se quiere engañar”, y en el “Diccionario de americanismos” de Alfredo N. Neves, definido  como “Marrullería”, atribuido al  norte de Argentina y a Venezuela. “Marrullería”, dice el DRAE, es “Astucia tramposa o de mala intención”.

Ambos figuran en el “Diccionario  del habla actual de Venezuela” (R. Núñez y F. J. Pérez) como  “Trampa o engaño!”. El “Diccionario de venezolanismos” (M. J. Tejera et al) registra ambas formas como ”1. Acción innoble o deshonesta; vileza, artimaña. 2. Hechicería”. Esta última  acepción la da como propia de Barlovento. Este diccionario, además, documenta profusamente ambas formas,  en textos del siglo XIX y del XX, en novelas como “Fidelia” (1893), de Gonzalo Picón  Febres; “Tierra nuestra” (1919), de Samuel Darío Maldonado;  “Fiebre” (1939), de Miguel Otero Silva”; “Los tratos de la noche” (1955), de Mariano Picón Salas; “País portátil” (1969),  de Adriano González León, y el cuento “La mosca azul” (1949), de Arturo Úslar  Pietri.

Don Lisandro Alvarado, en su “Glosario del bajo español en Venezuela”, (1929), da una definición más amplia de las dos formas: “Marrullería, bellaquería, picardía, tunantada, artimaña. (…)”.

En el habla común “marramuncia” y  “marramucia” tienen una fuerte carga despectiva y satírica. Generalmente se las usa referidas a actos de corrupción, de  vagabundería, de viveza villana y deshonesta, en la vida  pública, relacionada con la política y la administración gubernamental, como en los negocios y otras actividades privadas.

Desconozco el origen de estas palabras. El profesor Rosenblat, en sus “Buenas y malas palabras”, las menciona varias veces, pero no se refiere a sus orígenes etimológicos.


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