Cuando,
hacia fines del siglo XX, se acuñó la frase “socialismo
real”, para contrastar la concepción teórica del socialismo
con los regímenes supuestamente “socialistas” instalados en
la antigua Rusia, China y otros países de Europa, Asia y
América, y aun otros más o menos parecidos en África, pensé
que eso de dar un apellido al pretendido “socialismo” de
esos lugares, reflejaba una falsificación de lo que en
sociología política se había concebido como socialismo.
Aunque este vocablo no es unívoco, hay en las diversas
concepciones del socialismo unos rasgos comunes, que
permitirían, llegado el caso, identificar un sistema
político como socialista. Hablar de “socialismo real” era
confesar, conscientemente o no, que no se había logrado un
sistema verdaderamente socialista, sino una aproximación o
remedo, que a lo sumo podría ser una fase en un proceso de
edificación de lo que en un futuro más o menos incierto
quizás sería al auténtico socialismo.
Lo mismo ocurre con el llamado “socialismo del siglo XXI”.
Hasta ahora, ni en la teoría ni en la práctica se ha visto,
en lo que se ha hecho y en lo que se anuncia, nada que lo
diferencie del llamado “socialismo real” del siglo XX.
La semejanza más notoria entre ambos está en el culto a la
personalidad, de corte estalinista, fenómeno inédito en
nuestro país, pues ni en tiempos de Guzmán Blanco, Cipriano
Castro, Juan Vicente Gómez o Pérez Jiménez, la adulancia y
la adoración caudillesca, aunque siempre las hubo, habían
alcanzado las altísimas cotas a que ha llegado en los
últimos años.
Lo mismo cabe decir de algunas medidas aparentemente
“socialistas”, como el despojo que se ha venido realizando
de fincas en plena producción a sus legítimos propietarios,
de manera anárquica y autoritaria, sin cumplir la normativa
legal establecida para tales casos, pasando por encima de la
mismísima constitución dictada por el régimen chavista.
Como anárquicas y autoritarias son también las más recientes
medidas confiscatorias anunciadas contra la CANTV, la
Electricidad de Caracas y Radio Caracas TV. Conste que no
niego la legalidad de tales medidas dentro de una concepción
socialista, y aun la probable, aunque discutible,
conveniencia de alguna de ellas, sino la forma arbitraria,
ilegal y autoritaria como se ha procedido o se pretende
proceder. También el más puro y radical socialismo tiene su
legalidad, y violarla es contrario a los principios mismos
del régimen socialista.
Incluso hay en el sedicente “socialismo del siglo XXI”
rasgos diferentes, pero no que mejoran el del siglo XX, sino
mas bien que lo empeoran. Tal el caso de la corrupción, que
en los países del “socialismo real” fue de aparición
retardada, mientras que en la “revolución chavista” brotó
desde el primer día con un furor inusitado.
Lo inquietante es, pues, que, si el “socialismo real”
fracasó tan estruendosamente, lo que indefectiblemente
espera al “socialismo del siglo XXI” es un fracaso aun más
estruendoso, que dejará al país destruido, sin instituciones
de ningún tipo, en medio de un tremendo caos económico y un
enorme desbarajuste social.
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Artículo publicado originalmente en el vespertino Tal
Cual |