El
adjetivo “miserable” se relaciona con el sustantivo
“miseria”. “Miserable” deriva del vocablo latino “miserabilis”,
que significa “digno de compasión. Que mueve a compasión”.
Está ya en el Diccionario de Autoridades (1734),
primera edición del DRAE. Allí se define “miserable” como
“desdichado, infeliz y desafortunado. (…) Abatido, sin valor
ni fuerza. (…) avariento, escaso y apocado”.
Posteriormente el DRAE define “miserable”, parecidamente a
aquella definición del Diccionario de Autoridades,
como “Desdichado, infeliz. || 2. Abatido, sin valor ni
fuerza. || 3. Mezquino (que escatima en el gasto)”. Pero se
agrega una 4ª acepción: “Perverso, abyecto, canalla”, que a
primera vista no tiene que ver con las otras acepciones.
Comúnmente se emplea “miserable” para calificar a personas o
situaciones en estado de “miseria”, entendida esta en su 2ª
acepción: “Estrechez, falta de lo necesario para el sustento
o para otras cosas, pobreza extremada” (DRAE): “Viven en
condiciones miserables”; “Este es un barrio de gente
miserable”.
Inicialmente “miserable” y “miseria” se empleaban
preferentemente referidos a lo material, a la carencia de
condiciones físicas para vivir con un mínimo de comodidad y
bienestar. El uso los fue enriqueciendo semánticamente, al
extender su significado, ya no sólo a las condiciones
materiales de vida, sino también al comportamiento de
ciertas personas. Se llama, así, “miserables” a los
mezquinos, roñosos, tacaños, usureros, ávidos de riqueza,
pero incapaces de gastar para darse gusto, mucho menos para
hacer el bien a otros. Suelen ser gente que, aun teniendo
mucho dinero, viven como pobres, porque sólo se complacen en
atesorar riquezas, pero sin disfrutar de ellas. Personajes
de este tipo abundan en la literatura universal.
También se ha generalizado el uso de “miserable” para
calificar algo despreciable e insignificante: “Tiene un
sueldo miserable”.
De igual modo
es frecuente usar la acepción de “miserable” aplicada al
individuo (hombre o mujer) “Perverso, abyecto, canalla”,
independientemente de que posea o no riquezas. En ese
sentido, tan “miserables” pueden ser un millonario, como un
pobretón que actúan en forma deshonesta, perversa, abyecta,
vituperable.