La
Sala Constitucional del T. S. J. ha declarado
“improponibles” ciertas demandas. Me chocó el vocablo, y
desde el primer momento tendí a rechazarlo tanto en lo
lingüístico como en lo jurídico. Pero como hace muchos años
no ejerzo el Derecho consulté a varios autorizados juristas,
por si fuese un nuevo concepto o institución jurídicos sólo
conocidos por quienes están al día en los menesteres
tribunalicios. Resultó lo que ya sospechaba: ninguno de los
consultados conocía el extraño vocablo, y a todos les había
producido el mismo estupor y las mismas dudas.
Al parecer se trata de un neologismo inventado por los
eminentes magistrados de la Sala Constitucional. Eso no es
per se criticable, sino mas bien sería digno de encomio, por
lo que tal invención pudiera tener de original y de valor
creativo, aporte del Derecho venezolano a la jurisprudencia
universal. Sólo que es un solemne disparate.
Lo habitual y establecido en la legislación es que un
tribunal, unipersonal o colegiado, cuando una demanda se
presenta sin un soporte al menos indiciario de la
procedencia de su contenido, declare la demanda
“inadmisible”, y no dé inicio al proceso judicial
correspondiente. Todo, por supuesto, sin que se juzgue sobre
el contenido o fondo de la demanda.
La “admisibilidad” o “inadmisibilidad”, en estos casos, es
algo lógico, lingüística y jurídicamente inobjetable. Pero
que una demanda sea “improponible” es algo absurdo por
varias razones.
La admisibilidad o inadmisibilidad de una demanda es un acto
del tribunal, independiente del acto de “demandar”, que
corresponde al demandante, y sólo depende de la voluntad de
este. Es, además, un derecho ciudadano, que no puede ser
coartado. El que la demanda sea declarada “inadmisible”, y
aun que sea temeraria, es otra cosa, y deja en vigor el
derecho ejercido por el demandante.
Por su parte, la “improponibilidad” es lógicamente
inexistente. Lo “improponible” es lo que no se puede
proponer. ¿Cómo puede, entonces, ser “improponible” lo que
ya ha sido propuesto? ¿Puede alguno de los ilustres
magistrados explicarnos esta verdadera aporía?
Los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia deben ser
sabios en Derecho; pero serán malos jueces si son ignorantes
del idioma en que deban expresarse.