La mayoría de la prensa
internacional destaca el avance de la oposición venezolana
en los comicios del 23 de noviembre. Esto ha molestado tanto
al gobierno que a través de su embajada en Washington les
ha enviado una carta de protesta criticando al New York Time
y al Washington Post.
El "soliestrellado" se
encadenó para explicarles a los corresponsales extranjeros
como era que él había ganado, pero aparentemente sus
esfuerzos no fueron suficientes. Pareciera que ha pasado la
época del enamoramiento de los periodistas internacionales
con "el buen salvaje". El encanto se está perdiendo aunque
sigue siendo un personaje noticioso.
Las elecciones venezolanas
han producido el insólito hecho de que ambas partes han
proclamado su victoria, aunque los rojitos son los únicos
que han sentido su pérdida, a juzgar por las amargas
reacciones que se han visto a la hora de entregar su
atesoradas posiciones. Esto sin embrago ha creado una
situación positiva para un país tan dividido, pues ambos
pueden alegar que avanzaron en el control de posiciones de
poder, pues unos lo hicieron en las gobernaciones y los
otros en las alcaldías.
Ahora bien, en términos de
votantes y movilización de votos, las cosas han cambiado. El
país en que Chávez reinaba con más de un 60% de los votos ,
ahora está parejo. Para esto la oposición revirtió su caída.
En el referéndum presidencial sacó medio millón de votos
menos que las firmas recogidas un año antes. Luego en las
regionales del 2004, se vino en picada perdiendo 800.000
votos más. Con Rosales vino una importante recuperación de
cerca de un millón de voto y luego creció 200.000 votos más
para ganar el referéndum constitucional. Ahora siguió el
crecimiento con medio millón más. Los rojitos que sacaron
7,3 millones de votos en 2006, cayeron estrepitosamente
perdiendo 3 millones en 2007 con respecto a 2006 y ahora
apenas lograron recuperar un poco más de un tercio de esa
pérdida.
Esto refleja primero, que la
oposición democrática continua creciendo de manera constate
y progresiva, y segundo, que hay un claro desgaste del
chavismo, en su militancia y en su aparato. Chávez creyó
que perdió en 2007 por falta de maquinaria y asumió el reto,
pero no pudo ni volver a alcanzar su máximo del 2006, ni
siquiera movilizar sus 6 millones de inscritos, aún con el
uso y abuso del poder del Estado y de su figura en forma
plebiscitaría. No es un problema de aparato.
Esto lo ve el mundo exterior,
así como aprecia que "el buen salvaje" no es tan bueno como
parece.
alfredomichelena@gmail.com