Muy
recientemente vemos que el comandante-presidente en una
misma cadena nacional anuncia que ingiere pasta de coca y la
recomienda, además de que quiere quitarle la etiqueta de
terrorista a la FARC y al ELN y darles el estatus de
beligerancia. Todo esto en el marco de un airado conflicto
con Colombia.¿ Qué hay de tras de todo esto?.
Muchas teorías se han lanzado
para explicar el aumento de la conflictividad con Colombia.
Por una parte, se aduce que él está tratando de consolidar
su proyecto continental y necesita debilitar a Uribe su
Némesis regional, darle poder a sus aliados en Colombia,
permitiendo, entre otras cosas el fortalecimiento de una
FARC debilitada. En contra de esta teoría se encuentran los
hechos que Uribe ha subido en las encuestas, que al menos
parte de sus aliados en el Polo Patriótico no está de
acuerdo con esta propuesta de Chávez y que al final la
opinión pública internacional tampoco ha sido ganada para
esta propuesta.
Otra línea de argumentaciones,
se dirige a explicar este fenómeno, por las elecciones
regionales venideras. Chávez que se entiende perdido en
estas elecciones trata o de utilizar el anti-colombianismo
para subir en las encuesta o de evitar las elecciones
generando una situación de pre-conflicto, que pueda usarla
para suspender las elecciones. Las encuestas que se conocen
demuestran que, al menos por ahora, sus numeritos están
cayendo a pesar de su retórica anti-colombiana y que la
suspensión de las elecciones por una inminente guerra daría
más presión a una hoya y trasladaría todo el poder real a
militares en quienes no confía. Esto en el marco del
desabastecimiento producido por el corte del suministro
desde Colombia pondrían a Chávez y al chavismo en pésima
posición si finalmente se dan las elecciones, cuando el
amago de guerra termine.
Ninguna de esas teorías parece
tener total sentido, por eso adelantamos, aunque bastante
extremista, otra teoría: el comandante-presidente esté
jugando a una invasión desde los Estados Unidos. Ya no se
trata de los continuos insultos al presidente Bush, o las
confiscaciones de empresas petroleras norteamericanas, se
trata del tema de seguridad, que si preocupa a los gringos
en especial si se une el terrorismo con el narcotráfico.
A la confesión pública
presidencial del consumo de pasta de coca hay que agregar
que Venezuela está “desertificada” por los gringos y acusada
de no hacer suficientes esfuerzos para evitar que su
territorio sea usado para el tráfico de drogas, a Europa y
Norte América. A lo que la revolución bolivariana responde
con otra polémica diplomática entre el gobierno de Venezuela
y el de EE.UU. en el seno de la OEA, acusando a la DEA de
espía, entre otras perlas. Lo cierto es que, para ellos que
están empeñados en acabar con ese flagelo combatiéndolo en
su zona de producción y transporte-plan “Colombia”-, la
posibilidad de que Venezuela sea vía de escape de la droga,
nos pone, en fragor de esa guerra, en una posición más de
facilitador que de actor independiente comprometido contra
el narco-tráfico.
Por otra parte, aunque se
hubiera concretado el rearme sustantivo de la Fuerza Armada
venezolana, con tecnología rusa, el ejercito convencional
venezolano no está equipado para enfrentar al ejercito
gringo, por esto el comandante-presidente está
desarrollando, dentro del esquema de guerra asimétrica, una
nueva organización del ejercito basada en una reserva,
controlada directamente por él, “para cuando nos invada el
imperio”. Esta militarización de la población y el
armamentismo venezolano, no parecen ser un problema de
seguridad para “ el imperio”, aunque si pudiera ser para la
región.
En términos de terrorismo la
revolución bolivariana ha permitido y alentado la
penetración en la región de Irán, archi-enemigo de EE.UU., a
quien considera país terrorista. Además, más allá de los
rumores de que Venezuela podría estar siendo un espacio de
protección a grupos terroristas islámicos y de otra índole,
la propuesta de Chávez sobre las FARC y el FLN, más las
continuas denuncias de campamentos guerrilleros en Venezuela
aumenta la certeza de que ellos podrían estar operando
libremente en Venezuela. Claro, que aún no se ha llegado al
extremo de que su existencia sea formalmente aceptada, como
sería el caso de recocérsele la beligerancia. Ni los EE.UU.
parecen haber ligado estos hechos a su seguridad interna
inmediata, a pesar del caso de los trinitarios acusados de
planear volar el aeropuerto de Nueva York. Sin embargo este
es un cuadro que debe haber prendido luces rojas en el
Pentágono, especialmente pues consideran que son también
terroristas los países que permiten y acogen al terrorismo.
En este caso las guerrillas colombianas tiene la perversa
virtud de juntar el terrorismo con el narco-tráfico.
Todo esto hermanado a la
continua letanía de que “el imperio” va a invadir a
Venezuela, ahora con el resonante agregado de que Colombia
se ha unido a EE.UU. para preparar una invasión, nos lleva a
pensar, aunque parezca descabellado, que Chávez como último
recurso, pudiera estar jugando peligrosamente a la ruleta
rusa al crear un cuadro que justifique y promueva tal
acción. Sus continuas acciones de provocación van escalando
como queriendo que se hagan ineludibles. ¿ Hasta donde
quiere llegar?.
Esperemos que los dirigentes de
esos países en sus cabales, estén manejando la situación con
mucha prudencia y diplomacia evitando caer en las temerarias
provocaciones del venezolano.
Posiblemente esta última sea
sólo una estólida teoría, pero la pregunta sigue planteada:
¿Será Chávez capaz de llevarnos a la guerra para no perder
el poder?.
alfredomichelena@gmail.com