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¿Sobre qué estamos parados?
por Alfredo Michelena
domingo, 16 marzo 2008


El asunto del ataque de Colombia a guerrilleros de la FARC en territorio Ecuatoriano, la insensata respuesta del gobierno bolivariano y la ronda de abrazos en República Dominicana no son los elementos de una historia que ha finalizado. Muy por el contrario, esto pareciera ser el comienzo de otro capitulo en el proceso de perdida del sentido de realidad, que esta llevando al rápido y progresivo deterioro del poder que sustenta al comandante-presidente.

El empeño de reducir la política internacional de Venezuela al enfrentamiento con el “imperio”, en una suerte de repetición de la lucha de David y Goliat que da prestigio internacional al pequeño vencedor con su rugido de ratón, tiene que enfrentar directamente la revolución bolivariana con el gobierno colombiano de Uribe, considerado “títere del imperio”. En esta lógica maniquea, las FARC como enemigas de mi enemigo, pasan a ser aliadas. Si a esto le añado que ellas son apreciadas por su “heroica e histórica lucha revolucionaria” y no como terroristas y narcotraficantes, no hay duda que ellas pasan a ser más que alidadas, amigas.

Dentro de esta perspectiva hay que ver la actuación de Chávez. Por esto los amigables apretones de manos, no parecieran más que movimientos tácticos del bolivariano en dominicana.

Chávez ha sido muy bueno en convertir sus derrotas en éxitos, por lo que no es de extrañar que ahora vengan un conjunto de acciones amigables con Colombia. No hay dudas que el conflicto fue, de nuevo, mal calculado pues recibió un rechazo casi unánime en Venezuela y en el exterior. Ni Cuba ni Bolivia, sus altos panas, se alinearon y sólo hubo apoyo de Nicaragua. Alguien le advirtió que esa vorágine se lo podría comer y ese alguien, como apuntó Edgar Otálvora en su Informe, fue Fidel. Todo esto quizás es esperable y entendible.

Lo que realmente inquieta y es grave es que Chávez haya reculado para evitar una acusación ante la Corte Penal Internacional. Pues, sería nefasto para un país que otro tuviera información sobre su presidente, que lo hiciera cambiar sus políticas y perspectivas por medio de la intimidación judicial. Por esta razón, la acusación sobre el financiamiento de Chávez a la FARC por US$ 300 millones o el de la FARC al golpista preso, deben ser aclaradas. Pues, una cosa es ser esclavo de lo que uno dice y otra muy diferente, es ser esclavo de lo que otro sabe que uno ha hecho.

alfredomichelena@gmail.com


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