Recientemente
la prensa internacional ha hecho pública las cifras mil
millonarias de los ofrecimientos de financiamiento
venezolano en el exterior. Se habla de la exorbitante suma
de US$ 8.8 millardos que la revolución bolivariana ha
prometido en la región, además de que la cifra se
cuadruplicaría (US$34 milardos) al incluir el resto del
mundo. Por supuesto, sin contabilizar el dinero que fluye en
maletines llenos de dólares para fines no declarados.
Los mecanismos de cooperación
por medio de los cuales esta inmensa suma destilaría por la
región son fundamentalmente, los que tradicionalmente
conocemos en el mundo internacional como financiamientos
reembolsables y no reembolsables. La diferencia estriba en
que la revolución bolivariana ha querido presentar a “sus”
mecanismos como liberados de todo interés (“mezquino”), a no
ser el bienestar del otro país, del otro pueblo. Para ello
el mejor ejemplo es el ALBA ( Alternativa Bolivariana para
las Américas). Este mecanismo dice estar basado en la
cooperación desinteresada entre países, donde los que tienen
aportan ( Venezuela) y los que no (Cuba), reciben. Chávez es
el campeón de la caridad internacional, llegando él mismo a
compararse con Cristo. En este sentido están los acuerdos
energéticos (PetroCaribe) y otros miles de acuerdos
bilaterales que firma en sus largos y frecuentes viajes.
Lo que sucede es que en la
medida que el mundo comienza a despertar y a tomar una
perspectiva diferente para valorar el chavismo
internacional, empieza a percatarse de que, como siempre,
hay intereses de por medio en las relaciones
internacionales.
Progresivamente, desde los
países sujetos a la cooperación revolucionaria, voces cada
vez más fuertes develan acciones muy “interesadas” del
chavismo internacional.
Recientemente se han hecho
denuncias en diversos países de América. En Paraguay se hace
público un plan de penetración revolucionaria bolivariana
para expandir su ideología y ganar adeptos en el país. En
Perú tenemos las casas del ALBA y las latas de atún con
propaganda política. Además, tenemos la entrega directa de
ayuda a comunidades ( EE.UU.) o a gobiernos locales (
Nicaragua, Salvador) para promoción de políticos defensores
del chavismo. En República Dominicana un Ministro
sin-cartera, acusa a Venezuela de imperialista al poner
condiciones políticas para la construcción de una planta de
gas licuado. Estos y otros muchos ejemplos, como el
fortalecimiento de movimientos contestatarios como los
círculos bolivarianos, el Congreso Bolivariano de los
Pueblos, la Corriente Continental Bolivariana, etc. (caso
mexicano) comienzan a develar que hay intereses muy fuertes
en la revolución bolivariana de expandir su influencia y
aumentar su ingerencia directa en la política de otros
países; además de que, en la mayoría de los casos esto pasa
por dar “cooperación financiera” a fuerzas políticas,
partidistas o no, que se identifiquen o quieran
identificarse con la revolución.
Cuando lo exigido son apoyos
internacionales en foros y conferencias, o votos en
organizaciones multilaterales no hay problema de aceptar las
condiciones de la “cooperación desinteresada”, pero cuando
esa cooperación comienza a convertirse en base de apoyo a
movimientos políticos y sociales radicales en cada uno de
esos países, la situación se comienza a tornar muy incomoda.
Por ahora, modestamente se oyen tímidas voces de reacción en
varios países, algunos ejemplos de esto son: el retiro de
embajadores como fue el caso mexicano y peruano, o gente
marchando y gritando “ fuera Venezuela” en Bolivia, o que en
el Caribe se hable del “imperialismo venezolano”, o el
retraso de la entrada de Venezuela al MERCOSUR por
parlamentarios de Brasil y Paraguay, lo que en el caso de
Paraguay no es sólo por los insultos recibidos, sino por el
apoyo militar a Bolivia y ahora el tema de la denuncia del
plan de penetración.
La región comienza a sentirse
incomoda con la revolución chavista. Se observa que, cada
día hay más países que resienten la ingerencia de la
Venezuela revolucionaria en su política interna, en la
medida en que comienzan a develarse los verdaderos intereses
de la “cooperación” venezolana. Por ahora, muchos países
tienen un superávit en sus “cuentas” con Venezuela, pero
pudiera ser que pronto esas cuentas tornen a rojo y sean sus
democracias las que terminen pagando un alto precio de la
cooperación de la revolución bolivariana.
alfredomichelena@gmail.com