El reciente
viaje de la presidenta de Chile Michel Bachelet a Cuba, ha
derivado en un escándalo nacional pocas veces visto en las
últimas décadas. Interpretando el sentir de gran parte de la
clase política y la ciudadanía chilena, el escritor chileno
y cercano conocedor del régimen castrista Roberto Ampuero,
calificó el viaje de Bachelet como el peor bochorno
presidencial de los últimos 20 años.
Hasta el
gobierno de Bachelet los presidentes Aylwin, Lagos y Frei,
en un acto de consecuencia con la causa de los derechos
humanos se habían abstenido de visitar la isla, lo que
convierte a Bachelet en el primer Mandatario chileno en
visitar Cuba desde Salvador Allende. Rompiendo drásticamente
con la línea de sus predecesores Bachelet no sólo decidió
realizar un viaje del todo innecesario y ajeno a los
intereses de Chile, sino que rechazó reunirse con líderes de
movimientos opositores a la dictadura castrista. Pero el
bochorno fue mayor. Encontrándose en medio de un acto
oficial de homenaje a Salvador Allende, la presidenta
Bachelet fue avisada de que Fidel Castro la esperaba para
sostener una reunión. Sin meditarlo la mandataria chilena se
retiró apresuradamente y rebosante de alegría en pleno acto.
El entusiasmo febril de Bachelet por ver a Fidel Castro
impactó a nivel nacional e internacional. Roberto Ampuero
señaló que “nunca imaginé que iba a ver a un Mandatario
chileno corriendo enfervorizado y agitado por ver a un
dictador”.
La hija de Fidel Castro residente en Miami, Alina Fernández
declaró que Bachelet “cayó en el juego de Fidel, y una
persona de su estatura diplomática no puede tener esos
bochornos”.
Para el profesor Jaime Suchlicki de la Universidad de Miami
“Chile salió debilitado y la credibilidad de la presidenta
dañada” mientras Huber Matus, ex preso político cubano y
actual miembro de la disidencia en Miami declaró que la
visita de Bachelet a Cuba es una “identificación con la
tiranía”.
De paso la
vistita de Bachelet sirvió para tensionar las relaciones
entre Chile y Bolivia tras la revelación de Fidel Castro de
que en su conversación con Bachelet le habría dicho que
Bolivia tenía legítimo derecho al mar arrebatado por la
oligarquía chilena hace más de un siglo. El agradecimiento
de Evo Morales a Castro no tardó en llegar, ofreciéndole la
oportunidad perfecta par resituar la pretensión boliviana en
la discusión internacional.
Así las
cosas el viaje de Bachelet a Cuba, un país con el que Chile
prácticamente no tiene lazos comerciales ni vínculos de
especie alguna, resultó en una vergüenza nacional y en un
daño efectivo para los intereses del país. Queda entonces la
pregunta de por qué Bachelet insistió con tal intransigencia
en ir a la isla y reunirse con el dictador. La razón parece
ser que Bachelet, otrora perteneciente a la línea más dura
del socialismo chileno, siente una profunda admiración y
simpatía por la dictadura castrista, lo que arroja serias
dudas sobre su vocación democrática. Su escandalosa huida de
un acto oficial para reunirse con Fidel, su categórico
rechazo a tomar contacto con la oposición cubana y su
silencio absoluto respecto a la situación de la democracia y
los derechos humanos en la isla no permiten arribar a otra
conclusión.
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Investigador, Instituto Democracia y Mercado |