Hace 3 años cayó el sombrerúo
Manuel Zelaya, el improvisado aliado hondureño de Chávez y
ahora le tocó el turno a su aliado paraguayo, el ex obispo
Fernando Lugo, a quien se llevó el diablo, al ser depuesto
con mucho menos dramatismo pero como resultado de la
solidez de las instituciones democráticas, que en esos dos
países pobres, son más preciadas quizá que lo demostrado
para los Venezolanos, donde la riqueza petrolera hizo
venal y corrupta a demasiados en su clase empresarial y de
la elite política anterior a Chávez y que además ya hizo
de los rojos revolucionarios solo piltrafas morales, al
cabo de 14 años de disfrute de las mieles del poder.
No suficiente con esta espectral molicie sobre nuestra
conciencia nacional, tenemos frente a nosotros la amenaza
de comprobar, si este proceso de deterioro también
convirtió, en los últimos 8 años, a la oposición
electoral, clientelar y “cohabitacionista”, en solo parte
del mismo régimen “bolivariano” edificado desde 1999 por
los agentes políticos de los Castro y su demiurgo local,
el inefable comandante felón Hugo Chávez.
La base material, física, de este proceso no es otra que
la imposición de un plan político que ha destruido ya dos
tercios de nuestra economía e infraestructura y ha hecho,
a dos tercios de los venezolanos, absolutamente
dependientes de algún subsidio, dadiva o créditos blandos
con dolo incluido, todos adscritos, desde hace 8 años, a
un exorbitante ingreso petrolero, que solo ahora empezó a
mermar, amenazando los cimientos mismos de este populismo
sin destino, si es que no bastara la amenaza real de la
desaparición, por enfermedad terminal , del atronado
caudillo.
Son muchos, lo admito, quienes critican mi óptica sobre el
proceso político nacional, por qué y que no infundo
optimismos ni esperanzas, ánimos de victorias o visiones
utópicas sobre el proceso político por venir, en los
próximos meses. Asumo las consecuencias del descrédito
transitorio.
Puede decir en mi descargo, que resulta casi delictual
opinar distinto a las obligados ditirambos al candidato
opositor escogido y a las opiniones vertidas por él y su
comando de campaña, así como no cantar loas al árbitro
electoral, que se supone nos tratará con deferencia si
guardamos silencio.
Sobre todo se penaliza, con mayor ostracismo aún, al que
no comparta la bucólica visión que Chávez, obligado por
una gran derrota en la votación del 7 de Octubre próximo,
se resignará a entregar el poder.
Comienzo por declarar entonces, que como nada puede
descartarse en política, todo efectivamente es posible,
aunque resulte irracional imaginarlo, desde la imposición
de una monarquía de los Chávez, pasando por la muerte por
cáncer del déspota, hasta la eventualidad de hacerlo polvo
electoralmente y que ello obligue a la FFAA a hacer
respetar el veredicto de los electores.
Lo primero que sería obligante, para imaginar una victoria
opositora, es entonces desarticular sobre la marcha, un
eventual plan de fraude electrónico y de ventajismos
obscenos, orquestados o admitidos por el CNE, el poder
electoral de perruna obediencia al dictador.
Por ello no puede descartarse también, que pueda desatarse
a partir del 8 de octubre, una poderosa crisis política e
incluso militar, si Chávez maniobra para quedarse "a lo
Jalisco" con el coroto, y si por su parte la dirección
opositora, por primera vez desde 2002, decide pelear
contra la ilegalidad e ilegitimidad del poder chavista.
Mis enormes dudas vienen dadas por la mediatización del
lenguaje, del programa, estrategia y estilo del candidato
en campaña, en cuyas manos se ha puesto buena parte de
nuestro destino político para esa coyuntura electoral y
poselectoral, donde su entereza o idoneidad para este
liderazgo, sin prejuzgar nada , quedará establecida o
absolutamente cuestionada, en medio de la coyuntura
desatada en octubre de este mismo año.
El problema no es solo ganar, lo fundamental sigue siendo
imponer esa victoria contra el seguro intento de Chávez de
desconocerlo, mediante toda clase de maniobras, que
incluyen en primer término el plan de fraude electrónico.
Las interrogantes sobre nuestro destino, no se encuentran
predeterminadas solamente por la decisión de mantenerse en
el poder, contra viento y marea , de la casta lumpen
gobernante, que se ha enriquecido mediante la
prevaricación y depredación de bienes públicos, cuando no
han sido suficientes toda clase de privilegios abusivos y
de peculados, para acrecentar ganancias subrepticias de
burócratas civiles y militares venales.
Debemos considerar también como de primer orden, como
evaluamos la capacidad de movilización y firmeza de
propósitos de la dirección opositora y de sus miles de
militantes adeptos, ya acostumbrados por 10 años a
resignaciones sucesivas frente a los abusos del poder
chavista.
Ni siquiera cuando se ganó de forma aplastante, en el
referéndum sobre la reforma, el 2 de diciembre de 2007, y
que Chávez descalificó y estigmatizó porque según su
propia expresión era: “una victoria pírrica de mierda”,
nuestras huestes opositoras fueron convocadas para imponer
las consecuencias, más que evidentes de esa victoria, que
cuestionaba la legitimidad del propio gobierno o por lo
menos de su plan político, que de todas maneras se impuso
por cuotas con las leyes habilitantes.
Merece especial consideración, que contra toda legalidad
se realizó el 15 de febrero de 2009, otro referéndum sobre
la cuestión ya juzgada electoralmente, sobre la reelección
presidencial indefinida, negada en el referéndum de
diciembre 2007. Chávez pudo arrancar una supuesta o real
victoria en esa oportunidad, haciéndose de la neutralidad
de los dirigentes opositores locales y regionales, a
quienes les ofreció el caramelo de su propia reelección, a
cambio de tolerar la permanencia vitalicia del déspota en
la jefatura del Estado.
Aun más, teniendo mayoría en el país, también se aceptó la
delimitación fraudulenta de los circuitos electorales,
para generar una mayor proporción de diputados para el
gobierno y así llegaremos a la elección presidencial, la
primera después de aquella decepcionante postulación de
Manuel Rosales, donde se aceptó en minutos haber perdido
contra un 62% que el CNE le asignó a Chávez, en medio de
declaraciones nerviosas atribuidas a “líderes nuestros”
sobre qué: si no se aceptaba eso: “el gobierno sacaba los
tanques a la calle y masacraba y etc” … que otro resultado
“era esperar pajaritos preñados” etc.
Admito sin embargo que solo los aguafiestas, que no nos
dejamos llevar por las ilusiones recordamos estos
desagradables episodios.
Llegamos entonces a otra situación decisiva. El 7 de
octubre estarán en juego centenares de miles de millones
de dólares, porque en Venezuela quien los administre cada
año, decide también a cual porción de arribistas y
logreros hacer más ricos o billonarios, en cual medida se
deforma aun más la economía rentista, con sus asfixias
estatistas y cuales esquemas de alianzas geopolíticas
compradas pueden seguirse estimulando.
Como se ha aprendido con Chávez ahora, un costo de primera
para un gobierno ilegitimo adinerado es montar un tinglado
de mecanismos de seguridad diplomática, para mantenerse en
el usufructo del poder, respaldado por chulos y asociados,
interesados en nuestra chequera petrolera, desde la
comunidad internacional, en la que los principios de la
ética democrática, son tasados también, igual que en una
negociación sobre porcinos, o aranceles de cualquier
rubro.
¿Se le puede ganar a Chávez? Rotundamente sí, pero cobrar
es lo que requiere de un liderazgo dispuesto a todo, en
particular a no dejarse chantajear como nos enseñaron los
hondureños y los paraguayos, que rescataron su dignidad de
pueblos libres.
franceschi1947@gmail.com