No sabía si reírme a
carcajadas o sumirme en la ya habitual depresión, propia
de muchos empresarios, cada vez que el gobierno hace otra
trastada expropiatoria, al ver al poeta del gran vómito
ahistórico bolivariano Tarek y al "dojo dojito" de la
ruinosa PDVSA, allá en Guanta, contar en regresiva desde
sesenta, en la apoteosis del ridículo y como en año nuevo
saltando de jubilo, por la llegada fatídica de las 12 de
la noche, en que daban por terminado el plazo, para
ponerle la mano a las eficientes cementeras de capital
extranjero, que serán ahora de propiedad estatal, para
convertirlas en el nudo al pescuezo de la industria de la
construcción, que venia respirando a pesar de todo.
¡¡ COMUNISMO !! gritarán los radicalizados defensores de
la propiedad privada mientras que en realidad Chávez
piensa, frotándose las manos, en REELECCION INDEFINIDA,
para la cual trabaja día y noche, montando su maquinaria
de chantaje en el aparato económico, capitalista de
estado, relanzando el modelo de régimen autoritario que
combina magistralmente los peores vicios y enfermedades
endémicas del cuartomundismo como es la inflación, con la
barbarie del burócrata déspota asiático del estado
omnipotente, propiedad estamental de mesnadas de sátrapas,
que reúnen el bandidaje depredador de bienes públicos,
bajo la égida de un gran bicharraco astuto que todo puede,
y todo podrá, mientras se le deje hacer lo que le venga en
gana.
Se, que a los ojos de los que ven en blanco y negro, puede
parecerles ingenuo decirles que todo esto ya lo vivimos
con CAP I, en los años setenta, solo que con grandes
diferencias: el del Gocho era el gobierno de un demócrata,
que se obligaba a generar consensos y legalidad en sus
actos y que a nadie se le ocurría decir que las medidas de
nacionalización, nada menos que del petróleo, del hierro,
del mercado mayorista a través de Corpomercadeo y un largo
etcétera, eran para edificar el socialismo.
La peste ideológica que impulsa el gobierno, para obtener
una contraparte en el lenguaje opositor polarizado, que
justifique la defensa de privilegios o la simpatía por
determinadas naciones amigas, como el hipócritamente
odiado imperio, al que se le manda la factura que sostiene
todo este aparataje de ridículo socialismo importador,
busca empañar toda comprensión sobre la naturaleza social
del régimen, llevando siempre el debate hacia la cuestión
de la gran propiedad, de la que están excluidos, por
sencilla lógica, el 98 % de los venezolanos, a quienes se
empuja o arrima al gobierno, cuando se constata, el paso
de los años sin que llegue el mentado comunismo y se
siguen atiborrando los centros comerciales, aunque para
muchos solo sea para empañar sus vidrieras, como mirones
del consumismo desaforado.
Los estrategas de la oposición estaban felices, luego del
2 D, cuando constataban que habían logrado arrinconarle su
reforma al locario, con la prédica sobre que éste sujeto
quería hasta arrebatarles los puestos de empanadas a estos
sobrevivientes.
El problema es que, un año después, hay mas puestos de
empanadas, producidas por el desempleo y la
informalización creciente, en el capitalismo africano
impulsado por micifuz.
Aquí estaremos fritos mientras la prédica contra el
comunismo solo consiga victimas del tipo CEMEX Lafarge,
Hoquin, Grupo Santander, Exxon, o propietarios de fincas
vecinas de los terrófagos de la familia Chávez en Barinas,
o de predios urbanos apetecibles para montar ranchos cerca
de las rutas de transporte. Mas aún les tengo la muy mala
noticia, archisabida por los amigos empresarios, que una
subcultura de décadas del rentismo petrolero llega a
justificar, ante los ojos de las mayorías, la maldición
del control de precios y los concomitantes subsidios
ruinosos.
Lo contenido en las 26 leyes disparatadas, que constituyen
una inyección letal para el mercado y la inversión privada
y terminarán creándoles serias dificultades a sus
proponentes, volcándoles aún mas a la importación
subsidiada, está siendo convertida, en lo que fue la
campaña eje en defensa de la propiedad en 2007, frente a
la reforma, como en el gran caballito de batalla para
impulsar electoralmente a los candidatos opositores.
Ojalá tengan razón, pero me temo que mas que dolientes de
la gran propiedad extranjera, la oposición debería
plantearse como alternativa frente a esos cacos del
gobierno que han hecho los peores gobiernos municipales y
regionales en un siglo.
Por allí andan sin embargo los cohabitadores de oficio,
agregándole a este justo posicionamiento, el que debe
sacarse a Chávez del debate, olvidándose de la verdad
descomunal que nada de lo que se logre en estas elecciones
de noviembre sería útil, si al propio tiempo no se insurge
contra la arbitrariedad, la depredación, la barbarie y la
estupidez del máximo estafador del país, quien disfruta de
las campañas electorales ventajistas, como los carajitos
con los horribles muñecos transformers.
Casi que uno puede imaginarlo haciendo esos ruidos que
acompañan el vuelo de cada bicho que simula lanzar en
picada contra cada objetivo. Sus aló permanentes, con sus
anuncios de nuevas arbitrariedades y abusos, aunque
siempre presentados astutamente como beneficiosos para el
pueblo pobre, constituyen ese entretenimiento sórdido que
colma su ego insaciable.
La cosquillas electorales solo le excitan sus peores
instintos. Le encanta competir en el Coliseo, amarrándoles
las manos a sus aventurados adversarios en la arena de los
leones de Tibi, que bien dispone, por instrucciones del
Nerón tropical, de una cuota de la torta para aquellos que
en las más abyectas de las posiciones, se solazan en
llamar este torneo de gigantografias y cuñas televisivas
caras, una oportunidad para salir del loco en democracia.
Como ya perdí, arando en el mar otra vez y por ahora, mi
predica de condicionar la participación electoral a
imponer el saneamiento del podrido REP, eliminar las
traganíqueles smartmatic y el ventajismo implícito en un
CNE integrado solo por militantes del PUS, derrotar las
inhabilitaciones que son solo proscripciones políticas y
sabiendo que ya es clavo pasado que tampoco los grandes
armadores de liderazgos opositores mediáticos y
adinerados, le pararon la mas mínima bola a convertir
nuestros olvidados presos políticos, civiles y militares,
en los elegibles de las candidaturas vitrinas; me remito
entonces a esperar que en esta nueva estafa, que prepara
el locario propietario de la nación, sea preservado algún
decoro, desde las filas opositoras.
Gerardo Blyde no necesita mi voto para arrasar en Baruta y
como Chávez resolvió que no puedo votar por Enrique
Mendoza en mi mesa, me niego a votar por los beneficiarios
de esa proscripción.
Y como, con estas líneas, algo quiero dejar dicho, para la
gente de conciencia y de principios: nunca entendí como es
que se puede ser demócrata y permitirle al sepulturero del
sufragio, que sea él quien escoja a mis elegibles.
Sin embargo, dejo claro y por escrito que no ando en
campañas abstencionistas. Solo estoy constatando que, una
vez más, los portavoces del gradualismo cohabitador con
Chávez hasta el 2000 siempre, que son los escogidos para
la tarea de la reconciliadera alcahuete, deberán dar
cuenta sobre que, DE NUEVO sabaneitor, no convierta las
victorias opositoras en pilitas de surra de gato, tapadas
con el aserrín de las prédicas postergadoras, mientras el
mandamás arrincona a todos los vulnerables ante la
arbitrariedad estatal, comenzando por los empresarios,
obligándolos a resignarse a la infecta reelección
indefinida, como pago de rescate frente al hacha de las
expropiaciones.
franceschi1947@gmail.com