Que
me perdonen los ilustrados en esta materia, pero fue
grande la tentación, para mezclar percepciones políticas y
fenómenos curiosos de conciencia de la psique histórica de
distintos segmentos sociales, de esta Venezuela roja
rojita, cuando me topé con unos videos sobre el profesor
Carl Jung, en YouTube y resúmenes de sus ideas en
Wikipedia, reencontrándome con las ideas del eminente
discípulo de Freud, de quién oí por primera vez a mi
esposa, hace mas de una década, cuando aún daba clases
sobre esas propuestas de comprensión de las conductas
humanas.
Quería referir que es muy
tentador adentrarnos en el tema del "inconciente
colectivo", donde según Jung anidan, sedimentados en el
nivel mas profundo de nuestra psique, las experiencias
acumuladas y heredadas de la historia de la especie
humana.
Si es así, y nadie ha podido rebatirlo, mas bien todo lo
contrario, y cada día se profundiza mas en lo de la
memoria genética, entonces, ahí mismito está, para ayudar
a comprendernos, la experiencia de nuestros indios Caribes
enchinchorrados, díscolos y guerreros, machistas como
pocos, por cuanto solo las mujeres trabajaban en la casa y
el campo, mientras ellos solo se dedicaban a la
depredación, al saqueo y matanzas de tribus declaradas
enemigas por necesidad. Unas joyas pues.
No por azar entonces, las virtudes que nos acompañan,
desde esa raíz, solo nos vienen del lado de ese peculiar y
noble matriarcado nuestro, ya ancestral. Es asombroso como
se repiten esos patrones de "conducta caribe" en muchos
"hogares" del país.
Si bien la tierra de los Caribes fueron esencialmente
nuestras costas, se sabe que nuestro oriente venezolano,
fue llamado desde la Conquista "NUEVA ANDALUCIA", me
imagino por la densa inmigración que la pobló, de esos
alegres andaluces dicharacheros, hospitalarios,
parranderos y obviamente poco dados al rigor del trabajo.
Mamita querida, la mezcla entonces de "cantaores",
muchísimos de ellos ex convictos ibéricos, con los
aborígenes desalmados guerreros, como que resultó bastante
compleja por decir lo menos.
Para espantar temprano a maledicientes y superficiales,
recuérdese que estos mismos andaluces eran, para seguir
con la genealogía junguiana, nada mas ni nada menos, que
los descendientes de sangre reciente del: El Andaluz y el
Califato de Córdoba, que en plenitud de la civilización
islámica, hasta la expulsión entonces reciente, de los
moros de España, hizo de esas tierras el centro de la
exquisita tolerancia, la cultura y ciencia del mundo, por
varios siglos.
Aquí en el trópico conquistado, en la Costa de Caribes,
del sur continental de Indias, en la Tierra De Gracia, en
el otro extremo geográfico de las tierras concedidas a los
Welsares en 1520 en pago por prestamos, del suelo que
siglos después llamaríamos patria del Libertador, los
laboriosos y pacíficos indios Timotocuicas, primos de los
chibchas colombianos y más allá emparentados con los
incas, labraban la tierra, y por ser sedentarios
acumulaban cultura, como NO fue el caso de sus no
congéneres orientales nómadas, caribes todos: kariñas,
piaroas etc.
Los montañeses indios gochos, con sus paredes de piedra
reteniendo la capa vegetal en las tierras agrestes para la
dura agricultura y la ganadería de altura, con sus
costumbres apacibles y su vida gregaria, de fuerte núcleo
familiar, no se cruzaron mucho con los andaluces, que poco
portaban por aquellas cumbres de sacrificios de vida, por
cuanto ellos preferían sus playas y sus planicies, que le
recordaban su madre patria.
Fueron los gallegos, asturianos, zaragozanos etc, quienes
si prefirieron la mezcla con nuestros aborígenes
disciplinados y laboriosos andinos, como también lo
hicieron, para formar el sólido mestizaje de los "paisas"
antioqueños, del Tolima, del Quindío colombiano y también
los montañeses de Cundinamarca, Boyacá etc.
Pueblos ibéricos u aborígenes nuestros, con disciplina
para el trabajo, son entonces uno de nuestros componentes
étnicos originarios en nuestro occidente. Otro segmento
filogenético nuestro fue, el de indios disolutos y
camorreros, aunque a sus mujeres que valían oro, les deben
que no se extinguieran, para empezar, porque eran ellas
las que les daban de comer y les aguantaban con
sacrificios inenarrables.
Allí en esas zonas donde todo al parecer está al alcance
de la mano, con una población india masculina casi
exterminada por La Conquista, se cruzaron mucho con esos
seres tan sanguinarios unos y simpáticos otros, que son
los andaluces, quienes tienen por filosofía de vida, que
para lo poco que hay que vivir, es mejor pasarla bien sin
grandes rigores.
Y la verdad que esos hábitos no pocas veces se convierten
en tentación de imitación de vida. Total, el pecado, sobre
todo muchos de los veniales, se corresponden más a la
agradable molicie, contraria al rigor y a la virtud.
Un primer gran desmentido a esa colección de falsedades
dichas en cadena nacional con pretensiones doctas, aunque
con propósitos de intoxicación ideológica venenosa, es que
no es verdad que los indios eran una unidad, por cuanto
sus etnias y cultura eran tan extremadamente heterogéneas
como sus conquistadores ibéricos, que ostentan tipos tan
diversos, como los aborígenes, desde desalmados, hasta lo
sublime del genero humano, desde segmentos de aventureros
de siete suelas, hasta laboriosos y piadosas almas.
Ya venían desde entonces fusionados en un mismo paquete
genético, aunque con variaciones significativas: José
Maria Vargas y Hugo Chávez Frías, Maria de San Jose,
Teresa Carreño, Iris Varela y Lina Ron. Falta Aristóbulo.
El tercer componente de nuestra fusión genética
originaria, es por supuesto el de los africanos, pero no
de cualquier sitio, sino del África Ecuatorial, que era un
pivote de costumbres y disimilitud de pueblos, unos
pacíficos y labriegos, otros nómadas y guerreros, unos de
tribus con jerarquías y orden, otros con rasgos bárbaros y
primitivos.
Entre estos últimos destacan, los irremplazables e
ignominiosos cazadores y mercaderes de esclavos, que
llevaban a las costas a las tribus esclavizadas, para
venderlas a los tratantes europeos, que los trajeron hasta
aquí, donde continuó un doloroso exterminio por maltratos,
desarraigos brutales y sobreexplotación animalizada, en
minas y haciendas.
Sería incomprensible la esclavitud africana, como antes la
hubo en Egipto, Grecia Roma, y en realidad en todas las
civilizaciones antiguas, sin entender que esta fue una de
las reservas de mano de obra, que fundó el implacable,
lógico e históricamente necesario desarrollo del
mercantilismo, que hizo pagar a segmentos brutalmente
desdichados, el progreso indetenible de las fuerzas
productivas, sobre las que la humanidad toda edificó la
civilización, siempre progresiva, pagando con un costo
sensible, la elevación, del mismo género humano, en todos
los órdenes.
La mano de obra esclava, fue una fuente primigenia de
creación de valor, como igualmente un poco mas tarde lo
sería, incluso paralelamente con la plenitud del
esclavismo negro, la nueva oleada del trabajo casi esclavo
de mujeres y niños ingleses y de otras latitudes, durante
la revolución industrial en Europa.
Y si quisiéramos ver la película de la humanidad abreviada
en dos siglos, la historia de EEUU, nos la resume e
ilustra completa. Exterminios, migraciones, esclavitud,
guerras, oleadas de nuevos brazos para los trabajos más y
menos calificados, un desarrollo vertiginoso de fuerzas
productivas, generando un bienestar sin limites a todos lo
que van incorporándose a su disciplina de trabajo y a su
orden democrático, les ha llevado a las mas altas cumbres
de la civilización tecnológica, generadora de bienestar.
Hubo que esperar la entrada masiva del capitalismo en
Asia, en nuestras tres últimas décadas, para volver a ver,
en gran escala, aunque compensados esta vez por un acceso,
mas amplio que nunca respecto a cualquier otra etapa
histórica anterior, al consumo de bienes, a centenares de
millones, participando en los hormigueros de la
explotación industrial moderna, que civiliza a los
trancazos lo que quedaba en el planeta, sometido al
paralizante y ahistórico despotismo estatista asiático.
Somos ahora, en Venezuela, sorprendidos escuchas de esa
predica ditirámbica, patriotera, sobre la supuesta
hidalguía étnica originaria, por el solo mérito de
deambular nuestros aborígenes por estos parajes de Dios,
cuando a otros les tocó deambular por los suyos, sin que a
nadie se le consultara, siendo solo esto el fruto del azar
de la naturaleza y de la accidentada historia de las
migraciones humanas, que todo escogió al albur; pero que
ahora quiere ser reinterpretado, por estos ignaros
ideólogos del chavismo.
Ellos se han atribuido licencia y permitido lanzarse, a
esa prédica irresponsable, que genera derechos
automáticos, por el origen de afro-descendencia o
aborigen, cuando de lo único que debería tratarse, es de
proveer efectivas oportunidades de estudio y de trabajo
productivo, para toda persona nacida aquí. Mas aún si se
tratase de sectores preteridos, heredados de un desarrollo
social desigual, en espacios y estamentos sociales de
mayor densidad de poblamiento negro e indígena.
Esto debe ser lo opuesto al clientelismo y populismo
racista practicado ahora, que enjuga con dádivas que
buscan lavar injusticias históricas, pero que más bien
remachan por su futilidad, la promoción de la vagancia
pagada, a cuenta de herederos de esclavos o indios.
Un día de esto voy también a pedir mi beca resuelve, como
afro descendiente, porque mi abuela materna era negra
tinta.
Tales prédicas serian consideradas sinceras, si todo lo
que se gasta en tiempo y recursos, en proveer
lamentaciones ideológicas interesadas y absolutamente
deformantes, se empleasen en generar justicia social real
y no cháchara politiquera, sobre la pendejada étnica
vindicativa.
El cuarto y último componente, más bien reciente, de
nuestra demografía socio-cultural, es altamente
contradictorio en su influencia, por cuanto su ethos
cultural, respecto a familia, trabajo, gregarismo, cultivo
de espíritu religioso etc, es idéntico a los de nuestros
andinos ancestrales, ya típicos con su mezcla con
ibéricos.
El cognomento especial que les hace distintos y
específicos a esa oleada que vino luego de la medianoche
del siglo XX, es que fueron migraciones desde la barbarie
europea, del fascismo, de las guerras civiles, de las
guerras mundiales y de las hambrunas subsecuentes. Ellos
nos trajeron un acendrado culto por el pacifismo y los
valores de la democracia, por fin conquistada, o
costosamente anheladas, en sus tierras de origen. Vinieron
a buscar paz, trabajo y prosperidad para sus familias,
estudios y facilidades para sus descendientes, bienes para
hacerlos herederos de un confort que nunca tuvieron y que
aquí lograron con grandes sacrificios.
Si a ellos agregamos los millones de laboriosos
colombianos, que huyeron de sus propias guerras y
penurias, a los árabes escapados de treinta siglos de
violencia, a los judíos escapados del Holocausto, a
palestinos despojados de su suelo por dictados de las
superpotencias, a cubanos negados a padecer una insensata
y odiosa tiranía comunista, caribeños huyendo de sus
desempleos endémicos, a argentinos, uruguayos y chilenos
espantados por el fascismo militarista: tendremos una
componente y explicación esencial, de porque nuestra clase
media, en buena parte constituida en segunda generación
por esos emigrados de los padecimientos de la violencia y
las privaciones, se encontraron en las grandes ciudades
del centro norte costero venezolano, agregándose al crisol
de razas y costumbres, y se mezcló con todos nuestros
segmentos originarios.
Allí se encontraron con los descendientes de los esclavos
del cacao barloventeño o de Paria, con Canarios del año
del hambre (1948), sirios, palestinos, libaneses y
egipcios con las marcas de los últimos encontronazos con
Israel, pero aquí conviven como pacíficos ciudadanos,
vecinos en la misma calle, en este suelo que les recibió
en paz e igual en paz entre todos se saludan.
Hay que tener riñones para incentivar trifulcas de origen
étnico o social, en una nación que tiene el privilegio,
como lo es la nuestra, de vivir en concordia racial y
social, más que en cualquier otro espacio geográfico del
mundo entero.
Es Chávez quien estimula ese disparate, para devolvernos a
macabras y estériles confrontaciones internas; como si no
hubiera bastado el siglo XIX completo, hundidos en los
tormentos de la anarquía y las guerras.
Solo a Chávez podía ocurrírsele pensar trastocar esa lenta
pero segura demolición de prejuicios, sobre orígenes
étnicos y culturales diferenciados, que pudieron generarse
y que nadie negará tuvieron su contrapartida en nuevos
prejuicios, en nuestra colorida clase media venezolana,
con ideas como las de una señora a la que le han dado un
espacio de televisión y que resolvió despacharse hace
pocos días, con una caterva de insultos etnicistas de baja
estofa.
Con una parafernalia racista y clasista, por supuesto de
patente muy estúpida y ayudada por su invitada estrella,
una ignorante mujer siciliana, que le hacia coro a
respuestas insinuadas, sobre maldiciones genéticas
nuestras, respecto a los supuestos escasos hábitos para el
trabajo, nuestra docta entrevistadora, destruyó en la
mente de muchos venezolanos y extranjeros, los esfuerzos
hechos por décadas, para conciliar nuestras miserias y
virtudes como nación unida.
Toda aquella patraña televisada, era presenciada por el
gesticulante "coquito", un joven negro del medio
televisivo, que por cierto nada tenia que ver con el
historial de sufrimiento de sus ancestros y que al parecer
se le colocó, como parte del decorado social del
venezolano típico en el debate, seguramente para escapar a
la acusación de racista aunque no pudieron evitar caer en
la estupidez de designar al componente negro, como el de
mas genuina venezolanidad, respecto al de cualquier otro
color de piel. Los disparates de Chávez tienen su
contrapartida en los ignorantes de nuestro lado opositor,
que le comen casquillo.
Las ideas de la señora de presencia mediática y su bruta
invitada, a la que puso en la peor evidencia posible, con
su mentalidad fascista ordinaria, de pequeño patrón que
emergió del esfuerzo, en un país como el nuestro; solo
evidenció que el haber venido de una primitiva cultura de
competencia capitalista mas exigente, por sobrepoblación
relativa, escasez de capitales en esos años etc, así fuese
de la antigua Magna Grecia, la Sicilia de los Corleone,
esa invitada tuvo una ventaja abismal como inmigrante hace
40 años, al solo poner pie en La Guayra.
Es hora de lamentarse entonces, que ahora si estamos
fritos, entre las prédicas racistas antiblancas de Chávez
y la majadería cultivada por ideólogos de pacotilla del
bando de la estupidez rival, según la cual somos un país
de flojos.
Eso es igual a suponer que los italianos son un país de
cobardes, porque se negaron a ser carne de cañón de la
colectiva locura guerrerista europea.
Podían agregársele otras estupideces al acervo cultural de
la entrevistadora, como que sus ancestros alemanes son
dados al exterminio, al asesinato colectivo de naciones y
razas, o los rusos son cultores de la suciedad y el
despotismo y los judíos de la codicia, los franceses de la
pestilencia corporal…¿No recuerdan cuando ser colombiano
era sinónimo de ladrón?
Esas sentencias, cada una mas ruin que la otra, resolvió
que ser chino es ser opiómano, hindú, significa pobre
miserable adorando una vaca, africano es sinónimo de
genocida y esclavo, español es un fatuo y vociferante
ignaro, que resuelve todo con improperios o a carajazos.
Quería dejar claro, por lo menos, que aquello que pudo
haberse convertido, a lo largo de nuestra historia, en
arquetipos culturales mezclados, debemos asumirlos con sus
virtudes y sus supuestos defectos y taras.
Pero lo que resulta detestable, es el racismo
gubernamental, que se apoya en una supuesta
generalización, de lo que son solo prejuicios localizados,
en segmentos elitescos, que le dan supuesto justificativo,
como el de esa entrevistadora de prédicas racistas y
clasistas, que tenderían a remachar la idea de que somos
solo, la síntesis de defectos y no sobre todo de las
virtudes, de cada uno de nuestros componentes originarios
étnico culturales.
Volviendo a las complejas pero apasionantes tesis
Junguianas, él formula su propuesta sobre los ARQUETIPOS.
"La Sombra", el mas fascinante de los arquetipos en la
teoría de los opuestos en la obra de Carl G. Jung, es
aquella faceta de la personalidad que permanece oculta
ante los ojos de la consciencia y que es aquel espacio
personal que se desarrolla conjuntamente con "La Máscara",
el otro arquetipo que resguarda todo aquello que, por
razones de adaptación, debimos ocultar al mundo.
Una persona por ejemplo con una fuerte tendencia suicida,
puede manifestar una aversión casi enfermiza a personas
que se drogan o a alcohólicos, por cuanto ellos son "su
sombra" y ante ellos exhibe "su mascara" la del rechazo y
su prédica antialcohólica.
Pero esto también puede ser entendido, como lo que vive en
nosotros potencialmente y rechazamos como una
característica execrable, que no queremos mostrar, que nos
irrita que se conozca, que queremos en términos positivos
superar, para no ser sus victimas de escarnio público.
Por vía de extensión, si tomamos en serio lo de la psique
del "subconsciente colectivo", en nuestra memoria
genético-cultural, nuestra "sombra" detestable es el
bárbaro que queremos erradicar, como en muchas otras
latitudes.
Nuestra "mascara" fue y es la democracia, pero nuestro
verdadero "ser venezolano" que superamos, pero que está
allí vivito y coleando y sigue en nuestra genética
histórico social, se nos escapa por la vía de las
corruptelas, el desorden, el aplauso al déspota que nos
permite enriquecernos.
Chávez es nuestra "sombra" nacional y cultural, porque
simboliza lo montaraz, lo irreverente, el disoluto, lo
chabacano, lo patán, la superficialidad, el hechón, el
cultor de toda clase de ventajismos, del fraude, de la
riqueza fácil, el fariseo, el hipócrita, el ludópata, el
irresponsable, el dilapidador y prevaricador, el
autoritario, el "chapeador" consuetudinario, el vivo, el
improvisado, el éxito cultivado desde la habilidad del
lumpem que se tiró la parada como los que apuestan hasta
la casa en una riña de gallos.
Lo que prueba sin embargo que se esta lejos de
interpretaciones rígidas, a partir de estos conceptos, es
que "la sombra", para segmentos importantes de la
población venezolana, era aquella Venezuela del dinero
fácil, para un segmento cada vez más minoritario, una ley
de embudo de privilegios para los de origen social o
preparación intelectual o profesional, cada vez mas
piramidal e inalcanzable.
Y Chávez fue su instrumento recóndito de repudio, a todos
lo eufemismos, a las negativas y exclusiones con nombres
sofisticados, de las instituciones y vías de ascenso
social esclerosadas.
La "sombra" de esos sectores sociales, era esa Venezuela
solo accesible para los prevalidos de títulos y de carnets
partidistas y de allegados a la facción gobernante, que
aunque no fuesen muy difíciles de alcanzar, daba generosas
ventajas iniciales, o colocaba irritables obstáculos
insalvables, a quienes arrancaban desde adelante o desde
atrás en esa competencia desigual.
La "mascara" de esos segmentos eran los partidos
democráticos clientelares a través de los cuales y en
supuesta solidaridad democrática efectiva, se aspiraba por
su vía al ascenso social.
¿Y hasta cuando durará este juego de "sombras" y
"mascaras", siendo la psique colectiva, el fenómeno más
cambiante, confuso y aleatorio que podemos imaginar, para
prever las conductas políticas?
Nada mas apasionante que buscar el terreno común entre la
lógica formal, la dialéctica, la lógica matemática y estos
ARQUETIPOS junguianos.
Chávez empezó a perder aceleradamente su esencial aspecto
de encarnación de venganzas e inconformidades, para mutar
a la de un estafador más, de la lista histórica que generó
grandes expectativas y enterró los sueños de millones.
La fortaleza de Chávez se parece ahora a la que daban a
los gobiernos de Betancourt, Leoni, Caldera I, CAP I, a
aquellos campesinos y obreros de los años sesenta y
setenta, que desoyeron todo mensaje de insurrectos e
incluso aquellos discursos de epónimos y honorables, que
proponían el mensaje correcto, pero que nunca se encarnó
en el alma colectiva, precisamente por no empalmar con sus
aspiraciones facilistas.
Varias décadas de tropezones con la misma piedra, han
terminado por fraguar una conciencia de que el país de
libertades que queremos construir, deberá rescatar el
trabajo y la disciplina como grandes valores. Si no
hiciéramos esto seguiremos prisioneros de nuestras
"sombras" y de las fuerzas disolutas que encierran.
El Gen Caribe primará sobre el Gen Timotocuica. El gen
Chávez primaría sobre el de Jose Maria Vargas, el gen
fosforito, sobre el de Teresa de la Parra.
Finalmente ¿Y por que ese título de "Los blancos
venezolanos bailan meneao"? Es por una experiencia de
vida, lo vi por décadas. Los blancos yanquis, europeos o
del cono sur, bailan tiesos, como un palo de escoba, igual
que sus mujeres. A nosotros en cambio nos menean desde
chiquitos: atun tun, atun tun... el Africa nos llama…
Esa es otra generalización abusiva, pero de esto se
trataba, de encontrar las raíces en tantos equívocos sobre
nuestra psique, gravados en desorden, en nuestro
inconciente colectivo: Somos un pueblo alegre y libertario
y ningún mandón con su ideología de muerte podrá con
nosotros, primero lo mandamos al demonio. Que nadie lo
dude.
franceschi1947@gmail.com