Los
viejos hablaban de "cura de burro" para ejemplificar el
uso de un remedio estrambótico o exagerado, necesario en
una emergencia. Me imagino que al pobre animal, por
ejemplo en el caso de parasitosis, le meten unas dosis tan
altas de purgante o de yodo o azul de metileno en una
llaga o en una peladura, porque se estima que solo así le
salvan de una muerte segura por anemia, envenenamientos o
gusanera.
Estos términos vienen a cuento, a propósito de un famoso
diálogo y reconciliación, promovido por cínicos o
ingenuos.
Sobre los cínicos todo está dicho: la manida
reconciliación es parte del lenguaje alcahuete.
En cuanto a los ingenuos, les confieso mis serias dudas
sobre ese lenguaje, oficializado ahora por nuestros
muchachos, sobre que el país necesita una gran
reconciliación nacional, es decir un reencuentro de los
demócratas con el chavismo mondo o lirondo.
La verdad es que es difícil imaginar un reencuentro con
una casta de burócratas enriquecidos y díscolos, borrachos
de ideología inútil y justificatoria de sus desmanes.
Aunque lo nieguen, con miles de cuñas diarias, el chavismo
deja ya a Venezuela en un estado tal de descomposición que
hará, fatalmente necesaria, una "cura de burro".
El símil drástico con parásitos y gusanera, no es
aleatorio. La gusanera del hampa común y política es de
tal volumen, que solo una "cura de burro" hará de nuevo
viable la democracia y la convivencia civilizada entre los
venezolanos.
Piensen, como remedio primario, luego del derrumbe de este
locaje, cumplir con cánones estadísticos similares a
países exitosos en el enfrentamiento al hampa, llegando a
una población carcelaria multiplicada por cinco y
tendríamos una primera aproximación a lo requerido.
No olviden que muchos de los corruptos del poder judicial
y de las propias policías y uniformados, reos de delitos
comunes, encabezarían el cortejo hacia nuevos centros
penitenciarios, que habrá que construir de emergencia
"llave en mano".
En cuanto a quienes viven de los dineros del Estado, el
tema es más complejo, porque sus jerarquías están plagadas
de estratificaciones con todo tipo de gradaciones, que van
desde sujetos y familias en la miseria atroz, que
requieren de inaplazables coberturas de emergencias
sociales, hasta los parásitos, beneficiarios de
injustificadas prácticas de clientelismo partidista
obsceno, que implican inutilidad, altísimos costos y sobre
todo viejas y nuevas inercias, con sus "daños
colaterales".
La deformación social espantosa que arrastró al foso, al
ya decadente modelo de producción y distribución del
ingreso nacional, generó una nueva pirámide de ingresos,
que colocó en la cima a un sector lumpen, de peligrosidad
visible, que reúne al hampa pesada, de gran calibre, con
el alto funcionariado chavista, encabezado por magnates
depredadores de esa nueva oligarquía roja.
Muchos compatriotas no salen de su asombro al oír
"razonar" a los fanatizados de las huestes
gubernamentales.
No le den muchas vueltas: es un nuevo léxico, que resultó
de llevar hasta la sublimación política el lenguaje del
hampa común.
Imagínense a verdaderos traficantes y asaltantes de
dineros públicos, revistiéndose de ropajes ideológicos
igualitaristas y percibirán la razón de ser de sus
improperios contra sectores sociales, e incluso contra
gobiernos de naciones amigas, de los que recelan y
perciben la amenaza de
las ineludibles correcciones futuras o la capacidad para
dañarles su festín que ya quisieran vitalicio.
El hampa común se desbordó en Venezuela, en estos aciagos
años de chavismo, por la sencilla razón que son demasiados
los nexos del malandraje con quienes se supone
disminuirían o castigarían sus fechorías, desde los
factores represivos o disuasivos del Estado.
Mas allá de quienes usufructúan de esta nueva esencia
delincuencial del Estado forajido, regentado lógicamente
por quienes están consustanciados con el atropello como
modelo institucional, encontraremos capas sociales ya
conformadas, en estos casi nueve años, convertidas en
subsidiarias de esta trama del parasitismo
económico-social.
Allí impera una red de complicidades tales, fabricadas a
la sombra de las nuevas jerarquías, que resulta realmente
complejo analizar, como fue que terminaron brindando
apoyos activos de alcahuetería o solidaridades pasivas con
el régimen, toda esa pléyade que va desde plutócratas como
Cisneros y otros de apellidotes, que ahora son conversos
del socialismo chavista, encabezados por la mayoría de los
banqueros, los maletineros y otros malandrines de casas de
bolsa y magnates de fortunas hechas con licencias de
importación, o vistiendo simplemente el uniforme de alto
oficial militar; que por supuesto contrastan en apariencia
y talante verbal, con los pobres enfranelados de rojo, que
viven ahora protestando en su pelazón, por causa de
promesas marchitas del comandante.
Como lo mas de bulto es la mendicidad masiva, oficializada
por acción oficial, que induce a multiplicar el número de
los que reciben los cheques de las migajas misioneras, con
lo que se permiten abandonar el trabajo, generalmente mal
remunerado en un capitalismo cojitranco de productividades
muy desiguales, para asegurarse la sobre vivencia como
"mejor" opción, terminamos teniendo, como resultado final
de este "modelo de gestión", la peor mezcla posible:
fortunas hechas de dolo y no ya por empresarios proactivos
y la deserción masiva de la producción y del mundo
laboral, de una buena porción de la población, que quiere
su tajada sin trabajar, transformándose en pasivos
sociales y carga económica, como lo son en otro sentido
inmediato, los niños y los viejos pensionados.
Seria inmoral pensar que los viejos no tengan derecho a
ser asistidos, en el ocaso de sus vidas, llenas de
privaciones pasadas y presentes. Sería no menos insensato
imaginar que a la niñez y los adolescentes no se les
protegieran, educara y se le llenara de garantías de
futuro.
Pero no es de ellos que estamos hablando cuando señalamos,
que si es absolutamente inmoral sostener a centenares de
miles de vagos que tienen la sola misión de ser agentes
activos o pasivos de la clientela ideológica de Chávez
aquí y en medio mundo.
Cuando hablan de reconciliación ¿significa esto que habría
que pactar que siga el malandraje y que los manganzones
continúen en nomina?
Conmigo no cuenten para esa fulana reconciliación.
Aquí nuestro único deber, cuando el péndulo se regrese y
vaya a la derecha, es encontrar el nuevo centro de
equilibrios sociales en el trabajo, la disciplina, la
reducción drástica del peso del Estado, que asfixia la
economía y hambrea a los venezolanos y como medida
ejemplar, aquí tiene que pagar cárcel y confiscación de
bienes mal habidos, los del hampa política que nos
gobiernan actualmente.
Solo una "cura de burro" salva a este país, de una
decadencia como nunca imaginaron los que ya una y otra vez
pasaron las esponja, sobre los delincuentes de la Cuarta,
de quienes aprendieron ¡¡ y como !! los de esta Quinta
Republica, que se constituyó en un reino de hampones.
Si queremos sanear este país, para no tener vergüenza
frente a nuestros descendientes, la primera tarea es
impedir la Reforma que atornilla, al poder de Estado
delincuente, a sus actuales plutócratas y a quien en el
máximo cogollo les personifica en su exquisita
ramplonería.
franceschi1947@gmail.com