Es
difícil encontrar un país en la región donde las
instituciones funcionen peor que en Paraguay y donde la
inseguridad sea la pauta que contextualiza la vida cotidiana
de las personas. El país es un lugar casi mítico. Una suerte
de Macondo actual. Un territorio al cual el tiempo y la
modernidad esquivan.
Es un país casi marginal en la región. Está lejos de ser un
centro decisional, tampoco representa un polo de desarrollo.
Su política - que aún responde a los viejos padrones
latinoamericanos del clientelismo - pasa desapercibida en
medio de los cambios que experimentan sus vecinos. Es un
país que hace noticia por otros motivos, particularmente por
la existencia de una zona en que prevalece la anomia - la
llamada Triple Frontera - territorio propio de los
contrabandistas, traficantes de drogas y de armas, y
lavadores de dinero. El problema fundamental del Estado
paraguayo es la corrupción.
En la próxima elección
presidencial compiten dos candidatos populistas: el general
® Lino Oviedo y un ex obispo partidario de la Teología
Liberación. La tercera candidata principal es del partido
Colorado y representa el continuismo tanto del actual
gobierno del presidente Duarte como de la tradición
clientelista de largas décadas.
Su clima de negocios es
abiertamente malo pues está condicionado por una corrupción
endémica. Los altos porcentajes de contrabando y de evasión
tributaria son muestra de la existencia de instituciones muy
débiles, con una Justicia cómplice de la inseguridad
jurídica, que exhibe poca eficacia para hacer imperar el
derecho. Las instituciones judiciales no tienen fuerza para
garantizar la seguridad ni la certeza jurídicas.
Desde una óptica económica, es
un territorio en que el rol del Estado es ambivalente y
contradictorio. Demasiado fuerte y protagónico en su
intervención en la economía, es fiel a viejas concepciones
patrimoniales en que los titulares del poder político
estimaban que el país era de su propiedad, al estilo de
aquella Centroamérica de los Somoza, Trujillo y Duvalier. Un
Estado demasiado visible en el orden de las regulaciones y
de la discrecionalidad de la autoridad. Desde 1954 a 1989,
el país fue algo así como un regimiento dirigido por el
general Alfredo Stroessner, derrocado en una especie de
"juego de guerra" por su consuegro, el general Andrés
Rodríguez. Esta situación fue y aún es pasto fértil para la
corrupción.
Actualmente hay una gravísima
situación de crisis económica e incumplimiento de
obligaciones financieras internacionales. Hay sí mayor
consonancia. Los partidos políticos - en distintas
intensidades - son devotos del estatismo y, por
consiguiente, se sitúan lejos del libre mercado. También lo
son del proteccionismo comercial y de las regulaciones. La
concepción patrimonialista propia de una economía
interventora no deja mayores espacios para la apertura, la
competitividad y el protagonismo del sector privado. En
definitiva, el libre mercado es una estrategia de desarrollo
que jamás se ha aplicado en Paraguay.
La seguridad ciudadana es muy
negativa. El propio presidente Duarte denuncia que hay
policías que se confabulan con las bandas criminales que
operan en el país. Gravísima acusación en cualquier país,
pero que en el caso paraguayo adquiere caracteres
superlativos dado que quien la formula es nada menos que el
Jefe de Estado. Ello implica un reconocimiento de que la
autoridad no puede controlar a la fuerza policial, dentro de
la cual hay corrupción y complicidad con la delincuencia
común y la perpetración de secuestros.
Hay que tener en consideración que, invariablemente, en cada
cambio de gobierno hay promesas de rectificación que después
quedan incumplidas. El Estado está, a la vez, ausente en
zonas del territorio donde el crimen organizado
paulatinamente ha ido cobrando carta de ciudadanía. Es
sabido por la comunidad internacional que la zona de la
Triple Frontera (límite con Argentina y Brasil) es una de
las zonas en que se materializan las mayores acciones de
contrabando que, en el caso paraguayo, es uno de los
factores que dinamizan la economía doméstica.
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Director de Estudios del Area del Riesgo Político del
Centro de Análisis e Investigación Política. |