Ecuador:
La
Asamblea
constitucional
y
el
socialismo
del siglo
XXI por
Andrés
Benavente
Urbina
martes, 9
octubre
2007
El
presidente Rafael Correa logró un claro triunfo en las
elecciones para Asamblea Constitucional con un importante
respaldo del partido Alianza País: casi un 70%. A mucha
distancia aparece el Partido Sociedad Patriótica con un 7%,
el partido Renovador Institucional de Acción Nacional del ex
candidato presidencial Álvaro Noboa con un 6%. Los partidos
tradicionales obtuvieron incluso menores votaciones: el
Partido Social Cristiano un 4% y la Izquierda Democrática,
de raíz social demócrata, un 2%. En definitiva, la imagen
del escenario ecuatoriano actual es la preferencia por el
populismo.
Esta opción electoral del país, mayoritariamente inclinada
hacia grupos populistas, y el reiterado rechazo a los
partidos políticos tradicionales que se observa en la
ciudadanía evidencian la debilidad del sistema de partidos
políticos. Ya en los últimos años se había advertido un
respaldo a las opciones populistas: primero el triunfo del
presidente Bucaram y después la victoria del presidente
Lucio Gutiérrez. En ambas oportunidades fueron gobiernos
efímeros y muy inestables por las movilizaciones sociales de
signo rupturista. Sin embargo, luego de cada una de esas
crisis los partidos tradicionales no se recuperaron sino que
aumentó el desprestigio general de los “políticos”.
Los partidos tradicionales exhiben una alta fragmentación en
su interior y además han estado vinculados al endémico
problema de corrupción. Correa aprovecha esta situación para
plantear un fuerte rechazo al sistema político democrático
que opera a través de los partidos políticos y avanzar hacia
un esquema autoritario caudillista, como lo que ocurre con
Hugo Chávez en Venezuela y con Evo Morales en Bolivia.
El esquema autoritario se expresa en la voluntad de Correa
de avanzar en la disolución del Congreso Nacional para que
sea la Asamblea Constitucional quien asuma los poderes.
Mientras se dicta una nueva Constitución, la Asamblea
designará una Comisión Legislativa para aprobar leyes
urgentes. En un Estado de Derecho democrático el Congreso no
puede ser disuelto sino hasta que la nueva Constitución
convoque a nuevas elecciones parlamentarias. Lo que ofrece
Correa es una decisión de facto.
Más allá de la contingencia electoral, el fondo del
planteamiento del gobierno de Correa es un proyecto
fundacional donde la nueva Constitución es sólo un
instrumento. El proyecto transformador es el llamado
“socialismo del Siglo XXI”, tal como también ocurre en
Venezuela.
Correa reedita al esquema que Chávez desarrolló desde 1999.
El golpista venezolano gana un fuerte apoyo electoral en
función de que los partidos políticos tradicionales estaban
desprestigiados y se los vinculaba a la corrupción. Chávez
llama a una Asamblea Constitucional donde obtiene un triunfo
contundente. Así logra una transformación de la
institucionalidad estableciendo un fuerte poder
presidencial, con una economía intervenida por el Estado y
la acción populista apoyada en los abundantes recursos
derivados del petróleo.
Ahora Chávez está reformando su propia Constitución. Entre
los cambios están: la presidencia indefinida, limitar la
autonomía del Banco Central y la inclusión de la propiedad
social además de la privada, todo ello para profundizar y
consolidar el socialismo del siglo XXI.
En definitiva Correa y su proyecto de socialismo viene a
reforzar el control estatal sobre la economía, a fortalecer
el poder del Ejecutivo y a debilitar el poder Legislativo.
Hasta ahora tiene el respaldo financiero que le otorga el
alto precio del petróleo. Sin embargo, Ecuador tiene una
endémica inestabilidad política porque los movimientos
sociales y las propias personas son volátiles en sus
decisiones y apoyos: en las últimas décadas las crisis
terminales han derrocado a tres presidentes. ¿Cómo estará
Correa, más allá de la nueva Constitución, si cae el precio
del petróleo? Puesto que no puede haber populismo sin
asistencialismo.
*
Politólogo, Profesor M.B.A. Universidad Diego Portales,
Miembro Consejo del Centro de Análisis e Investigación
Política, Chile.