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La falta de coherencia del gobierno en Chile
por Andrés Benavente Urbina
martes, 7 agosto 2007


Desde hace tiempo que el gobierno de la presidenta Bachelet ha venido mostrado un escenario donde le es difícil mantener la coherencia en su accionar.

El problema va más allá de una confrontación entre gobierno y oposición. Se debe a dificultades en tres niveles: entre los equipos de gobierno, entre los partidos que forman la Concertación y entre esos partidos y el gobierno.

Es difícil que el gobierno sea coherente si no hay un liderazgo claro de la presidenta. Ella no ha tenido iniciativa para insistir en un norte claro para un gobierno de la Concertación que, por primera vez, tiene mayoría en ambas cámaras del Congreso Nacional.

La falta de coherencia está en los equipos ministeriales. De un lado, el equipo económico es consistente y exhibe un buen manejo. La conducción de este equipo, encabezado por el ministro de Hacienda, es seria y solvente en la estrategia de desarrollo. La presidente respalda a este equipo en la medida en que, de manera realista, ofrece buenos resultados macroeconómicos. De otro lado, está el equipo político que hasta aquí ha sido meramente contestatario ante los problemas sociales y políticos. La conducción política del ministro del Interior carece de iniciativa y es reactiva ante las dificultades que van en aumento. A diferencia del equipo económico, el político no es consistente y no pocas veces las secretarías de la Presidencia, de Gobierno e Interior han tenido comportamientos incoherentes entre sí. Hay aquí una gestión política claramente deficitaria de la presidenta.

Como ejemplo, en medio de los problemas iniciales del Transantiago, la presidenta Bachelet señaló que tuvo la intuición de postergarlo pero que no tenía mayores antecedentes a la vista. Ahora, cuando el gobierno ha tenido que reconocer que contaba con un informe del Metro que anticipaba las serias dificultades que le impondría el Transantiago, el ministro del Interior señaló que era un documento que varios ministros e incluso la presidenta conocían, para luego corregirse e indicar que Bachelet nunca había leído el informe, sino que sólo conocía minutas que él le entregaba. Claramente es un ejemplo de mala gestión, llena de contradicciones y que revela la ausencia de una estrategia consistente.

Otro eje es el problema de coherencia entre el gobierno y los partidos de la Concertación. Actualmente no existe un programa que ordene la agenda de los partidos de la coalición, como en su momento lo fue, por ejemplo, la consolidación de la transición democrática, el fortalecimiento de la estrategia de desarrollo, la modernización del Estado, con los presidentes Aylwin, Frei Ruiz-Tagle y Lagos. Si bien la presidente Bachelet tiene algunas iniciativas, como la reforma provisional, esta vez no se vislumbra un eje programático.

Entre los partidos políticos de la Concertación, sin un liderazgo claro que entregue sentido a la coalición, han surgido variados programas que dejan entrever el sentido diferente que cada uno de ellos asigna a su visión de futuro. Incluso más de algún dirigente de la Concertación ha señalado que se ha agotado una visión común. Esto ha implicado que no necesariamente sus propuestas y acciones sean coherentes con las del gobierno, lo que queda claro cuando cada partido de la coalición ha comenzado a levantar sus precandidatos presidenciales mientras la presidente Bachelet aún no cumple la mitad de su gobierno.

Otro síntoma de esta situación es el resquebrajamiento del PPD y el surgimiento de un nuevo actor, “Chile Primero”, encabezado por el senador Fernando Flores, que se ha colocado fuera de la Concertación como movimiento independiente. Por primera vez en su historia aparecen nuevos actores que se desgajan de la Concertación, lo cual es un indicio del surgimiento de nuevos ejes en los partidos políticos.

Por último, están las dificultades e incoherencias entre los partidos de la coalición. Han surgido dirigentes que tienen sus propios perfiles y –como ha ocurrido en el parlamento- varios de ellos no están en sintonía con las definiciones de los propios partidos e incluso con las del gobierno.

En definitiva, el gobierno de Bachelet pasa por un escenario de dificultades definido por las incoherencias que cruzan diversas instancias y relaciones al interior del gobierno y de la coalición que lo apoya. En su génesis ha sido determinante la deficiente gestión y manejo político que exhibe la presidenta, así como su carencia de liderazgo.

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  Politólogo, Profesor Universitario, Miembro del Consejo Asesor
del Centro de Análisis e Investigación Política (CAIP).


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