Dos
expresiones de la vocación totalitaria de Hugo Chávez
fundamentan el título. Una es el traspaso de la patria
potestad desde los padres hacia el Estado a través de un
proyecto de nueva Ley de Educación que indica que entre los
3 y los 20 años de edad los niños y jóvenes deberán asistir
a Círculos Infantiles y sus familias sólo los podrán ver dos
veces en el mes. A través de estos Círculos el Estado estará
facultado para entregar a los niños educación física, mental
y cívica. El gobierno venezolano busca así imitar el esquema
castrista de Cuba afectando decisivamente el derecho de los
padres de criar y educar a sus hijos.
La segunda expresión totalitaria es la reforma
constitucional – con amplias posibilidades de aprobación
dada la cómoda mayoría de Chávez en la Asamblea Nacional de
Venezuela –- para avanzar en un proyecto fundacional que
supere la Constitución y consolide el llamado “socialismo
del siglo XXI”.
Esta reforma plantea el rechazo a la libertad económica que
incluso la Carta de 1999 garantizaba – al menos nominalmente
– como el derecho de las personas para "dedicarse libremente
a la actividad económica de su preferencia". Ahora se busca
terminar con la iniciativa privada, asumiendo un absolutismo
intervencionista que en el mejor de los casos acepta la
propiedad mixta entre el Estado, el sector privado y el
poder comunal.
También otorga rango constitucional al poder popular que se
expresa en consejos comunales, obreros, estudiantiles y
campesinos. Este poder popular -- dice el proyecto de
reforma -- no nace del sufragio sino de los grupos humanos
organizados de la población y, por lo mismo, agregamos
nosotros, no es una institución ni pluralista ni
democrática. En buenas cuentas se está propiciando el
surgimiento de un poder paralelo al Congreso Nacional que
reedita un antiguo esquema leninista que también fue la
inspiración de la institucionalidad castrista.
Por otra parte, la reforma considera la reestructuración de
las fuerzas armadas que ahora se denominarán Fuerza Armada
Bolivariana con el reconocimiento institucional y la
incorporación de la Milicia Bolivariana. De esta forma se
termina con las fuerzas armadas nacionales y se configuran
otras de carácter ideológico sometidas a la voluntad
política del gobierno.
Es decir, luego de los intentos por identificar al gobierno
con un partido único y de la derogación –- en la práctica --
de la libertad de expresión en favor del control de los
medios de comunicación, ahora se avanza en una severa
restricción de las libertades ciudadanas a favor de un
Estado hegemónico, en el reconocimiento institucional del
poder popular y en la subordinación de las fuerzas armadas
al poder político. Como líder totalitario el gobernante
venezolano necesita de instituciones dóciles y con baja
capacidad deliberativa.
El círculo se cierra con el
intento de Chávez de implantar la reelección indefinida, lo
que posibilitará su perpetuación en el poder. Tácitamente se
está derogando el principio de alternancia en el gobierno,
que es razón clave de una democracia real.
Los pronunciamientos electorales
en los que probablemente el gobierno de Chávez insistirá
para revestir su avance totalitario de un cierto
procesalismo democrático, de nada servirán, pues la libertad
personal ya está siendo vaciada de la sociedad venezolana y
es aquélla precisamente la que necesita reconocerse y
promoverse para contener el poder. Es decir, justo lo
contrario de los empeños que ocupan al nuevo Castro
latinoamericano.
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Politólogo,
Investigador Escuela de Postgrado, Facultad de Economía
y Empresa, Universidad Diego Portales. |