El GP decretó
la violencia abierta en esta parte de Venecuba el
17/01/09. Ya desde el 11A-02, está clara su definición de
‘revolución pacífica pero armada’. Pero aún así, se había
tratado de disimular o solapar el instrumento represivo
para mostrar el contraste con lo que ocurría en la llamada
cuarta república, en la cual se perseguía las protestas y
en particular las estudiantiles.
En efecto,
cuando Rómulo Betancourt advierte que su declaración de
guerra al Partido Comunista y sus aliados, produce un
creciente descontento que se vuelve conspiración
cívico-militar, el llamado ‘padre de la democracia’ se
siente obligado a decretar el 13 de febrero de 1961 la
pena de muerte para quienes fueran conseguidos con ‘las
manos en la masa’ de la violencia-conspiración. La orden
fue clara y terminante: ‘Disparar primero y averiguar
después’.
Un contenido
que ya había expuesto el 28/11/60 cuando ratifica ‘la
orden de disparar contra los saqueadores e incendiarios’,
ya anunciada el 21/01/60 RB cuando expresa: “La orden es
esta: sobre quien sea ubicado por un cuerpo armado
colocando una bomba o lanzándola, se aplicará la última
ratio de una descarga”. (ABM, Disparar primero y
averiguar después. Caracas, CPT, 1992, pp.161-63).
Aquí el
disparo es selectivo. En noviembre podía hacerse contra
cualquier ‘incendiario o saqueador’. Y ya para febrero de
1961, no hace falta ni siquiera averiguar primero para
hacer el disparo mortal.
Para RB las
calles no eran del pueblo sino de las fuerzas represivas,
porque para él era imperativo enfrentar a los jóvenes que
las estaban tomando con sus protestas. Una amenaza
(‘democracia’ vs ‘comunismo’) que debía ser controlada por
desestabilizadora. Es lo que hace Gómez en 1928, López
Contreras en 1936-37, Pérez Jiménez en 1957. Pero, a
excepción del 14/02/36, la violencia estatal fue
selectiva. RB y ‘su democracia’ cambian esa orientación,
que hoy retoma ‘la revolución’ reformulada como
‘socialismo’ vs ‘democracia’.
El discurso
del GP en el Campo de Carabobo en la juramentación del
Frente de Mujeres por el Si es de un enorme impacto, por
su contenido de soberbia, odio y arrechera. Primero le
enrostró a buena parte de sus funcionarios de seguridad la
debilidad de su comportamiento ante el grupo de
estudiantes de la UCAB que protestaba contra la enmienda
trancando parte de la vía pública, exigiéndoles que no
sean pendejos.
Y de seguidas
da la orden: “Ministro del Interior écheles gas y
disuelva cualquier guarimba. Nosotros no podemos comenzar
ya mostrándole debilidades como gobierno. ¡No podemos!
Hago responsable de esto al Vicepresidente, al ministro
del Interior, al comandante general de la Guardia
Nacional. ¿Y qué quieren, que vaya yo a dirigir un pelotón
para disolver la manifestación?”
Ante la falta
de represión, el GP parece desesperarse y emplaza a sus
policías: “No se puede permitir a nadie que tranque una
avenida o una calle o una autopista, no se puede permitir.
Así que a estos grupitos, direccionados (sic) por el
imperio se los digo y doy la orden de una vez. No hace
falta que me pidan permiso, estoy dando una orden”.
Una orden que,
en el marco de su desbaratado discurso, reitera: “Doy la
orden de una vez, señor ministro de Defensa, señor
ministro del Interior y los jefes de la policía: a partir
de este momento el que salga a quemar un cerro, a quemar
unos árboles, a trancar una calle me le echan gas del
bueno y me lo meten preso. Si no lo hicieren me raspo a
los jefes responsables, me los raspo a toditos.”
Y por si
quedara alguna duda de su decisión, ratifica: lo dije y lo
vuelvo a repetir en el Campo de Carabobo: el Chávez
pendejo se quedó en el 2002. No voy a permitir, por
debilidad de ningún tipo, que cuatro escuálidos
embochinchen el país que tanto nos ha costado echar
adelante. No lo voy a permitir. Sépanlo pues los que ya
empezaron a trancar calles, y a quemar El Ávila y a
amenazarnos: no van a poder con nosotros, con este pueblo,
con este gobierno, con esta revolución.”
El discurso,
por su propio tinte betancourista, no amerita mayores
comentarios. Salvo que pudiera leerse como una
provocación con el propósito de crear, por la vía de la
fuerza (¡que no de la debilidad!) un clima de mayor y
creciente inestabilidad que justifique cualquier medida a
la que tenga que acudir el GP en el caso de que, por
circunstancias imprevistas, haya alguna duda sobre su
indispensable triunfo el 15F-09.
Para el GP,
quien se considera como “la revolución” y que a la vez es
tenido por el universo político del oficialismo y ‘las
oposiciones’ como el centro decisorio, es indispensable
controlar todas las posibilidades de triunfo y la
consecuente derrota de ‘la contrarrevolución’. Y para
ello, de hacer falta, se podría acudir al autogolpe.
Para este
momento (martes 20/01/09) es poca la participación
estudiantil y muy lejana la posibilidad de una huelga
general como la de noviembre de 1957 o hacer de los
centros educacionales batallones de combate contra el
régimen. En esta misma fecha el GP ha dado la orden para
que los estudiantes y “estudiantes” afectos al régimen
tomen la calle y aumenten los niveles de confrontación e
inestabilidad.
Desde el
momento de la Orden de Envenenar se producen
eventos de violencia. El 18/01 un grupo armado ataca la
sede de la Alcaldía Mayor y queman en la UCV vehículo de
dirigente estudiantil (UN, 18/01, p.04). El lunes 19 La
Piedrita declaró objetivo militar a la Iglesia y lanzó
seis lacrimógenas contra la Nunciatura, la casa de Marcel
Granier y a estudiantes reunidos en la plaza del rectorado
de la UCV (EN, 20/ 01, p.14).
El martes 20
La Piedrita y Lina Ron atacan a un grupo de Bandera Roja
en el Ateneo de Caracas, en el acto de celebración de su
39° aniversario y la PM disolvió con lacrimógenas marcha
estudiantil que protestaba contra la enmienda en El Rosal
(UN, 21/01, p.18). Estudiantes que se marchaban hacia la
Fiscalía fueron reprimidos con el argumento de que no
estaban autorizados. Esto podría complicarse con las dos
corrientes de estudiantes en las calles. Y en todo caso,
las policías sabrán a quienes lanzar las bombas
envenenadas.
La violencia, correspondiente a una
‘revolución pacífica pero armada y violenta’, no se
detendrá en consideraciones de orden democrático y de
respeto a los llamados DDHH. Es el arma que se utilizó en
los llamados 40 años de democracia y que se aplica ahora
de manera abierta en estos “tiempos de revolución”. Apenas
se cambió la orden de disparar por envenenar a través de
un gas venecubano que hasta recuerda al fascismo. La
revolución criminal y asesina marcha a paso de vencedores
en la consecución de sus objetivos tácticos y
estratégicos. Sin embargo, la violencia desatada en su
defensa puede convertirse en su propia arma de
destrucción.
abm333@gmail.com