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¡Echenle gas del bueno y
averigüen después!
por Agustín Blanco Muñoz  
sábado, 24 enero 2009


El GP decretó la violencia abierta en esta parte de Venecuba el 17/01/09. Ya desde el 11A-02, está clara su definición de ‘revolución pacífica pero armada’. Pero aún así, se había  tratado de disimular o solapar el instrumento represivo para mostrar el contraste con lo que ocurría en la llamada cuarta república, en la cual se perseguía las protestas y  en particular las estudiantiles.  

En efecto, cuando Rómulo Betancourt advierte que su declaración de guerra al  Partido Comunista y sus aliados,  produce un creciente descontento que se vuelve conspiración cívico-militar, el llamado ‘padre de la democracia’ se siente obligado a decretar el 13 de febrero de 1961 la pena de muerte para quienes fueran conseguidos con ‘las manos en la masa’ de la violencia-conspiración. La orden fue clara y terminante: ‘Disparar primero y averiguar después’.  

Un contenido que ya había expuesto el 28/11/60 cuando ratifica ‘la orden de disparar contra los saqueadores e incendiarios’, ya anunciada el 21/01/60 RB cuando expresa: “La orden es esta: sobre quien sea ubicado por un cuerpo armado colocando una bomba o lanzándola, se aplicará la última ratio de una descarga”. (ABM, Disparar primero y averiguar después. Caracas, CPT, 1992, pp.161-63).  

Aquí el disparo es selectivo. En noviembre podía hacerse  contra cualquier ‘incendiario o saqueador’. Y ya para febrero de 1961, no hace falta ni siquiera averiguar primero para hacer el disparo mortal.

Para RB las calles no eran del pueblo sino de las fuerzas represivas, porque para él era imperativo enfrentar a los jóvenes que las estaban tomando con sus protestas. Una amenaza (‘democracia’ vs ‘comunismo’) que debía ser controlada por desestabilizadora. Es lo que hace Gómez  en 1928, López Contreras en 1936-37, Pérez Jiménez en 1957. Pero, a excepción del 14/02/36, la violencia estatal fue selectiva. RB y ‘su democracia’ cambian esa orientación, que hoy retoma ‘la revolución’ reformulada como ‘socialismo’ vs ‘democracia’. 

El discurso del GP en el Campo de Carabobo en la juramentación del Frente de Mujeres por el Si es de un enorme impacto, por su contenido de soberbia, odio y arrechera. Primero le enrostró a buena parte de sus funcionarios de seguridad la debilidad de su comportamiento ante el grupo de estudiantes de la UCAB que protestaba contra la enmienda trancando parte de la vía pública, exigiéndoles que no sean pendejos.  

Y de seguidas da la orden:  “Ministro del Interior écheles gas y disuelva cualquier guarimba. Nosotros no podemos comenzar  ya mostrándole debilidades como gobierno. ¡No podemos! Hago responsable de esto al Vicepresidente, al ministro del Interior, al comandante general de la Guardia Nacional. ¿Y qué quieren, que vaya yo a dirigir un pelotón para disolver la manifestación?”  

Ante la falta de represión, el GP parece desesperarse y emplaza a sus policías: “No se puede permitir a nadie que tranque una avenida o una calle o una autopista, no se puede permitir. Así que a estos grupitos, direccionados (sic) por el imperio se los digo y doy la orden de una vez. No hace falta que me pidan permiso, estoy dando una orden”. 

Una orden que, en el marco de su desbaratado discurso, reitera: “Doy la orden de una vez, señor ministro de Defensa, señor ministro del Interior y los jefes de la policía: a partir de este momento el que salga a quemar un cerro, a quemar unos árboles, a trancar una calle me le echan gas del bueno y me lo meten preso. Si no lo hicieren me raspo a los jefes responsables, me los raspo a toditos.”  

Y por si quedara alguna duda de su decisión, ratifica: lo dije y lo vuelvo a repetir en el Campo de Carabobo: el Chávez pendejo se quedó en el 2002. No voy a permitir, por debilidad de ningún tipo,  que cuatro escuálidos embochinchen el país que tanto nos ha costado echar adelante. No lo voy a permitir. Sépanlo pues los que ya empezaron a trancar calles, y a quemar  El Ávila y a amenazarnos: no van a poder con nosotros, con este pueblo, con este gobierno, con esta revolución.”   

El discurso, por su propio tinte betancourista, no amerita mayores comentarios. Salvo que pudiera leerse como una  provocación con el propósito de crear, por la vía de la fuerza (¡que no de la debilidad!) un clima de mayor y creciente inestabilidad que justifique cualquier medida  a la que tenga que acudir el GP en el caso de que, por circunstancias imprevistas, haya alguna duda sobre su indispensable triunfo el 15F-09. 

Para el GP, quien se considera como “la revolución” y que a la vez es tenido por el universo político del oficialismo y ‘las oposiciones’ como  el centro decisorio, es indispensable controlar todas las posibilidades de triunfo y la consecuente derrota de ‘la contrarrevolución’. Y para ello, de hacer falta, se podría acudir al autogolpe.  

Para este momento (martes 20/01/09) es poca la participación estudiantil y muy lejana la posibilidad de una huelga general  como la de noviembre de 1957 o hacer de los centros educacionales batallones de combate contra el régimen. En esta misma fecha el GP ha dado la orden para que los estudiantes y “estudiantes” afectos al régimen tomen la calle y aumenten los niveles de confrontación e inestabilidad. 

Desde el momento de la Orden de Envenenar se producen eventos de violencia. El 18/01 un grupo armado ataca la sede de la Alcaldía Mayor y queman en la UCV vehículo de dirigente estudiantil (UN,  18/01, p.04). El lunes 19 La Piedrita declaró objetivo militar a la Iglesia y lanzó seis lacrimógenas  contra la Nunciatura, la casa de Marcel Granier y a estudiantes reunidos en la plaza del rectorado de la UCV (EN, 20/ 01, p.14). 

El martes 20 La Piedrita y Lina Ron  atacan a un grupo de Bandera Roja en el Ateneo de Caracas, en el acto de celebración de su 39° aniversario y la PM disolvió con lacrimógenas marcha estudiantil que protestaba contra la enmienda en El Rosal (UN, 21/01, p.18). Estudiantes que se marchaban hacia la Fiscalía fueron reprimidos con el argumento de que no estaban autorizados. Esto podría complicarse con las dos corrientes de estudiantes en las calles. Y en todo caso, las policías sabrán a quienes lanzar las bombas envenenadas.  

La violencia, correspondiente a una ‘revolución pacífica pero armada y violenta’, no se detendrá en consideraciones de orden democrático y de respeto a los llamados DDHH.  Es el arma que se utilizó en los llamados 40 años de democracia y que se aplica ahora de manera abierta en estos “tiempos de revolución”. Apenas se cambió la orden de disparar por envenenar a través de un gas venecubano que hasta recuerda al fascismo. La revolución criminal y asesina marcha a paso de vencedores en la consecución de sus objetivos tácticos y estratégicos. Sin embargo, la violencia desatada en su defensa puede convertirse en su propia arma de destrucción.

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