A la pregunta sobre el
monstruoso Proyecto de Educación que el régimen ha
decidido imponer, respondimos que eso era completamente
normal. Lo anormal y sorprendente habría sido que el
autoritarismo de claro corte dictatorial y firme vocación
totalitaria, tuviera un comportamiento que lo llevase a
actuar en atención a las aspiraciones e intereses del
colectivo y con una visión democrática, creadora y
trascendente.
Y esto es algo que no parece llegar al entendimiento de
‘las oposiciones’, a quienes el régimen vigente les señala
de todas las formas y maneras que nada tienen que ver con
democracia, y siguen reclamando comportamientos en base a
esos postulados. La discusión es necesaria.
1.- En la actualidad vemos por todas partes una acción al
detal de ‘las oposiciones’, que sólo sirve para contribuir
a multiplicar las protestas contra el régimen, pero en
ningún caso a enfrentarlo en sus desafueros. De allí que
el mismo utilice ese comportamiento opositor para darse un
barniz de amplitud democrática que se expresa en la
proclamada existencia de una supuesta plena y total
libertad.
2.- Oficialismo y oposiciones se dan entonces la mano en
cuanto aquello de detentadores y aspirantes al poder. Hoy
estás tú, mañana estaré yo. Nos alternaremos en el
mando-poder y todo seguirá por el camino permitido. Una
condición que establece un vínculo que les lleva a
compartir reglas de juego y sobre todo a definir una
conducta firme y coherente contra un enemigo común: esa
parte importante de la mayoría que hoy rechaza a quienes
considera como los monstruos que nos han conducido a la
situación de ex-país que hoy padecemos.
3.- Cuando ‘las oposiciones’ enfrentan, por ejemplo, los
proyectos de leyes sobre propiedad social, educación,
elecciones, como expresiones dañinas para la sociedad, se
produce una verdadera operación bomberos. Esto se explica
y se considera válido en la lucha política.
4.- Pero cuando se convierte y limita la lucha política a
ese enfrentar los pasos del régimen, se obvia su
fundamento referido específicamente a su naturaleza y
raíces. Se busca, simplemente, la oportunidad de volver al
mando-poder, levantando la conocida bandera de “nuevos
hombres y nuevos procedimientos y olvido del pasado”.
5.- Porque para nada interesa tocar el fondo del asunto,
dado que eso podría alejar las posibilidades de los
acuerdos, pactos o negociaciones que han normado la
relación entre los poderes en ejercicio y los respetables
aspirantes de cada ocasión.
6.- Y esta situación obliga a una concreción: las partes
que hasta el presente han ejercido al mando-poder, no
pueden permitir, por ninguna circunstancia, que el mismo
pueda pasar a unas terceras manos o fuerzas.
7.- Luego del agotamiento del modelo punto-fijista y del
modelo de la destrucción constituyente, que devino en
socialista del siglo XXI, ha surgido un gran peligro: que
se pueda estructurar una fuerza nueva, con la capacidad,
contenido y perspectivas propias del colectivo.
8.- Hay que tener en cuenta que esta es la gran novedad de
este tiempo. Atrás comienza a quedarse el cuadro del
tradicional frente constituido por gobernantes y
opositores que se turnan. Aquí hoy nos conseguimos con que
una buena parte de la población ha llegado a la convicción
de que su porvenir no puede estar unido a los polos que de
alguna manera refieren la destrucción de Venezuela y la
instalación de un ex-país.
9.- Y es gente que tiene hoy la certeza de que estamos
ante un padecimiento que no se quedará en esa condición.
De esta destrucción-caos, de lo que hoy se nos presenta
como una realidad tomada por todas las miserias, saldrá un
tiempo-espacio-hombre, una realidad humano-material sobre
la cual se va a desarrollar una historia bien alejada de
la pesadilla que hoy nos toca padecer.
10.- Por ello hemos mantenido y mantenemos que no procede
hoy la angustia, la impaciencia y la autodestrucción. Es
necesario entender y actuar en dirección a organizar los
pasos del colectivo y ponerlos a mirar en dirección a la
realización de una nueva historia.
11.- Y cuando una y otra vez se nos pregunta por el qué
hacer ante el cuadro que vivimos, tenemos que insistir en
que ya no valen las ‘fórmulas mágicas y mesiánicas’ que
dispuso el positivismo como trasfondo de la historia de la
perversión que hasta ahora ha controlado y regido a las
mayorías.
12.- El colectivo está llamado a crear e innovar,
planificar y construir. Atrás tiene que quedar la acción
destructiva, el caos impulsado por quien viene a reclamar
y ocupar el lugar del último caudillo de la imposición, el
autoritarismo y la destrucción, aun revestida de ‘orden,
paz, y progreso’ como reza el mismo credo positivista,
siempre atento a la acción a favor del mantenimiento del
orden, el entendimiento y la capacidad de negociación.
13.- Esto quiere decir que ha llegado la hora de la
ruptura-deslinde. Porque en la gente no existe hoy
disposición para mantenerse o volver al pasado
representado por dos fuerzas supuestamente antagónicas, a
las que une la militancia en un presente que la propia
concepción de la historia que sustentan convierte
rápidamente en pasado.
14.- Mientras, el colectivo mira específicamente al
porvenir porque sabe que allí está su realización. Y esta
conciencia es la que crea la gran posibilidad de cambio
histórico profundo en estos tiempos. Ha llegado un momento
crucial en el cual se debate sobre el fin de la rotación
del mando-poder conocido hasta hoy.
15.- Porque hay una mayoría que decidió no avalar el juego
y disfrute de los monstruos y trazar nuevos parámetros
para hacer una historia de verdaderos humanos individuales
con capacidad para alcanzar la condición de colectivo
creador, solidario y trascendente.
16.- Pero el momento no deja de ser preocupante para
quienes han vivido toda la vida de los favores del
colectivo y hoy lo ven en posición de alzar vuelo, con una
decisión cada vez más firme de ponerse por encima de las
pandillas populistas dirigentes de las llamadas cuarta o
quinta república y colocarse en el camino hacia una
historia diferente, no para vejar, perseguir o humillar a
nadie sino para sembrar himnos de esperanza y libertad.
17.- Esto pone de manifiesto que para ese sector, que los
encuestadores registran como “neutrales”, está cada día
más claro que las repúblicas aquí, a lo largo de 200 años,
han servido directa y específicamente a todos los credos y
posiciones que hacen de la infamia su máxima credencial.
18.- Cualquier rotación de esas ‘instituciones’ y sus
representantes conducirá irremisiblemente a la
reproducción del mismo liberal-positivismo que llena
nuestra ‘historia independentista’. Indispensable entonces
una precisión: o definimos en tanto colectivo una política
de y para la sociedad o veremos aumentar de manera
vertiginosa la maquinaria de violencia y destrucción en
que se ha convertido a este ex país.
19.- Convocamos a hacer una historia en la cual el hambre
deje de ser el punto de partida del padecimiento y muerte
de una buena parte de un colectivo que, en esta fecha de
grandes inversiones en la exportación de la revolución
petrodolarizada y bolivariana, obliga a sus mujeres a
parir sus hijos directamente en la calle de la intemperie
y la más profunda mengua.
20.- Y conste que no proponemos el advenimiento de un
tiempo de nuevas imposiciones en nombre de una “nueva
revolución”. Simplemente apostamos a la implantación de
una sociedad que le dé posibilidades a la vida. Y esto
implica, exige y determina un deslinde radical con todo lo
que signifique destrucción.
Ese no puede ser el camino deseado. Por ahí no debería
estar la cosa central de esta historia. Pero tampoco puede
soslayarse la inmensa y creciente pregunta del colectivo:
¿Hasta cuándo tendremos que calárnosla?
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